Madrid - El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se ha dado tres semanas para tratar de recabar los apoyos que aún no tiene para ser elegido en la investidura, fijada ayer por la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, para el 22 de julio. Sin embargo, la primera votación llegará el día 23, en la que necesitará una mayoría absoluta y una segunda el día 25, en la que le bastaría con una mayoría simple. Los principales partidos españoles han visto en la elección de la fecha un tacticismo partidista por parte del líder socialista.
En los últimos días se había especulado mucho en torno a la fecha elegida por Sánchez que ayer oficializó con la pantomima de compartir la decisión con la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, que es a quien corresponde decidir la fecha tras escuchar al candidato. Cuando se celebre el pleno de investidura habrán transcurrido casi tres meses desde las elecciones generales del 28 de abril. Tres meses mareando la perdiz, esperando a que pasen las elecciones locales y autonómicas, y haciendo rondas con los partidos, sin que haya tomado la iniciativa y apostado por una alianza con algún partido que le garantice la mayoría que ahora, con 123 diputados, no tiene.
En estos tres meses Sánchez ha demostrado ser un alumnado aventajado del marianismo, aquel estilo político de Mariano Rajoy, denostado en tiempos pasados por el propio Sánchez, consistente en dejar pudrir las cosas para luego sacar rédito de la abulia de sus adversarios. Pero marianeando no ha conseguido de momento sumar apoyos para su investidura. Ahora va a disponer de tres semanas para seguir intentándolo. Batet anunció las fechas del debate de investidura tras hablar por teléfono con él y considerar que son las idóneas para que Sánchez disponga de tiempo para “hablar con los grupos parlamentarios y garantizar su investidura”. La semana que viene abrirá una nueva ronda de contactos con los partidos.
La sesión de investidura comenzará el lunes 22 a mediodía, con la exposición de Sánchez, y se reanudará a por la tarde con las intervenciones de los portavoces de los grupos. Continuará al día siguiente, con los portavoces que falten y después se celebrará la primera votación del candidato, que precisará de la mayoría absoluta de la Cámara para ser elegido. En el muy probable caso de que no lo consiga, la votación se repetirá 48 horas más tarde, el jueves, cuando necesitará más síes que noes para ser elegido. Batet reconoció que para elegir estas fechas ha tenido en cuenta la posibilidad de una repetición de las elecciones en caso de que Sánchez fracase.
Sánchez cree que el desbloqueo está al caer ahora que ya ha fijado la fecha de la investidura y que la cuenta atrás ha comenzado. Está convencido de que si la hubiera fijado el 8 de julio, se hubiera interpretado como que la daba por perdida. En estas tres semanas la presión caerá sobre Pablo Iglesias, que no se baja del caballo en su demanda de un gobierno de coalición con ministerios para la formación morada. Iglesias y Sánchez han llevado muy lejos su lucha de egos como para echarse atrás, pero alguno deberá ceder, si quieren evitar enfrentarse a la ruleta rusa de las elecciones.
Entre tanto, y a la espera de que Sánchez emprenda su nueva ronda de contactos con los líderes políticos, algunos ya han anticipado posiciones, como el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, el más duro con el candidato del PSOE, tanto que ni siquiera está dispuesto a conversar de nuevo con él. “Yo no voy a perder el tiempo ni a hacer perder más tiempo”, manifestó al ratificar que no volverá a reunirse con Sánchez, con quien no tiene “nada más que hablar” de lo que conversó con él en sus tres conversaciones anteriores.
Por su parte, el líder del PP, Pablo Casado, que sí está dispuesto a hablar de nuevo con Sánchez, criticó la “estrategia partidista y personal” del presidente en funciones, y le instó a aclarar si pretende reeditar el bloque parlamentario que le apoyó en la moción de censura o si en realidad lo que persigue es “forzar” la repetición de las elecciones.