A Pedro Sánchez se le acumula el trabajo, por no decir que se le complica la vida. A punto de cumplirse este miércoles cuatro años desde que una moción de censura desalojó del poder al Gobierno de Mariano Rajoy, el líder del PSOE enfila el trance más alambicado de su periplo en La Moncloa aferrado a su manual de resistencia y, ahora, sujeto a la geometría variable para sacar adelante las leyes de su gabinete ante las discrepancias abiertas con sus socios y aliados. “El presidente ya conoce lo difícil que es conseguir apoyos para la investidura, tampoco lo ha tenido fácil al afrontar las consecuencias de una pandemia, del volcán canario, de la guerra en Ucrania... y no se va a arredrar ahora para seguir cohesionando la mayoría que necesita el país”, aseguran desde su entorno pese a reconocer lo delicado de la situación. El desembarco de Alberto Núñez Feijóo en Génova ha acrecentado además la expectativa electoral del PP, con el agravante del empuje de la ultraderecha, en puertas de unos comicios andaluces que pueden suponer un antes y un después en el escenario político, enmarañado con el espionaje al independentismo, una agenda legislativa complicada y un conflicto catalán enquistado. ¡Como para pensar en los próximos Presupuestos!

Aquel 1 de junio de 2018 el Congreso aprobaba la primera censura exitosa de la democracia en el Estado tras la sentencia del caso Gürtel. Al día siguiente, Sánchez prometía su cargo en Zarzuela y arrancaba un periodo que aseguró que estaría marcado por medidas sociales y que facilitaría la regeneración democrática. Se afrontaba como una etapa provisional a la espera del aval de las urnas que intentó conseguir casi once meses después, en las elecciones del 28 de abril de 2019. Tras una investidura fallida, hubo que repetir la cita con las urnas el 10 de noviembre, las que alumbraron el primer Ejecutivo de coalición, con Unidas Podemos sumándose al binomio, y el inicio de lo que se presumía como un periodo de cierta tranquilidad al contar con una mayoría suficiente de la que formaban parte, entre otros, el PNV, ERC y EH Bildu. Pero la sucesión de acontecimientos ha hecho que la legislatura haya discurrido lejos de esa tranquilidad. Cuatro años que, marcados principalmente por la crisis sanitaria, parecen haber sido una vida.

La trompicada forma en que ha salido adelante la Ley Audiovisual, gracias a la abstención del PP, que podría propiciar nuevos pactos de Estado en cuanto a la Ley de Secretos Oficiales, el CNI o la renovación del Poder Judicial, añaden más incógnitas sobre cuándo expirará un ciclo en el que ya se vislumbran las elecciones municipales y autonómicas del próximo año. En Moncloa confían en que año y medio para las generales es demasiado tiempo en política y que los ciudadanos, que pueden mejorar su horizonte socioeconómico con la llegada de los fondos europeos, tendrán la ocasión de percatarse de que Feijóo no se distancia tanto de Casado y de que mirará hacia otro lado cuando a su partido le toque ser sumiso ante Vox, como se aprecia en Castilla y León. Mientras, Sánchez se refugia en la figura de Yolanda Díaz, y en un proyecto estratégico que también él necesita ya que la ecuación de la izquierda pasa por su éxito, ensalzando a todos los miembros de su Gabinete y mostrando su orgullo por el “equipazo” que forman. Lo resume en un conjunto de medidas como la reforma laboral, el Ingreso Mínimo Vital, el aumento notable del salario mínimo y otras iniciativas para ayudar a los más vulnerables ante las consecuencias de la pandemia y de la guerra. Otra cosa es que la retórica del nuevo clima en Catalunya le baste para contener el malestar de Esquerra, que mantiene su posición beligerante desde que se conoció la vigilancia a decenas de personalidades del mundo independentista, entre ellas a Pere Aragonès. Principalmente, por la falta de explicaciones convincentes y de medidas oportunas para que ello no vuelva a reproducirse.

Aunque admite aspectos preocupantes en el ámbito económico como el de la inflación, los coletazos del coronavirus y las derivadas de la invasión rusa en Ucrania, el presidente español saca pecho y señala los elogios recibidos en el Foro Económico Mundial de Davos. Además, enfatiza los esfuerzos por reducir el precio de la factura eléctrica. En su foro interno no descarta aprobar las Cuentas de 2023 sin que una prórroga presupuestaria fuera tampoco un drama. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya está de nuevo manos a la obra con el proyecto. En primer lugar para presentar muy pronto el denominado techo de gasto. Estos terceros Presupuestos se beneficiarán además, otra vez, de la suspensión de las reglas fiscales acordada en Bruselas.

Su intención es que su Consejo de Ministros, en el que podría haber cambios de torcerse los escaños en Andalucía, se dedique a vender la gestión. “Hace cuatro años venció el futuro al pasado, la ejemplaridad a la corrupción, los derechos a los recortes, el empleo digno frente al despido. Hace cuatro años ganó España y perdió la derecha”, rememoró Sánchez este fin de semana, ahondando en los casos, como la Kitchen, que aún persiguen al PP. “Las leyes salen, que es lo importante. La geometría variable será una agonía diaria, pero aprueba leyes”, constatan en su equipo. Y se consuelan: “Así ha sido desde el principio, y así será hasta el final”.

Pero lo cierto es que en cada sesión parlamentaria, cada debate de proyecto de ley, cada acto institucional, se pone de manifiesto que lo más constructivo de la legislatura, parece tiempo pretérito. Un dato curioso, desde aquella moción de censura en Unidas Podemos solamente queda Irene Montero del grupo de dirigentes fundacionales, después de que Pablo Iglesias colgara el hábito político y se dedique ahora a hacer marcaje desde sus análisis mediáticos. Tras lo sucedido el último mes, con el Catalangate estallando o con la polémica sobre la Corona surgida de la extraña visita de Juan Carlos de Borbón, la normalidad democrática se antoja harto difícil.

“A pesar de estos ruidos y de que alguien se empeña en potenciar el ruido, este Gobierno está gobernando como no lo ha hecho ningún otro cuando se ha enfrentado a algunas crisis. Este Gobierno ha empalmado dos crisis, la del covid y la de las consecuencias de la guerra de Putin, y está poniendo todos los recursos y todos los medios del Estado a disposición de la ciudadanía, sobre todo, de los más vulnerables, para no dejar a nadie atrás. No vamos a entrar en unas elecciones solo para satisfacción de algunos”, argumentó ayer el diputado socialista Patxi López en Radio Euskadi. Por su parte, la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, mandó un recado a Feijóo: “El PP siempre es el mismo, puede mudar la cara, hoy puede llevar barba y mañana no, hoy puede hablar más rápido o más despacito, puede ser más alto o más bajo, pero es el mismo PP de siempre”. De ahí que le recuerden la corrupción que justo ahora hace cuatro años le mandó a la oposición. Y, por encima de todo, para poner en valor el balance del cuatrienio de Sánchez.

“A pesar del ruido, no vamos a entrar en unas elecciones solo para la satisfacción de algunos”

Diputado del PSOE en el Congreso