En tierras del norte de Nafarroa se localiza el valle de Bertizarana, un delicioso paraje pleno de bosques y de cultura ancestral. Un lugar rodeado de montañas que, curiosamente, atesora restos de mitología,… ¡marina!
En las localidades de Oieregi y de Narbarte, ubicadas en este valle, podemos ver unos curiosos escudos heráldicos en los que aparece ni más ni menos que una sirena. Será la excusa perfecta para realizar una ruta que nos llevará a conocer este misterio, así como el precioso bosque de Bertiz.
Nuestro paseo comienza en la propia localidad de Oieregi; caminaremos un breve tramo por carretera hasta la entrada que, salvando el Bidasoa por un puente, llega al palacio y jardín botánico de Bertiz. Dejamos este a la derecha y seguimos junto a su valla, entrando al parque natural junto a una caseta de información. Aquí tenemos múltiples opciones en forma de caminos de diferentes longitudes que nos llevarán a conocer el bosque mágico de Bertiz. Los caminos están intercomunicados y perfectamente señalizados, por lo que cada uno puede, de alguna forma, trazar su ruta; nosotros optamos por el conocido como sendero Iturburua.
Desde la caseta de información, caminamos por la pista durante un rato hasta dar con la réplica de una carbonera y un horno de cal. En este punto, la senda señalizada se interna en una zona de robles que, poco a poco, va ganando altura hasta sumergirnos de lleno en un magnifico hayedo. Sumergidos en la magia de la selva, pasamos junto a una ericera, un cerramiento de piedra utilizada para guardar las castañas en tiempos ya lejanos. Alcanzamos pausadamente un pequeño salto de agua en mitad del bosque, conocido como Cascada del Suspiro; un sitio idóneo para que las lamias se ocultaran de miradas indiscretas.
Bosque, palacio y escudos
La vegetación va variando conforme acariciamos el arroyo; las hayas o robles van dando paso a otras especies que buscan la caricia del río: alisos y, sobre todo, una de las plantas más representativas del Señorío, los helechos, algunos de sorprendente tamaño. Durante todo el camino varios paneles explicativos nos cuentan la forma de vivir de las gentes baztanesas y de aprovechar lo que el bosque les ofrecía.
Seguimos caminando y cruzamos el arroyo para conectar con una pista que nos devolverá hasta Bertiz suavemente. Justo al llegar a la valla de delimitación del parque y la caseta de información, y sin traspasar la puerta, vemos un camino que, pegado al muro, sale a nuestra derecha. Continuamos por él y, tras pasar unas casas, el sendero se deja besar por el río Bidasoa, llegando al puente de Erreparatzea, situado junto al palacio homónimo.
El lugar es de una belleza increíble; bajo el puente, el Bidasoa forma una poza en la que probablemente las lamias peinarían sus cabellos. El palacio es de origen medieval, si bien se reconstruyó en el siglo XVIII; consta de tres cuerpos, el de en medio más bajo, presentando en las esquinas dos torres, la fachada enlucida de blanco y rematada al igual que las ventanas con piedra.
Llegados a Oieregi, y antes de retornar al coche, descubrimos el motivo que nos ha traído hasta estas tierras. Porque en las casonas del pueblo encontramos escudos en sus fachadas con la imagen de una mujer con cola de pez y largos cabellos, surgiendo del agua. No es el único lugar donde aparecen blasones de sirenas, sin embargo hay algo que las diferencia de otras imágenes. En sus manos vemos que la sirena porta un espejo en una de ellas y un peine en la otra. En localidades costeras como Hondarribia aparecen sirenas en sus escudos, pero en el caso de Oieregi o Narbarte llama la atención la lejanía de estos pueblos con el mar. Quizás estén vinculadas a los mitos de las lamias, númenes acuáticos de ríos y lagos.
Las sirenas son seres con forma de mujer y cola de pez; como el propio mar, tienen una contradicción en sí mismas: son profundamente magnéticas y profundamente peligrosas. Se trata de una influencia de la mitología clásica que llegó hasta nosotros. Las sirenas atraen con sus cantos y sus bellezas a los navegantes, sobre todo jóvenes, muriendo ahogados. Vemos esa similitud de seres malvados como sucede con las lamias, quizás por esa influencia cristiana. Igualmente está presente en muchas tradiciones, no solo la clásica, sino en otras tradiciones como la mermaid inglesa, la lady of the lake escocesa, la meerfrau alemana, la mor-greg bretona, la dona d’aigua catalana o la rusalka eslava. Tiene su versión masculina, en el Tritón, seres de origen clásico, que eran hijos del dios rey de los mares Poseidón, y de su esposa Anfititre.
No son muy comunes las leyendas vascas sobre sirenas, quizás eclipsadas por las de las lamias; una dice así:
“Las sirenas, también se llaman Lamias de mar o Itsaslamiak, poseen una larga cola de pez. Se dedican a peinar sus cabellos con peines de oro de los que dependen totalmente, así que todo aquél que quiera dominarlas puede robarles el peine, aunque eso las enfurece y estas sirenas pueden ahogarlos o traer mal tiempo a las costas si se enfadan. Sin embargo, no siempre son malas y a veces se enamoran apasionadamente de los marineros que rondan por las costas vascas.”
ACCESO: La carretera NA-1210, que une Doneztebe con Oronoz-Mugairi, pasa por Oieregi.
DISTANCIA: 10 kilómetros
DESNIVEL: 400 metros
DIFICULTAD: Media