madrid - Un año después de los atentados de Barcelona y Cambrils (Tarragona) y con los miembros de la célula terrorista muertos o en prisión, las incógnitas sobre los posibles apoyos internacionales del grupo y las claves de su radicalización centran la investigación en la Audiencia Nacional. El juez Fernando Andreu ha levantado parcialmente el secreto del sumario de la investigación, que una vez dada por desarticulada la célula, trata de determinar si los terroristas tenían cómplices en otros países europeos que les facilitaran infraestructura logística para los ataques o incluso si recibieron directrices por parte de líderes yihadistas en el extranjero.

En cuestión de días tras los ataques, las investigaciones descubrían que el 17-A era obra de una decena de jóvenes inexpertos, crecidos en Ripoll (Girona) y de origen marroquí que, liderados por el imán Abdelbaki Es Satty, presunto cerebro de la célula, estaban preparando explosivos en un chalé ocupado de Alcanar, donde acumularon 500 litros de acetona y 106 bombonas de gas. La casa acabaría explotando, causando la muerte de dos activistas, incluido el imán, lo que precipitó los ataques en Barcelona y Cambrils.

No solo está por aclarar cómo Es Satty pudo persuadir a un grupo de jóvenes que hasta entonces no había mostrado un excesivo celo religioso, sino también si los atentados fueron inspirados por el imán en solitario o si éste recibía a su vez indicaciones de líderes yihadistas en el extranjero. Para ello, la Policía ha tratado de reconstruir el viaje relámpago que varios de los jóvenes hicieron, días antes de los atentados, a París, donde compraron una cámara de fotos y merodearon por la torre Eiffel. - Efe