EL bosque de Arbailla acomoda sus encantos bajo las grandes cimas pirenaicas, en la vertiente norte de esta magnética cordillera. Junto con el cercano Irati, son dos selvas que nos regalan oxígeno, agua, belleza, armonía y mitología.
El bosque se localiza a medio camino entre los herrialdes de Zuberoa y de Baxe-Nafarroa, ofreciéndonos innumerables opciones de disfrutar de bellos paseos, aptos para todo el mundo. Arbailla es, además, uno de los feudos de Herensuge, el dragón mítico que también sitúan las leyendas en Aralar. La ruta que proponemos nos llevará a conocer el bosque, pero también varios elementos culturales de profundo interés.
Partimos del alberge de Ahuzki, donde podemos aparcar sin problemas en el amplio aparcamiento del mismo. Desde el punto de partida, debemos caminar un tramo por la pista asfaltada que asciende decididamente hacia el N., salvando un pronunciado zig-zag. Alcanzamos de esta forma un marcado collado donde se nos presentan varias opciones. Nosotros elegimos el sendero que, frente a nosotros, asciende una loma herbosa, obviando el asfalto. Ascendemos la cota y llegamos a la cima de Ilhastaria, de 1.158 metros de altitud.
Tras disfrutar del incomparable espectáculo que nos regala su cumbre, continuamos, siguiendo la dirección que nos ha traído hasta aquí, para descender brevemente a una vaguada que nos conduce en dirección al bosque. Nos introducimos en la floresta para ascender hasta salir a terreno despejado, ganando la cumbre de Ihatea, de 1.277 metros de altura.
ACCESO: El albergue de Ahuski se alcanza desde las localidades Altzürükü, por las carreteras D-147 y D-117. O por la misma D-117, desde Mendibe.
DISTANCIA: 8 kilómetros
DESNIVEL: 440 metros
DIFICULTAD: Fácil
Descendemos por el sendero de subida, entre el bosque, y evitamos la cumbre de Ilhastaria por su vertiente W., para salir de nuevo al marcado collado. Frente a nosotros tenemos la siguiente cumbre que alcanzaremos: el pico Bohokortea. Para ascenderlo, subimos el sendero que alcanza el cordal cimero hacia la izquierda de la cima, para llegar a sus 1.211 metros de altura sin dificultad.
Los desmanes de Herensuge
Estamos en los dominios de Herensuge, tal y como nos cuenta la leyenda que recopilara don José Miguel de Barandiaran:
“Cerca de la montaña de Ahuski se halla la cueva de Azalegui. Allí vivía antiguamente el herensuge. Era serpiente de siete cabezas.
Con su hálito atraía el ganado del monte y lo comía. El hijo de un conde de Zaro, de Alzay, lo mató.
Despellejó un toro joven y llenó de pólvora y fosforo su piel. Cosió ésta y la llevó a caballo hasta la parte superior de la boca de la cueva. Allí se puso a silbar. Como se dio cuenta de que herensuge se sacudía y andaba, le arrojó la piel cargada.
La serpiente atrajo con su hálito aquel supuesto toro y lo tragó.
Entonces el conde se puso de vuelta con su caballo y pronto vio a herensuge ardiendo en llamas dirigirse al mar. Como atravesaba volando el bosque de Itze, “Arbailles”, con su cola segó la punta de las hayas y fue a hundirse en Itsasgorrieta.
El conde murió del susto. Herensuge no apareció más.”
En la cultura occidental, la simbología que acompaña al dragón es la de la lucha, bien sea consigo mismo o contra un héroe o un dios. Inicialmente, se veía al dragón como un ser benévolo, representante del renacimiento, paro también de la fertilidad. Está presente en muchas tradiciones; para la cultura celta era una divinidad de los bosques vinculada a los magos, quienes podían utilizar y controlar su fuerza. Es, asimismo, un símbolo de soberanía utilizado como representación heráldica aún hoy en día, por ejemplo, en la bandera de Gales.
Los vikingos tallaban cabezas de dragones en las proas de sus “drakar” con el fin de ahuyentar a los espíritus guardianes de las costas a las que llegaban estos espíritus, que se conocían como “Landvaettir”.
En la mitología nórdica, encontramos un importante árbol conocido como “Yggdrasil”; este fresno, extiende sus raíces a través de todos los mundos, conectándolos. Pues bien, el dragón suele alimentarse de las raíces de este árbol sagrado.
Los romanos lo vieron como símbolo de poder y sabiduría.
Mencionar también una antigua tradición que se daba en la región germana de Baviera en el día de San Juan, o solsticio de verano, vinculada a la fertilidad. Se colocaba una efigie de un dragón con una vejiga llena de sangre en su interior; un hombre, que encarnaba a San Jorge, rompía dicha vejiga, derramando la sangre. Esta era recogida por los vecinos, que la esparcían por los campos buscando con ello una buena cosecha. Una interesante fiesta donde ver la simbiosis entre el paganismo y el cristianismo.
Dejamos a Herensuge en sus dominios y regresamos, para lo cual descendemos de la cima, en dirección S., hasta alcanzar la conocida fuente de Ahuzki, de aguas terapéuticas. Tenemos frente a nosotros el albergue de Ahuski, al que descendemos por la pista asfaltada del inicio.