madrid - Y las urnas se llenaron de más de dos millones y medio de papeletas rojigualdas. Pero la ultraderecha no irrumpió a caballo en el Congreso y se tuvo que conformar con entrar en carreta. Media España aguantó ayer la respiración para saber qué pasaba con Vox y los vaticinios más infernales solo se cumplieron a medias. El voto oculto del partido de Santiago Abascal no lo fue tanto y consiguió 24 diputados, un buen cómputo pero discreto frente a los pronósticos que le daban un resultado atronador. La irrupción ha sido, sin embargo, potente ya que ha corroborado que España ya no es una excepción en Europa en materia de ultra derecha. La gran incógnita era saber hasta dónde llegaría la marea, si sería solo viva o arrasaría como un tsunami. Y la altura de la ola se quedó a medias y arrojó a Vox en la arena política como quinta fuerza política. En este sentido, Santiago Abascal tuvo que levantar ayer noche el ánimo de sus seguidores y aviso de que los 24 escaños logrados en estos comicios son “solo el principio”. “Vox ha venido para quedarse”, garantizó. El líder de Vox celebró los 2,6 millones de votos logrados cuando hace solo tres años no llegaban a los 50.000. Pero avisó de que no hay que caer en la “autocomplacencia” porque el nuevo reparto parlamentario no permite echar al PSOE de Pedro Sánchez de la Moncloa. En este sentido, arremetió de forma muy dura contra el PP, al que señaló como el único responsable de la victoria de la izquierda. “La única responsabilidad la tienen quienes tuvieron 186 escaños y no fueron capaces de oponerse a la izquierda”, reprochó. Igual que minutos antes había hecho su secretario general, Javier Ortega-Smith, que cargó contra PP y Ciudadanos por haber sido “incapaces” de obtener un resultado electoral que permita echar al PSOE. “Compañeros, la resistencia ya está dentro del Congreso y no vamos a parar”, proclamó Ortega-Smith prometiendo dar voz en el Parlamento a “millones” de ciudadanos que hasta ahora estaban silenciados.
Las proyecciones que reflejaban un 14% de la intención de voto para los que hablan de una “España viva” y de una “reconquista” en marcha se quedaron en el 10%. Ayer demostraron en las urnas por qué llenaban estadios y plazas de toros de seguidores, que ondeaban la bandera de España mientras cantaban a capela El Novio de la Muerte.
También continuaron con la maquinaria propagandística que apela al patriotismo, al miedo y al sentimiento de pertenencia. “Para los que anhelábamos tanto, hoy es momento de alegría pero también de preocupación”, reconoció Abascal lamentando no poder expulsar al Frente Popular del Gobierno. “A partir de hoy, nuestros diputados van a ser la única oposición ante las mentiras de lo políticamente correcto”, garantizó Ortega-Smith, criticando tanto a la veleta de Ciudadanos como a la derechita cobarde del PP”. Además avisó de que la del PSOE es “una victoria efímera porque la izquierda sabe que con Vox se les ha acabado la fiesta”. “Cada diputado de Vox será un torbellino”, advirtió asegurando que los votantes tendrán oportunidad durante los próximos años de ver quién entra en el Parlamento “decididamente a cambiar las cosas y quien sigue poniéndose de rodillas”.