El (primer) día D ya está aquí. La configuración de la Mesa del Congreso, pendiente de la decisión que a primerísima hora adopte Junts en una cumbre telemática de su cúpula, fijará este jueves el rumbo de la próxima legislatura. El partido de Carles Puigdemont se presenta como la necesaria llave para que la balanza se decante en favor del bloque de izquierdas, toda vez que una Cámara baja en manos de la derecha haría inviable la rutina parlamentaria a Pedro Sánchez, más aún con mayoría absoluta del PP en el Senado. El líder del PSOE, que cuenta con los votos de Sumar, EH Bildu y BNG, confía en atraer los apoyos de ERC, PNV –que guarda silencio al respecto– y hasta Coalición Canaria, pero sobre todo implora el respaldo de los llamados posconvergentes, aunque el conejo de la chistera que se ha sacado el dirigente socialista ha sido un compromiso sobre las lenguas cooficiales para el uso del catalán en Europa que puso sobre la mesa en el verano de 2022 y que no se cumplió. Una oferta que incluso ha causado un profundo enojo en el bando republicano y en los jeltzales.

Se lo había advertido Puigdemont horas antes de que Sánchez reapareciera. “La Mesa del Congreso, para nosotros, no va de tener un cargo dentro, ni tampoco va de la investidura. No podemos avanzar nacionalmente a base de promesas formuladas por quien siempre las incumple”, ha reflejado el president en el exilio en un mensaje en su cuenta de X, antigua red social Twitter, por lo que exige “hechos comprobables” antes de “comprometer” los votos de JxCat en cualquier tipo de alianza. Sus líneas maestras –subraya– “no han variado, por más presiones y corredizas de última hora que haya, y algún insulto que se les descontrola”, dejando claro que desde su espectro político no tienen “ninguna confianza en los partidos políticos españoles, toda precaución es poca y las promesas no nos calientan ni nos enfrían”. Una posición que es “el resultado de una profunda desconfianza, basada en hechos reales, que no desaparecerá por un acuerdo y que un desacuerdo no hará más profunda”. “El sistema político y mediático español habla de chantaje, pero es un error que revela hasta qué punto ignoran, sea por desinterés o por soberbia, la realidad que nos ha traído hasta aquí”, zanja Puigdemont.

Sánchez, que ahora solicita el aval de Junts para “superar los conflictos que desgarraron” el Estado, ha reaccionado prometiendo “hacer más” para impulsar las lenguas cooficiales aprovechando la Presidencia española de la Unión Europea con vistas a fomentar su utilización en las instituciones comunitarias. “España habla en castellano, pero España también habla en catalán, en euskera y en gallego y, por tanto, nuestro deber es consolidar espacios de representación, de uso y de conocimiento de las lenguas de España”, ha sentenciado, al tiempo que llama a “estar más unidos en nuestra diversidad”. Ni asomo de las reivindicaciones del independentismo, referéndum y amnistía principalmente, lo que ha generado un desencanto público en el mundo soberanista, a quien el presidente del Ejecutivo ha tratado de contentar también colocando como candidata a presidir la Cámara baja a la expresidenta de Baleares, Francina Armengol. “Así, no”, le ha avisado la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, evocando que ese plan ya tenía que haberse puesto en marcha tras el acuerdo al respecto en la mesa de diálogo bilateral celebrada en julio de 2022.

 

Además del compromiso de solicitar al Parlamento Europeo la consideración del catalán como lengua de uso en el Pleno, se recogía “la ampliación del derecho de los representantes políticos a realizar su labor en todas las lenguas del Estado”. Eso sí, en aquel documento solo se hablaba de revisar “el Reglamento del Senado” pero no se mentaba al Congreso. En los doce meses posteriores no se dio ningún paso en la Cámara Alta. Junts registró una iniciativa en 2021 que el Senado aceptó tramitar con apoyo del PSOE para reformar el Reglamento y permitir el uso de lenguas cooficiales en todos los debates. Ese plan, con un coste aproximado de un millón de euros, quedó congelado con la ampliación constante de los plazos de enmiendas y finalmente caducó con la disolución de las Cortes. 

Silencio de los jeltzales sobre su voto

También ha interpelado a Sánchez el diputado de Bildu, Ion Iñarritu, indicándole que ponga en práctica esa idea primero en las instituciones del Estado. “Empezará por las de su casa, ¿no?”, se ha preguntado. Pero, sin duda, si alguien se ha molestado ha sido el PNV. Su portavoz, Aitor Esteban, ha puesto en cuestión la credibilidad del líder del PSOE recordando que, de los 1.100 millones de euros del Perte de Nueva Economía de la lengua, solamente se destinaron dos millones al euskera. “¿Fuera sí y dentro no? Parece que los vascos en el Estado somos menos europeos”, ha apostillado. En vísperas de la configuración de la mesa del Congreso, donde la formación nacionalista no ha confirmado aún el sentido de su voto y ni siquiera ha descrito su parecer con las “especulaciones”; el dirigente jeltzale ha aseverado que el socialista “lo tenía más fácil para ser creíble en temas lingüísticos” durante la anterior legislatura “y ha demostrado lo contrario”.

Con todo, y pendientes de que Puigdemont deshoje pues la margarita, Sumar dice ser optimista, admitiendo Yolanda Díaz negociaciones “al máximo nivel” con JxCat. “Creo que estamos en una lógica de una negociación y en los últimos tiempos de una negociación”, ha afirmado. Los comunes han ido incluso más allá rogando a Junts que esté a la altura para contar con una Mesa “progresista y plurinacional”.Sin memoria de sus vetos en Barcelona. A su vez, el BNG ha confirmado que apoyará a Armengol y espera que ERC y Junts tengan grupo parlamentario propio, porque eso “aligeraría” el Grupo Mixto.

La legislatura arranca como aquellas tarjetitas del Un, dos, tres... responda otra vez. Pueden llevarte al éxito o darte calabazas.