gasteiz - El debate sobre la necesidad de que el Ejército español esté o no presente en suelo vasco para hacer frente a la crisis sanitaria del coronavirus se está viviendo como una distracción innecesaria desde el Gobierno de Iñigo Urkullu. Mientras el Ejecutivo español de Pedro Sánchez lanza como globo sonda la idea de instalar un hospital de campaña en Araka, el PP presiona de manera cada vez más intensa para que el despliegue militar se produzca efectivamente sin ninguna excepción en todo el territorio estatal y está promoviendo un debate con tintes políticos que el lehendakari trata de devolver al ámbito técnico. Urkullu se reafirma en que no es necesario instalar un hospital de campaña, al menos en el corto plazo, porque Osakidetza no tiene problemas para habilitar infraestructuras y acoger a más enfermos. El Gobierno Vasco está poniendo el foco estos días en que la colaboración con la red concertada marcha como la seda, y no se está produciendo, por ejemplo, la situación crítica que sí se está viviendo en la Comunidad de Madrid. Los esfuerzos vascos se están centrando más bien en reforzar la plantilla y el acceso a material sanitario como mascarillas, algo que preocupa más que el espacio disponible para las camas, donde no hay colapso. En cualquier caso, todas las necesidades que se puedan plantear las quiere vehiculizar en privado, en los órganos de coordinación con el Estado, y no de viva voz con interés partidista en los medios de comunicación.
Frente a la imagen de saturación que proyecta el PP, el Gobierno Vasco cree que la comunidad autónoma es capaz aún de responder por sus propios medios. Según fuentes del Ejecutivo consultadas por DNA, Urkullu ha respondido también a la carta de la presidenta del PP de la comunidad autónoma en funciones, Amaya Fernández. La popular le había remitido una misiva reprochándole su actitud. La respuesta que le da es la misma que ha brindado al Gobierno español del PSOE, que planteó la necesidad de instalar un hospital de campaña en el asentamiento militar de Araka. El lehendakari va a seguir defendiendo su posición en el encuentro por videoconferencia que tendrá hoy mismo el presidente español, el socialista Pedro Sánchez, con los mandatarios autonómicos. Urkullu va a poner en valor la respuesta que está dando la comunidad autónoma con sus propios medios, aunque siempre con voluntad de colaboración y de que cada uno aporte su granito de arena. En ese sentido, no se cierra a que llegue ayuda en el futuro, pero solo si es necesaria. Ahora no lo es. Y, sobre todo, quiere evitar disputas políticas en este momento donde cualquier distracción puede tener graves consecuencias. Existe un órgano de cooperación con el Estado, la mesa técnica de seguimiento de seguridad, donde están en contacto la Ertzaintza, la Policía local, las fuerzas de seguridad del Estado y el delegado del Gobierno español, Denis Itxaso. Nada se hace a espaldas de nadie. Además, el Gobierno Vasco defiende las medidas que ha puesto en marcha para que la Er-tzaintza tampoco se vea superada por los acontecimientos: se han simplificado los turnos para evitar contagios, según defienden, hay ocho intendentes que están centralizando toda la gestión y los alumnos de la 28 promoción permanecerán en su casa confinados como retén para los servicios de apoyo que se les puedan requerir en cualquier momento. En Osakide-tza, la preocupación se centra en el personal y el material. En la visita al call center del Consejo Sanitario, Urkullu dijo ayer que está haciendo “lo posible y lo imposible” para tratar de garantizar el suministro de respiradores, mascarillas y equipos de protección. Pidió optimizar su uso.
Desde que Sánchez decretó el estado de alarma e instauró un mando único para coordinar a las comunidades autónomas, el Ejército se ha dejado ver desinfectando las instalaciones de Araka. La derecha española ha tratado de reducir este debate a una cuestión de vanidad y pura ideología por parte del lehendakari, que deja ver que no se trata de darse golpes en el pecho, sino de un análisis en tiempo real de las necesidades. El PP critica que el Ejército no se despliegue plenamente aunque esta comunidad sea la tercera con mayor número de contagios y la Ertzaintza vaya a trabajar en turnos de 12 horas, con lo que busca trasladar que las instituciones vascas están desbordadas. El Gobierno de Urkullu aclara que la decisión de instaurar dos turnos de 12 horas en lugar de tres tandas busca reducir el número de desplazamientos y el contacto físico entre los agentes.El Gobierno Vasco marca distancias con la situación crítica en la Comunidad de Madrid, que se verá en la obligación de habilitar 5.500 camas en el pabellón de Ifema con el Ejército. El PP vasco lleva semanas acusando al PNV de ser insensible con las vidas que están en riesgo y de anteponer su ideología. El discurso se remonta a la crisis del vertedero de Zaldibar, donde también hubo fake news sobre el Ejército. Pero esta estrategia la acompaña la derecha española en general para pedir una recentralización de competencias. Vox ha arrimado el ascua a su sardina en el debate del cierre de fronteras.