Despojados de las instituciones y del bastón de mando del Govern, la Diada celebrada hoy ha marcado un punto de inflexión en el mundo independentista, que busca resetearse en los respectivos congresos que tienen pendientes sus formaciones políticas este otoño y en los que se verán obligados a definir sus liderazgos y “redefinir sus estrategias”, tal y como les demanda la sociedad civil soberanista que, eso sí, ha podido exhibir cierto músculo en una movilización descentralizada en cinco ciudades (73.500 asistentes cifró la Guardia Urbana) en medio del desencanto plasmado en las urnas. Dos focos han centrado la atención de la jornada. Uno, el que apuntaba al nuevo president de la Generalitat, el socialista Salvador Illa, a quien el espectro secesionista repudia por ser una de las figuras que enarboló el 155. Otro, Esquerra, señalada por propiciar la investidura del líder del PSC y por un cisma interno descomunal entre las facciones representadas por Oriol Junqueras y Marta Rovira, ausentes en la marcha principal pese a haber tomado parte en algunos de los actos. Protagonista bajo la sombra del exilio y aclamado por los asistentes, el expresident Carles Puigdemont no ha acudido, obviamente, porque la Justicia española se niega a aplicarle la amnistía que emanó de las Cortes.

En un mensaje sin cariz identitario, Illa se ha limitado a tirar de catalanismo en un día “para reflexionar nuestra voluntad de ser y de convivir”, un momento para “compartir y reencontrarse, y que pertenece a todos los catalanes y catalanas”. Un discurso huérfano de referencias a las diatribas políticas que rodean su pacto con los republicanos, con la pulsión que suscita el presunto Concierto Económico, y que le ha servido para pasar de puntillas en un escenario reivindicativo donde ERC promete “reconstruirse”. Abanderada por su portavoz, Marta Vilalta, ha dicho entender que haya “militantes decepcionados y que sienten rabia y desengaño”. “Es comprensible, hemos visto episodios que no habríamos querido vivir”, ha lamentado en una mirada introspectiva pero lanzando un dardo a Junts, sin mencionarle directamente, por dedicarse “a repartir carnets de buenos y malos independentistas, y criticar al compañero de viaje de al lado en vez de trabajar para consolidar las mayorías”. Y mientras el expresident Pere Aragonès clamaba por “una República libre en la cual sean inviolables los principios eternos de la libertad y la democracia”, no han sido pocos los gritos y silbidos contra su formación acusándoles de “traidores”.

Desde JxCat, su secretario general, Jordi Turull, ha recordado que “ni los condes Duque de Olivares ni los Felipe V ni los Primo de Rivera ni los Franco pudieron aplastar la nación. No lo hará Felipe VI, no lo harán los Llarenas, no lo harán los Marchenas (...) No lo harán incluso aquellos que tienen más vocación de delegado del Gobierno que de presidente de Catalunya y que quieren dormir las instituciones propias”, ha censurado en referencia a Illa y apostando por la autoexigencia para rehacer la unidad independentista y priorizar la independencia: “Nos tenemos que poner de acuerdo con esta hoja de ruta nueva que tenemos que hacer ante lo que ha pasado”. Y ha precisado: “El Estado español está viviendo una regresión democrática increíble: no solo por el golpe de toga, también hay dirigentes políticos para quienes los Parlamentos son un estorbo”, ha manifestado afeando las recientes palabras de Pedro Sánchez. Por su parte, el presidente del Parlament, Josep Rull, ha denunciado el “incumplimiento radical” de la ley de amnistía por parte del Tribunal Supremo, del que afirma que “se ha declarado en rebeldía”.

Autocrítica

Aunque desde el Estado español partidos y medos se centrarán en ridiculizar las cifras de participación, el objetivo esta vez no era reunir a una multitud porque “ya nos hemos contado muchas veces”. Desde las entidades civiles, la principal organizadora, la Assemblea Nacional Catalana (ANC), ha advertido de que Illa “seguirá desmenuzando” Catalunya e insta al independentismo a no dejarse engañar. “Solo podremos ser independientes si volvemos a fortalecer la nación. No es un momento de luchar solo por las banderas, porque las banderas solo sirven cuando cobijan libertades y derechos sociales”, ha proclamado su presidente, Lluís Llach, quien reclama recuperar la unidad: “Demostremos que el independentismo es fuerte, transversal e incluso inteligente, y que aquí no se rinde nadie”. 

El líder de Òmnium, Xavier Antich, ha llamado a “entender que ya no estamos en 2017”. “El independentismo ha perdido poder político y no podremos avanzar colectivamente hasta que se haga la autocrítica”, ha subrayado, para añadir: “No estamos aquí para vender humo ni para alimentar la lucha fratricida, el mal humor, los reproches y el desánimo, ni para contribuir al catastrofismo”, ha sintetizado el día en que el Tribunal Constitucional ha confirmado que revisará la ley de amnistía ante la inconstitucionalidad planteada por el Supremo.