Alberto Núñez Feijóo accedió a la presidencia del PP con una vitola de moderación que parecía abrir la expectativa de un distanciamiento de la ultraderecha de Vox. Pero ese alejamiento no se dio finalmente tras las elecciones en Castilla y León, donde Feijóo se puso de perfil y dio manos libres a Mañueco para decidir la entrada de Vox en su gobierno. “Mañueco, posiblemente, habría preferido otra opción, pero no la había”, se justificó entonces. Con la mirada puesta en las elecciones generales previstas para dentro de un año, Feijóo ha evitado este lunes descalificar a Vox como socio o negar de manera tajante que vaya a dar entrada a la ultraderecha en su gobierno. Al presidente del PP le preguntaron si le quitaría el sueño gobernar con el partido de Santiago Abascal, algo que negó con un “no”. 

¿Quiere esto decir que abre la puerta a gobernar con Vox? La sensación que dio es que no quiso entrar a especular al respecto porque, inmediatamente después de esa negativa, añadió que no le preocupa porque él aspira a ganar las elecciones y a gobernar con una mayoría suficiente.

No quedó del todo claro lo que pretendía trasladar y parece seguir moviéndose en una ambigüedad que, si no se resuelve, aleja a partidos como el PNV, incompatibles con Vox. En una entrevista concedida a Telecinco, se le preguntó si le quitaría el sueño gobernar con Vox, una pregunta que trataba de jugar con las palabras del socialista Pedro Sánchez, quien había dicho que no podría dormir tranquilo si gobernara con Podemos en el Consejo de Ministros y finalmente pactaron. Feijóo negó que le quite el sueño: “No”. Pero matizó: “No, porque yo, desde el principio, cuando asumí la presidencia del partido, lo dije claramente: yo vengo aquí a ganar las elecciones, no a insultar al señor Sánchez; y las vengo a ganar para poder gobernar con una mayoría suficiente”. 

Sin depender del nacionalismo catalán

Feijóo recalcó que él va a intentar ser presidente y cree que lo puede conseguir. Defendió que la política estatal tiene que dejar de depender del independentismo catalán, y de un gobierno del PSOE y Podemos condicionado desde fuera por los soberanistas catalanes. Muchos interpretaron que estaba quitando hierro a la posibilidad de gobernar con la ultraderecha, pero también parecía trasladar la idea de que no le quita el sueño porque no se ha puesto a pensar en ese escenario y quiere obtener una mayoría amplia en las elecciones. De hecho, parecía estar cambiando de tema en la segunda parte de su respuesta.

La lengua, las transferencias...

El presidente del PP se ha movido a dos aguas desde que accedió a la presidencia del partido. Ha evitado descalificar a Vox a sabiendas de que necesita recuperar parte de los votos que se le han fugado a esa formación, y también porque, tal y como está ahora el reparto de fuerzas y salvo que logre una remontada épica como auguran algunos medios de comunicación afines, seguirá necesitando a Vox en la investidura. Esa es una operación que inmediatamente expulsa al PNV, aunque en algunos ámbitos se hayan exagerado las expectativas sobre la reunión con Andoni Ortuzar. Para los jeltzales, el encuentro simplemente es un gesto de normalidad política tras la voladura de los puentes por la moción de censura que derribó a Mariano Rajoy.

Algunos ámbitos mediáticos, sin embargo, han asegurado que Feijóo quiere intentar una operación sin Vox y con el PNV, pero desde el punto de vista aritmético parece poco realista y, desde el punto de vista político, es extremadamente difícil, porque los jeltzales mantienen la apuesta por la mayoría plurinacional articulada en torno al socialista Pedro Sánchez.

Por ahora, Feijóo ha respondido de manera ambigua de forma deliberada en debates cruciales como la lengua en Catalunya. En ese caso, no acudió a la manifestación que exigía implantar el 25% en castellano en las escuelas y que sirvió a Vox y C’s para exhibir fervor patriótico, pero sí envió a Cuca Gamarra. El PP lanzó también un globo sonda sobre la transferencia de la gestión del litoral, asegurando que sería más sensible que Sánchez, quien se la niega a Euskadi y Galicia. Pero, al mismo tiempo, ha rechazado el carácter plurinacional del Estado.

Feijóo se está reuniendo con todo el espectro político a diestra y siniestra. También lo hizo con el propio Santiago Abascal y con la vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, situada en el lado opuesto del panorama ideológico estatal.