Empecemos por dar un contenido, más o menos preciso, a este término no reconocido oficialmente por la RAE. Demos por buena la definición que del mismo ha hecho la Fundeu: bibloquismo es una situación en la que predominan dos bloques que compiten por el poder como, por ejemplo, en un sistema político.
Pues bien, mi tesis -sujeta a debate por lo demás- es la siguiente: Sánchez ha convocado elecciones generales para el próximo día 10 de noviembre justamente con el propósito de celebrar los funerales del bibloquismo que se ha instalado en la política española en los últimos tiempos.
Recordemos: vivíamos en el bipartidismo imperfecto, cuando aparecieron en la escena fuerzas políticas que proclamaron la ruptura “para siempre” del mismo. Especialmente dos: Podemos y Ciudadanos. Ello supuso un fuerte shock y cuestionamiento para los protagonistas indiscutibles de aquel bipartidismo: PP y PSOE. Y a causa de y bajo este shock vivimos dos elecciones generales al Congreso de los Diputados: las del 20 de diciembre de 2015 y las del 3 de mayo de 2016.
Resultado: que lo del bipartidismo no funcionaba, no al menos tal cual había funcionado hasta entonces. Fue en ese momento cuando Rayoy, a la sazón presidente del Gobierno, propuso una nueva forma de gobernabilidad al bipartidismo: la gran coalición o algo similar.
Pero entonces ocurrieron dos hechos singulares que modificaron de raíz los términos de la gobernabilidad en España: la moción de censura entre el 31 de mayo y 1 de junio de 2018 por la que Rajoy dejó el poder y Sánchez se hizo con el mismo al frente de aquel Gobierno que Rubalcaba bautizó como “gobierno Frankestein”. Y, poco después, un tanto reactivamente, el 10 febrero de 2019, se produjo la famosa foto de Colón, la del bloque de las tres derechas juntas: PP, Ciudadanos y Vox.
Así quedó instaurado oficialmente en la política española el bibloquismo: la derecha española por un lado y “el resto” (grosso modo) por el otro.
Ya se sabe lo ocurrido con ambos bloques posteriormente: el de la derecha, no sin problemas, fue dando pasos (Andalucía, Madrid, Murcia?). Y “el del resto” fracasó: no fue capaz, en un primer momento, de aprobar siquiera unos presupuestos, lo que nos llevó a las elecciones al Congreso del 28 de abril de 2019; y, tras estas, no fue capaz tampoco de un entendimiento mínimo de gobernabilidad -entre Sánchez e Iglesias-, lo que nos ha traído a las elecciones del próximo 10 de noviembre.
De ahí mi conclusión: el bibloquismo que resultó moribundo cuando Sánchez (y su bloque) no aprobó los Presupuestos de 2019, feneció cuando ese mismo Sánchez (y su bloque) no fue capaz de formar un gobierno. Las elecciones del próximo 10 de noviembre fueron convocadas, por ello, por parte de Sánchez, con el propósito mayor de organizar unos funerales para dicho bibloquismo. Tras el 10-N las cosas serían diferentes.
Y seguramente así ha de ser. Cómo, es otra cuestión. Solo que, según pasan los dias, me formulo a mí mismo la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si, por casualidad, el otro bloque, el de la derecha, sacara más votos el próximo 10-N que el bloque del resto? ¿Seguiría Casado (el PP) interesado en mantener su bloque y, consiguientemente, fomentar reactivamente el bloque de enfrente, y, por lo mismo, hacer que los funerales del bibloquismo, organizados por Sánchez, no se celebraran tampoco el día 10 de noviembre?
Ojalá no lo quieran los votantes. Desde luego no veo hipótesis peor para eso que se llama la agenda vasca (ni para la catalana) como tampoco para otros quehaceres urgentes e importantes de los próximos cuatro y más años que nos esperan.
Atentos, pues, con lo que se vota.