Una de las trampas más habituales que algunas personas hacen en el supermercado llega a la hora de pesar los productos a granel. La típica táctica de tirar de la bolsa de fruta hacia arriba para que pese menos en lugar de dejarla apoyada en la báscula. Eso ha hecho que algunas cadenas de supermercados hayan dejado a los cajeros y cajeras la responsabilidad de pesar las cantidades para evitar perder dinero.
Otra trampa a veces más difícil de descubrir es pesar el producto pero dándole al botón de otro más barato y que sea difícil de diferenciar para la persona que cobra en la zona de cajas. Por ejemplo, coger tomates caseros y darle al botón de tomates de ensalada estándar, que a simple vista y con una bolsa de por medio pueden parecer iguales. La cosa puede ser más fácil si, como está sucediendo en muchas grandes superficies, se introducen cajas automáticas en las que el cliente pasa los productos él mismo por un lector de códigos pero sin la mediación de un empleado.
De eso se aprovechó hace ya un tiempo un joven francés de 19 años, de nombre Adel, pero con una táctica mucho menos sutil: pesando una PlayStation en la báscula y dándole al botón de las naranjas. La etiqueta que la báscula generó decía 3,3 kilos de naranjas y suponía un coste de 9,29 euros, por los 340 euros que costaba la consola de Sony. Con esa bolsa y esa etiqueta pasó sin problema por la zona de cajas automáticas y salió del supermercado de la localidad de Monbéliard sin llamar la atención de nadie.
Pero la avaricia rompe el saco y Adel quiso repetir la táctica al día siguiente en el mismo supermercado. Lo que no sabía es que en la tienda se habían dado cuenta de lo sucedido y la Policía le estaba esperando. Las consecuencias no fueron muy agradables para él: tuvo que pasar cuatro meses en un correccional, cinco años de inelegibilidad y toda la vida sin pisar un supermercado de la cadena.