Gobernar con 84 diputados es una película de suspense. La incertidumbre que provoca la necesaria negociación diaria no afecta sólo al PSOE, sino al bloque que permitió la mayoría de Pedro Sánchez en la moción de censura, un conjunto heterogéneo de partidos que estos días, a cuatro meses de las elecciones autonómicas y locales del 26M, andan desconcertados por el Congreso.

Y sin embargo no todo está bloqueado, algunas cosas salen adelante, como los ocho decretos que se debatieron y votaron el pasado martes en un pleno extraordinario del Congreso. El grupo socialista logró que siete fueran convalidados (se tramitarán como proyectos de ley en la Cámara, lo que dará lugar a más negociaciones para pulir aspectos de contenido), pero uno se le resistió. El decreto díscolo fue el destinado a regular el sector del alquiler de vivienda en España, esencial para el Gobierno. Tras muchas conversaciones y reuniones en las que participaron cargos del Ministerio de Fomento y la dirección del grupos socialista, Unidos Podemos dijo no y el decreto cayó.

El tira y afloja sobre el alquiler confirmó que la relación la tienen que trabajar los dos grupos día a día, pero si se repara en los otros siete decretos, se confirma que la relación es a muchas bandas y que el equilibrio entre las partes es una obra de ingeniería, tal y como apuntan las declaraciones a Efe de varias fuentes de estos grupos.

Pedro Sánchez se convirtió en el sucesor de Mariano Rajoy el 1 de junio de 2017 gracias a una moción de censura que respaldaron 180 votos: los de PSOE, Unidos Podemos, ERC, PNV, PDeCAT, Compromís, EH Bildu y Nueva Canarias. La capacidad legislativa del Ejecutivo depende de la cohesión de este bloque, especialmente de Unidos Podemos, ERC, PNV, PDeCAT y Compromís, toda vez que Ciudadanos y PP han declarado la oposición total. Un recorrido por las votaciones del martes pasado enseña que PSOE y Unidos Podemos votaron juntos cinco decretos, los mismos que PSOE y ERC, y PSOE y Compromís, en tanto que con PDeCAT y PNV el grupo socialista votó siete. En cuatro aparece el sí de todos estos grupos.

Decía el viernes la ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Isabel Celáa, que desde la llegada de Sánchez han prosperado 24 de 25 decretos. Pero no todo es luz en el proceso. El mismo martes el portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardá, lanzó una advertencia al PSOE y le pidió que no dé por hecho que el voto de los grupos de izquierdas coincidirá siempre. Para encarrilar los decretos sólo una llamada del grupo socialista recibió Tardá, lo que le causó un malestar que no disimuló ante la prensa. Fuentes de la dirección parlamentaria del PNV reconocen que están igual, aunque con ellos ni siquiera hubo conversaciones, según dicen. “Y esto no nos gusta porque se incumple el compromiso del presidente del Gobierno”, añaden.

El portavoz de Compromís, Joan Baldoví, recalca que “el PSOE no tiene la relación que debería tener porque dan por supuesto que el voto será sí, y eso les puede valer... hasta que se rompa”. Distintas fuentes consultadas confirman que las llamadas del grupo socialista van y vienen, pero al menos reconocen que existen, y en ocasiones con inusitada intensidad. Es así porque, apunta un diputado de un grupo catalán, “las conversaciones son más o menos frecuentes en función de los temas”, lo cual guarda cierta lógica habida cuenta de que hay muchos temas.

Ya no son sólo los decretos; son también cuestiones como el estatuto de los trabajadores, la situación de los autónomos, la derogación de la LOMCE o el Pacto de Toledo y las pensiones. Así que el PSOE habla con estos grupos, otra cuestión es cómo lo haga, y es precisamente el “cómo” lo que tiene a los grupos de la mayoría de Sánchez entre el desconcierto y la perplejidad.

El próximo obstáculo a sortear es el debate de las enmiendas de totalidad de los Presupuestos, que será el 12 y el 13 de febrero. Mientras unas fuentes recalcan que aún siguen esperando una llamada de Hacienda, otras presumen de que el diálogo ya tiene un buen rodaje. Si el proyecto presupuestario del Gobierno supera ese debate, la negociación posterior se vislumbra crucial porque se acercan las elecciones del 26 de mayo y a Sánchez le urgen los acuerdos. El suspense está servido.