El exchófer de Luis Bárcenas, Sergio Ríos, ha comparecido este jueves por segundo día consecutivo ante el juez del caso Kitchen, que investiga el operativo de espionaje al extesorero del PP en el que supuestamente actuó de confidente, tras comenzar la víspera a prestar declaración a petición propia y dispuesto a colaborar.
Según han informado fuentes jurídicas, el magistrado Manuel García Castellón le volvió a emplazar este jueves para continuar con la declaración que comenzó a prestar este miércoles en una pieza de la causa que se encuentra bajo secreto, por lo que solo pueden estar presentes en la comparecencia la Fiscalía y su defensa.
El exchófer, por tanto, ha vuelto esta mañana a la Audiencia Nacional, de nuevo oculto bajo un casco de moto, para prestar declaración durante una hora y media, el mismo tiempo que duró el día anterior su primera comparecencia desde que manifestara su intención de colaborar con la investigación. Antes había comparecido ante el juez en otras dos ocasiones sin aportar grandes revelaciones.
El juez le está interrogando en el marco de una pieza secreta que abrió a primeros de octubre a raíz del registro en su domicilio en el que fueron intervenidos móviles y documentación, lo que ha creado malestar entre abogados personados en esta causa.
De hecho, la defensa del excomisario José Villarejo, al conocer que el interrogatorio se iba a producir en estas circunstancias, pidió al juez que suspendiera la declaración al entender que no podía ser secreta al ser a petición propia y afectar a la totalidad del caso sobre el espionaje y sustracción de documentos a Bárcenas.
Pese a estas protestas, el magistrado de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón ha seguido adelante con el interrogatorio al exchófer, que supuestamente actuó como confidente policial en la presunta operación puesta en marcha en 2013 desde el Ministerio del Interior para espiar a Bárcenas.
Pidió declarar días después de la comparecencia, también como imputados, del exministro de Interior Jorge Fernández Díaz y del que fuera su segundo, Francisco Martínez, cuyas discrepancias, que les llevaron a enfrentarse en un careo, radican en si hablaron o no entre ellos del chófer, como demostrarían unos mensajes que según el exsecretario de Interior se intercambió con el exministro, quien niega haber sabido nada de esta operación.