ientrasla disyuntiva electoral gira alrededor de si esta vez el independentismo superará la barrera del 50% de votos, y dando por descontado de que reforzará su actual mayoría absoluta en el Parlament; a tres meses de la cita catalana con las urnas, el 14-F, la mayoría de fuerzas políticas no ha terminado de perfilar quién será su cabeza de lista en un escenario atomizado, en especial en el polo soberanista, y convulso. Primero, porque los comicios llegan tras la inhabilitación del president Quim Torra, y después porque se celebrarán en un contexto de crisis sanitaria por la pandemia que deja todo el operativo entre interrogantes. A ello se añaden los recelos en ambos bandos, principalmente en el secesionista; el enquistado conflicto que mantiene a los dirigentes del procés encarcelados o exiliados, amén de los ciudadanos represaliados; así como la necesidad de Moncloa de contar con apoyos de los llamados partidos de la ruptura para sacar los Presupuestos pese a ciertas operaciones policiales y a que la mesa de diálogo bilateral sigue en el limbo.

Junts per Catalunya

Borràs o Calvet, fieles al 1-O y a Puigdemont

A nadie se le escapa que es el nombre propio de la contienda. No solo porque hablamos de Carles Puigdemont, el president del 1-O y la DUI que optó por el exilio en Waterloo, sino porque esta vez, y aunque haya decicido no abanderar la plancha, aunque estará en las listas, acude con marca electoral genuina y tras desprenderse del resto de porciones posconvergentes. Junts per Catalunya, entregada a la estrategia de confrontación “inteligente” con el Estado, la más severa del mundo soberanista, buscará, bien por el carisma de su líder o por erigirse en la apuesta por el derecho a la autodeterminación más original, sin renunciar a la unilateralidad, compite por comerle de nuevo la tostada a Esquerra. Ya sucedió el 21-D, en las elecciones del 155, y en las europeas, donde Puigdemont, aún perseguido por la Justicia española, obtuvo un acta que pone en práctica en Bruselas pese a los intentos del Supremo por maniatar su inmunidad. De hecho, no aspirará a ser president porque tendría que dejar ese asiento europeo, perdería su protección y podría ser arrestado en cuanto pisara el Estado.

En las primarias la mejor posicionada es la portavoz de JxCat en el Congreso, Laura Borràs, con perfil propio y que se ha granjeado muchas simpatías no solo entre sus filas sino en la bolsa de votantes a quien se dirige pese a estar imputada por la presunta fragmentación de contratos de la Institució de les Lletres Catalanes, cuando era su directora. En la red social Twitter ya se han viralizado los hashtags#LaLauraemrepresenta y #FemHistoriaJunts con el mandato del referéndum por bandera. Enfrente tendrá al exconseller de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, de los muchos que rompieron el carnet del PDeCAT. Su lema: Continuamos el camino, ¿nos acompañas?, también con la referencia del 1-O. La votación de la militancia, el 29 de noviembre.

PDeCAT y PNC

Chacón y Pascal, las dos escisiones posibilistas

Habrá que comprobar cómo se resuelve en papeletas el divorcio entre las facciones de la extinta Convergència, legado -el positivo, no el del 3%- del que se arroga el PDeCAT que preside David Bonvehí y que acabó metido en juicio con Junts por la usurpación de la marca. Los llamados demócratas no lo tienen fácil recurren a la hasta hace poco conseller Àngels Chacón, vencedora de unas primarias sin rival. Queda saber si Artur Mas, que optó por no abrazarse a Puigdemont, será un bastión en campaña o por contra se mantendrá neutral. En el músculo del PDeCAT hay otras opciones como el alcalde de Igualada, Marc Castells -célebre por enfrentarse a Torra durante el confinamiento de su población- o el de Mollerusa y portavoz del partido, Marc Solsona. Para más inri, la tercera pata de los neoconvergentes la encabeza Marta Pascal, antigua coordinadora general del PDeCAT hasta que su vía posibilista chocó con el expresident, y que se presentará llevando el timón del Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), más enfocada a exprimir el autogobierno que la independencia y afanada en querer ejemplificar su proyecto con el del PNV de Iñigo Urkullu. Aunque la lógica invitaría a pensar en una coalición con los demócratas, asegura que irá con su propuesta en solitario.

Paralelamente, uno de los partidos aún sin destino claro es Demòcrates, formación surgida de una escisión de la extinta Unió, abanderada de la vía unilateral y que cuenta con dos diputados integrados en el grupo de ERC, que defiende un frente común independentista y próxima al postulado de JxCat, aunque está dispuesta a presentarse por separado si no hay lista unitaria. En el flanco del catalanismo moderado, Convergents, liderado por el exconseller Germà Gordó; Lliures, dirigido por el exmiembro de CDC Antoni Fernández Teixidó; y la Lliga Democràtica impulsada por la politóloga Astrid Barrio, han acordado un decálogo como base para elaborar un programa electoral conjunto y han invitado a otras fuerzas a formar una “alternativa electoral de centro amplio”. De hecho, el PSC quiere explorar una alianza con estos dos últimos y con Units per Avançar, heredero de Unió y que tiene al frente a Ramon Espadaler. También impulsará de entrada su propia lista Primàries Catalunya, formación minoritaria que agrupa a sectores partidarios del unilateralismo críticos con JxCat y ERC.

ERC

Aragonès tiene perfil y la bendición de Junqueras

En Esquerra parecen las cosas más claras, debatiéndose entre dos figuras. En primer término, Pere Aragonès. Asentado en el Govern como vicepresident, que no como president en funciones, como así quedó claro tras el pacto con Torra, el responsable de Economía tiene la bendición del encarcelado Oriol Junqueras, quien a la postre es la figura en la sombra del espectro republicano, acostumbrado a ganar en las encuestas pero no en las urnas. y que tiene la ocasión de oro para liderar el independentismo y el Palau de la Generalitat. En segundo lugar, con un foco no menos potente, el president del Parlament, Roger Torrent, que no solo ha tenido que lidiar con la oposición sino también con los enfrentamientos sucesivos con los expresidentes últimos, entre otros temas por una resolución sobre la monarquía y la defensa de los funcionarios de la Cámara. En las quinielas, también más como señuelo de lo que representa, la exiliada Marta Rovira. En cualquier caso, la senda pragmática puede reforzar a ERC desde algunos sectores de votantes y, a su vez, ceder otros, y es que a los republicanos no les basta con alcanzar ese 50% de sufragios, sino que hablan de mantenerlos y ensancharlos en sucesivas citas. A día de hoy, y aunque no avalan la plancha unitaria del soberanismo, dicen desdeñar de un posible tripartito de izquierdas en tanto que, además, se mantiene la política de represión desde el Estado, que hace guiños con los indultos cuando el secesionismo reclama amnistía para los implicados en la causa del procés.

CUP

Con idea de recuperar a David Fernàndez

Por su parte, la CUP carece del señuelo de un rostro que haya dejado huella en este proceso tras el exilio de Anna Gabriel y medita rescatar a David Fernàndez, el diputado que enseñó una sandalia a Rodrigo Rato durante una comisión parlamentaria como símbolo de desprecio a su gestión en Bankia. No han sido pocos los problemas internos en la fuerza anticapitalista. Quim Arrufat, uno de sus referentes, tuvo que marcharse tras pesar sobre él dos acusaciones por abuso sexual por parte de otras militantes de la formación. A su vez, Mireia Boya dejó el acta de diputada tras explicar que era acosada verbalmente y de manera sistemática, pero no en un sentido sexual, por un compañero de militancia. Solo aparece como baluarte, su diputado en el Congreso, Albert Botran. La CUP aspira a recuperar la bolsa de papeletas que se marchó a JxCat en 2017 cuando se apostó por el voto útil.

PSC

Iceta marca terreno frente al ‘factor Illa’

Todo era una balsa en las entrañas del PSC, la federación socialista catalana, con Miquel Iceta como indiscutible cabeza visible, cuando éste se vio obligado a abortar la posibilidad, como afirman que pretendía Pedro Sánchez, de colocar al frente de la candidatura a Salvador Illa, para explotar su imagen como el ministro de la pandemia. “Lo que diga Salvador” era siempre una frase ya mítica de Iceta para resolver cualquier discusión en el seno del PSC. Quizás un error estratégico de quien rechazó la oferta de ser ministrable en mayo de 2019 y que no pudo acceder a la presidencia del Senado después de que ERC votara en contra de su designación como senador autonómico. Repetidos los comicios fue Iceta quien propuso al líder del PSOE que su mano derecha, el filósofo Illa, ocupara la cuota del PSC en el Ejecutivo de coalición como enlace entre Madrid y Barcelona. Fue a parar a Sanidad y el covid-19 le convirtió en el hombre clave multiplicando su popularidad. Tanto, que el primer secretario del socialismo catalán ha tenido que autoproclamarse como el “mejor candidato” y señalar que Salvador debe seguir en Madrid. Será difícil volver a ver a Sánchez e Iceta bailando juntos a ritmo de Queen.

Ciudadanos

Carrizosa, mediante el ‘dedazo’ de Arrimadas

Ciudadanos maniobra para frenar su debacle ya que podría perder hasta la mitad de aquella representación que le llevó a vencer hace tres años sin que el triunfo le sirviera de mucho, ante la incontestable mayoría conjunta del soberanismo, aunque sí le valió a su entonces líder, Inés Arrimadas, que puso pies en polvorosa hacia Madrid, donde ejerce ahora de capataz tras el adiós de Albert Rivera, emprendedor de este experimento hace ya más de una década. Es más, para intentar detener la sangría se cargó a la candidata Lorena Roldán, que ganó las primarias, y colocó por sorpresa a Carlos Carrizosa, partidario de un pacto constitucionalista y, sobre todo, con el PP catalán al estilo del vasco para maquillar la hemorragia de votos prevista. Algo que ha levantado un terremoto en el sector crítico del partido naranja, que se planteó acudir a la justicia ordinaria por vulnerar el derecho de la militancia de escoger a quién debe liderar esta lista.

Catalunya en Comú-Podem

Jéssica Albiach, con la compañía de Rosa Lluch

Mientras, Catalunya en Comú-Podem, que no suele recoger en las autonómicas la fortaleza que tiene en otros comicios ni los frutos de la gestión de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona, intentará sacar rédito a su presencia en Moncloa, esta vez con Jéssica Albiach al frente, elegida ya el pasado febrero en primarias. No tuvo rival porque las otras dos preinscritas, Mireia Arana y Eva Gil, no consiguieron reunir los avales necesarios. Cuenta con el apoyo de la alcaldesa de la capital catalana, con quien comparte puesto de coordinadora en Catalunya En Comú y forma parte del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, donde se le conoció como una adalid del errejonismo. Además, estará respaldada por la cabeza de lista de Girona, Rosa Lluch, hija del exministro socialista Ernest Lluch, asesinado por ETA y referente del diálogo.

PPC y Vox

Al gris Fernández le sale competencia con el ultraderechista Garriga

El PP, además del tirón por el presunto giro al centrismo de Pablo Casado, se apoya en Alejandro Fernández, que tomó el mando en 2018 tras haber estado a punto de quedarse sin escaño meses antes y desplazando a Dolors Montserrat, que apuntaba al cargo de presidir a los populares cuando se quedaron en tierra de nadie. Esta vez le sale por la extrema derecha el obstáculo de Vox, que tuvo su primer acto de campaña en la moción de censura contra Pedro Sánchez que publicitó a Ignacio Garriga, odontólogo, profundamente religioso y con un discurso que raya la xenofobia pese a sus orígenes guineanos.