Corinna Larsen dejó claro al rey emérito que no quería formar parte de "una especie de estructura de harén" antes de iniciar la relación sentimental que ambos mantuvieron y durante la que esta asegura que sintió que el entonces monarca era su "esposo" pese a que nunca estuvieron casados.

Así lo cuenta en 'Corinna y el Rey', un nuevo podcast realizado por Project Brazen, cofundado por los finalistas del Pulitzer Tom Wright y Bradley Hope, con la colaboración de la organización sin ánimo de lucro PRX y las productoras Audiation de Nueva York y La Coctelera Music de España.

El podcast verá la luz la próxima semana pero sus productores ya han dado a conocer a la prensa el primero de los ocho capítulos que lo componen, 'La Casita', en el que se cuenta cómo se conocieron Don Juan Carlos y Corinna en febrero de 2004 en la finca La Garganta del Duque de Wellington y cómo comenzó su relación unos meses más tarde.

En él, Corinna dice del que sería luego su pareja que le pareció "jovial, bromista, risueño y un tipo muy agradable" después de su primera conversación durante esas jornadas de caza al término de las cuales se intercambiaron los números de teléfono.

El embajador español en Londres, intermediario

Pocos días después, el entonces Rey se puso en contacto con ella a través del embajador español en Londres con la excusa de renovar su colección de armas, algo que la empresa que entonces dirigía Corinna, Apollonia Associates, hizo sin cobrar por el prestigio que tenía la operación, y a continuación las llamadas en persona se hicieron recurrentes.

Cuando ella no estaba, relata la que fuera princesa, dejaba el recado de que había llamado "el señor Sumer", por "su majestad el rey" y pronto comenzó a comunicarse con ella a través de mensajes con su teléfono personal. "Era muy divertido y persistente", afirma Corinna, que recuerda que Don Juan Carlos "era conocido por ser uno de los mayores seductores de la realeza".

Tras hablar durante horas por teléfono, ambos deciden finalmente verse cara a cara. La cita tendrá lugar en el antiguo pabellón de caza de Franco, en El Pardo, muy cerca de la residencia oficial del monarca, el Palacio de la Zarzuela, a la que Corinna bautizaría como 'La Casita' y que sería el lugar de encuentro de la pareja en adelante.   

El emérito le pidió ayuda para organizar la luna de miel de Felipe y Letizia

En aquella primera cita, el emérito hace saber a Corinna que su matrimonio con la Reina Sofía era solo una apariencia y también le pide que le ayude a organizar la luna de miel del Príncipe Felipe y Letizia, que iban a contraer matrimonio en mayo de 2004.

Según relata Corinna en el podcast, su empresa se encargó de toda la organización con la máxima discreción, llevando a los futuros Reyes por varios países hasta culminar su viaje en Fiyi. En cuanto al pago de las facturas, asegura que el Rey le dijo que pasara la mitad de los gastos a Palacio y la otra mitad a la empresa afincada en Barcelona Navilot, propiedad de su amigo Josep Cusí.

Corinna le advirtió que no quería formar parte de un harén

Poco después, el emérito le planteó que quería tener una relación con ella ante lo cual, Corinna asegura que se mostró tajante. Para ella no era un "problema moral" el que estuviera casado, ya que sabía que el matrimonio estaba roto, aunque reconoce que era "duro", pero "otra cosa era formar parte de una especie de estructura de harén". Eso, recalca, "no me interesaba en absoluto".

El hecho de que Corinna no cayera inicialmente rendida a sus pies no hizo sino incrementar el interés del rey en ella, que inició todo un proceso de cortejo. "Me llamaba probablemente diez veces al día, todos los días, me enviaba flores y cartas", recuerda, subrayando que recibió cientos de ellas, todas escritas en papel oficial.

"La casita"

"No eran cartas de amor estereotipadas, eran muy sinceras", asegura la que fuera pareja del entonces monarca, que le escribía de su puño y letra para decirle lo mucho que la extrañaba. Finalmente, hacia septiembre de 2004, ambos estaban ya locamente enamorados y comenzaron a verse en cacerías por toda Europa y también en Venecia, aunque de los momentos que más disfrutaba Don Juan Carlos era de su intimidad en 'La Casita'.

El emérito durante una barbacoa junto al hijo de Corinna Larsen en la casa de La Angorilla donde se veía la pareja. Redaccion DNN

"Le encantaba la informalidad y la calidez de tener un fin de semana así, fuera de protocolo y de la complejidad del matrimonio, siendo él mismo", explica Corinna de los momentos pasados en la vivienda junto al hijo de esta y en los que el emérito podría preparar él mismo una barbacoa, como le muestran las fotos que se filtraron años después de aquella época.

Corinna también deja claro en el podcast la naturaleza de su relación con Juan Carlos I. "Cuando lo llaman aventura y me describen como amante no es que sea despectivo, es que no describe la realidad y amplitud de esta relación", sostiene. "Nunca me había sentido tan vinculada a alguien", asegura la empresaria que estuvo casada en dos ocasiones antes. "En mi corazón, él era mi esposo", remarca. 

En los siguientes capítulos, Larsen cuenta más detalles de su relación y cómo se fue desgastando hasta llegar a la separación. Corinna denuncia que en aquel momento el emérito le exigió que le devolviera los 65 millones de euros que había transferido a sus cuentas en Suiza, y que comenzó el acoso hacia su persona de los servicios secretos españoles. "Me despierto de madrugada y siento que hay alguien de pie, junto a mi cama, en mi propia habitación", cuenta. "Si no obedeces estas instrucciones, podrías morir en un túnel como la princesa Diana", asegura que le trasladaron personal enviado por el emérito.