- La anunciada reforma del delito sedición por el Gobierno español, con el objetivo de armonizar” el Código Penal con el de otros países europeos, supondrá una rebaja de las penas actuales asimilando ese delito a conductas de resistencia grave castigadas en otros países con no más de cinco años de cárcel. La sedición es un delito que no halla fácilmente un equivalente en los ordenamientos europeos, algo que no ocurre con la rebelión, que si bien no se denomina con este término en otros códigos sí puede compararse más fácilmente con otras conductas gravemente penadas como “alta traición” en Alemania o delitos contra la República o la integridad del territorio en Francia.
Pese a que se prevé reformar ambos delitos, la atención se centra especialmente en el de sedición porque es por el que fueron condenados por el Tribunal Supremo los líderes del procés en Catalunya. Además, si la pena prevista se rebaja la reforma tendrá consecuencias en el cumplimiento de las condenas ya impuestas al exvicepresident Oriol Junqueras y al resto de condenados, al aplicarse la retroactividad de la norma en beneficio del reo. Por ello cobra especial importancia en este punto el derecho comparado respecto de la sedición, que lleva a valorar las medidas que en otros códigos se imponen respecto a conductas similares como los de resistencia grave, para los que señalan penas de prisión que van desde los 8 años (únicamente en Portugal) hasta condenas que no superan los 5 de cárcel en la mayoría de los Estados, llegando a los 6 meses en sus límites más bajos.
Actualmente, las penas previstas van desde los 10 a 15 años en el caso de que los cometan autoridades mientras que para el resto, los que hayan “inducido, sostenido dirigido la sedición o aparecieren en ella como sus principales autores”, serán castigados con la pena de prisión de ocho a diez años. Por ello se está planteado comparar la sedición con delitos regulados en otros países para sancionar conductas de alteración de paz pública o uso de intimidación para impedir que una autoridad política o funcionario público cumpla con sus funciones.