Entrar en el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, situado en el Paseo del Prado de Madrid, genera una primera sensación chocante. El edificio, construido entre 1950 y 1951, albergó la sede del Sindicato Vertical, goza de valor arquitectónico, pero especialmente en su interior exhala un aire pretérito, como a decorado de Cuéntame de hace unas temporadas. El despacho de la ministra, muy amplio, tiene también un carácter adusto, apenas roto por unos coloridos carteles en su parte izquierda. Ione Belarra (Iruñea, 1987) llega de participar en un acto conmemorativo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, y terminada la entrevista tiene que irse rápidamente a un almuerzo. La agenda de una ministra aprieta, el tráfico en Madrid es intenso, pero desarrolla sus respuestas con la calma necesaria para realizar un repaso panorámico al momento político al Gobierno presidido por Sánchez, y al llamado frente amplio desde Unidas Podemos, sin olvidar la situación de Nafarroa.

Inició 2021 como secretaria de Estado, en marzo pasó a ser ministra y en junio se convirtió en la secretaria general de Podemos. Estará acostumbrada a que las cosas vayan rápido, pero una vorágine así se tiene que gestionar.

-Sí, han sido unos meses absolutamente trepidantes. No se puede decir otra cosa. Yo soy una empollona, y es la única manera en la que sé encarar este tipo de retos que me presenta la vida, tratando de estudiar mucho las cosas, de plantearlas con mucha seriedad y profesionalidad, porque es lo que la gente está esperando de Unidas Podemos, que hagamos las cosas técnicamente impolutas, pero también que estemos muy en contacto con la gente y no perdamos la esencia, y eso nos conecte con las demandas y consensos sociales. Precisamente en un momento de vorágine de cambio, por los impactos que ha tenido la pandemia, y en plena reconstrucción de nuestro país, ese contacto con la gente es imprescindible.

Ser ministra y secretaria general de Podemos son dos responsabilidades muy exigentes. ¿Cuál es la que le quita más horas de sueño?

-Son tan distintas que me parece difícil comparar. El trabajo en el Ministerio estaba ya muy avanzado, con la Ley de Protección de la Infancia, la negociación de la Ley de Vivienda, que ya la llevaba yo anteriormente, la Ley de Familias, que también estaba en preparación cuando tomé el relevo de Pablo... Y los objetivos políticos, con la Ley de Protección Animal, el plan de choque en Dependencia y la transformación para la que tienen que servir los fondos europeos dejaba todo bastante encarrilado.

¿Y la secretaría general?

-Tiene retos de otro tipo, que quizás son más complejos, en el sentido de que Podemos es una fuerza con pocos años de vida y sin embargo en este tiempo ha conseguido objetivos políticos que en la izquierda del PSOE nunca casi se hubieran imaginado, como romper el bipartidismo y transformar el sistema político español. Ahora tenemos un reto muy importante, que es fortalecer nuestro arraigo territorial. Y ese es quizás el mayor desafío que tengo por delante, cuidar el partido, la herramienta colectiva, porque lo que nos han demostrado estos años es que la unidad es la que nos da la fortaleza para cambiar las cosas de raíz, no solo superficialmente.

Esta legislatura nació con el pecado original de la repetición de las Generales, aunque al final el gobierno de coalición cristalizase. ¿Aquellas desconfianzas van a menos, o sigue siendo complicado casar las dos almas del Ejecutivo?

-Es una buena pregunta. La experiencia nos está llevando a consolidar la cultura de la coalición, muy normalizada a nivel municipal y autonómico en nuestro país, pero que sin embargo en el Gobierno del Estado nunca se había producido. Este es el primer gobierno de coalición desde la recuperación de la democracia. Yo creo que eso sí se va normalizando, y progresivamente nuestro socio va entendiendo que un Gobierno de coalición exige una corresponsabilidad en la gestión de las políticas de Estado. Pero a mí lo que siempre me ha obsesionado es la confianza de la gente. Lo más importante es ser confiables. Poder cumplir el acuerdo de Gobierno, los programas electorales con los que nos presentamos, y eso es lo que hemos puesto delante en todas las negociaciones.

Pero son la parte débil del Gobierno, y eso les penaliza.

-Yo no diría que somos la parte débil, somos la parte pequeña.

Aritméticamente.

-Somos la parte pequeña, pero me siento muy orgullosa de todos los éxitos políticos que hemos ido consiguiendo. Hemos convencido al Partido Socialista de cosas que a priori parecían imposibles, la subida del Salario Mínimo Interprofesional, la Ley Solo Sí es Sí, la Ley trans y LGTBI, que también costó lo suyo, la regulación de los precios en alquiler en la ley de vivienda. Yo diría, y no hay más que ver las declaraciones del presidente del Gobierno para evidenciarlo, que la mayor parte de los grandes éxitos de este Ejecutivo son propuestas de Unidas Podemos, que después el socio ha adquirido como propias. Por tanto, no somos la parte débil, creo que estamos marcando en gran medida la dirección de la acción de Gobierno, por lo menos en las medidas más sociales o progresistas.

¿Ve a Pedro Sánchez en esas coordenadas de cuidar la coalición de Gobierno en busca de su reedición? La alternativa es PP y Vox...

-Está clarísimo, la única alternativa al Gobierno progresista es una alianza de Partido Popular con la ultraderecha, que sería la peor noticia para nuestro país. No se trata tanto de un debate entre socios sobre cómo son las relaciones entre el Partido Socialista y Unidas Podemos, sino más bien de lo que se está jugando el Gobierno en los próximos meses. Ahora que estamos saliendo de ese año y medio tan difícil de pandemia, que hemos demostrado que se podía gestionar la crisis económica de manera muy distinta a las políticas de austeridad, es cuando vamos a sentar las bases del país que viene. Creo que esas credenciales son las que van a hacer o no revalidar el Gobierno.

La extrema derecha ha tomado la Agenda 2030 como caballo de batalla.

-Está contribuyendo a hacer la Agenda 2030 famosa, y esa es una buena noticia, porque la mayoría de gente, cuando la conozca, va a ver que es sin duda la mejor hoja de ruta para guiar la reconstrucción de nuestro país. Esa mayoría está de acuerdo en casi todas las medidas que tienen que ver con reducir la desigualdad, avanzar en una transición ecológica y energética realmente ambiciosa, que nos permita hacer frente a la emergencia climática. La base social que sustenta los Objetivos de Desarrollo Sostenible es muy amplia en España, y se está desarrollando en hechos concretos como nunca antes se había hecho. Una de las primeras cosas que hicimos fue declarar la emergencia climática, y por primera vez tenemos una Ley de Lucha contra el Cambio Climático que tiene objetivos que siempre pueden ser más ambiciosos, pero que desde luego es un muy buen texto. Por tanto, la clave de la Agenda 2030 no es tanto hablar de ella sino cumplirla.

El Gobierno ha acordado unos Presupuestos del Estado expansivos. Queda pendiente obtener el apoyo de otras fuerzas, pero parece un marco favorable a tal consecución.

-Creo que el acuerdo entre Unidas Podemos y el PSOE para los Presupuestos Generales de 2022 se lo pone más fácil a la mayoría que sustenta al Gobierno. Pienso que Unidas Podemos ha sido la fuerza política que más ha cuidado esa mayoría, que se ha preocupado de atenderla al máximo posible. Haber sido capaces de incorporar el impuesto mínimo del 15% para grandes empresas, por ejemplo. Nos hubiera gustado que fuera más ambicioso y sobre beneficios y no solo sobre la base imponible, pero sienta las bases de la necesaria reforma fiscal que se tiene que producir con más profundidad en 2022. Esta era una de las demandas del resto de los socios, que teníamos que abordar ya la reforma fiscal. Y sé que el acuerdo en la ley de vivienda ha sido absolutamente imprescindible para que estos Presupuestos sean votables por el resto de fuerzas en el Congreso.

Hay un temor creciente ante la inflación. Si el Gobierno avanza en cuestiones que afectan al bolsillo de amplios sectores, pero los precios se disparan, habrá un problema económico, social y político.

-El Gobierno de España va a hacer todo lo que esté en su mano para que la economía vaya lo mejor posible.

Eso se sobrentiende.

-No estoy tan segura (se ríe).

Pero los márgenes en política monetaria son muy estrechos. Y si las materias primas suben...

-Hay algunas cuestiones estructurales que tienen que ver con el marco internacional en el que nos movemos. El precio del gas, por ejemplo, tiene que ver más con cuestiones internacionales. Pero si algo ha demostrado el Gobierno es que va a estar ahí llevando a cabo las medidas que dentro de nuestras posibilidades podamos hacer, y que vamos a ir hasta el final. El ejemplo del precio de la luz es el más evidente. Por primera vez hemos tocado los beneficios caídos del cielo y vamos a retraer una cantidad muy importante de los beneficios de las eléctricas para bajar la factura de la luz. Incluso, con la oposición evidente y muy explícita de las eléctricas, que están viendo cualquier subterfugio o truco para evitar esa regulación. El último esta misma semana diciendo que van a reabrir los contratos bilaterales con la industria de nuestro país amenazándola con repercutir esa retirada de beneficios.

¿De Europa puede venir una solución rápida, para este invierno?

-Creo que la solución más eficaz es la que hemos puesto en marcha y blindamos este jueves con un real decreto ley, y tenemos que cerrar cuanto antes el proyecto de ley que está en tramitación para aminorar los precios del CO2, para poder abordar la situación.

Se percibe una especie de bicefalia entre Yolanda Díaz y usted. El debate sobre el frente amplio puede contribuir a un clima de campaña, tal vez prematuro.

-Tiene razón. Nos equivocaríamos si nos dedicásemos los dos próximos años a hablar de nosotras mismas. Unidas Podemos y todo el espacio del cambio no nació para mantener ese debate que le encanta a la izquierda de nuestro país de hablar permanentemente sobre sí misma, sobre la unidad de la izquierda y sobre cómo nos vamos a presentar a las elecciones. La gente está viviendo una situación muy complicada, con una pandemia silenciosa en salud mental. Vengo ahora de un acto por el Día de la Erradicación de la Pobreza, y las propias organizaciones reconocen que sin el escudo social la cosa habría sido verdaderamente cruda. Tenemos la posibilidad de sentar ahora las bases de la reconstrucción. En los dos próximos años, según invirtamos los fondos europeos y los cambios estructurales que promovamos, nos vamos a jugar la próxima década. Con ese contexto social y económico lo que no toca es hablar de nosotras mismas, sino trabajar, y es en lo que voy a estar concentrada.

¿Y ahora cómo se enfría el asunto? Porque va a seguir generando opinión y una focalización de los movimientos de Yolanda Díaz.

-Yo he dejado claro mi postura, creo que tenemos que trabajar por ese frente amplio y construir, basado en el espíritu de Podemos y de Unidas Podemos, que siempre ha tratado de sumar a diferentes. Por eso hicimos la alianza con los comunes en Catalunya, y para eso construimos la alianza con Galicia en Común. El nuestro ha sido siempre un espacio plural al que se han venido incorporando referentes de la sociedad civil y de la academia. Lo que digo es que no creo que debiéramos centrar nuestro debate en nosotras mismas, sino ser capaces de trasladarle a la gente en lo que estamos trabajando. Por ejemplo, la derogación de la reforma laboral, que se tiene que producir en los próximos meses, y que afectará a millones de trabajadores y trabajadoras en todo el país.

Al inicio del desgaste en Unidas Podemos, la institucionalización parecía un riesgo. Ahora se percibe que Yolanda Díaz quiere reforzar la imagen institucional, de presidenciable.

-No sé si ha habido nunca una presidenta del Gobierno que se pusiera delante de los manifestantes de Alcoa para defenderles. Creo que es desconocer a Yolanda Díaz.

No digo que haya perdido la calle, pero el mensaje que traslada es más institucional que el que trasladaba Pablo Iglesias.

-No comparto esa opinión. Creo que lo que hemos visto en este tiempo es un ataque sistemático a la figura de Pablo, porque él era el líder del espacio. Si se ha construido una imagen demonizada de él tiene que ver con que incluso teniendo responsabilidades de gobierno, él se atrevía a decir cosas y a hacer cosas que nadie se había atrevido antes. Yo creo que a cualquiera que lidere Unidas Podemos le va a pasar algo parecido, porque siempre va a pasar mientras sigamos defendiendo que se pueden tocar los privilegios de las eléctricas, que hay que pedir corresponsabilidad al sector inmobiliario para garantizar el derecho a la vivienda, o que hay que hacer una reforma fiscal, esas medidas claras de defensa de la mayoría social frente a los privilegiados que han mandado siempre en este país sin presentarse a as elecciones. Otra cosa es que se trate de tapar ese debate de fondo, con un debate sobre las formas. Yo creo que la cuestión es a quién defiendes cuando estás en el Gobierno, y ahí Pablo Iglesias, Yolanda Díaz y humildemente creo que yo, estamos en el mismo lado.

Tras una estrategia de acoso y derribo contra Pablo Iglesias es fácil que ahora se extienda contra Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

-Tenemos una derecha que no se merece la gente, ni en Nafarroa ni en el conjunto del Estado, porque no tiene proyecto de país ni para Navarra. Eso lo está demostrando Navarra Suma un día sí y otro también.

“La experiencia nos está llevando a consolidar la cultura de la coalición, muy normalizada a nivel municipal y autonómico”

“En los próximos dos años, según invirtamos los fondos europeos y los cambios estructurales, nos vamos a jugar la próxima década”

“La derogación de la reforma laboral se tiene que producir en los próximos meses y afectará a millones de trabajadores”