La cortesía del PP era un lujo que Pedro Sánchez sabía que no iba a obtener. Aunque seguro que tampoco esperaba que no ya en los cien primeros días sino en la primera semana iba a tener un ministro dimisionario -Màxim Huerta El breve- y otro -Luis Planas, de Agricultura, Pesca y Alimentación- bajo el que pesa ya la petición de renuncia por parte de los populares por estar imputado, cuestión que, pese a lo que algunos creen cuando se trata del adversario, no es lo mismo que ser culpable.
El nuevo presidente debe tener ya muy claro que el marketing político sirve para derribar un gobierno, lograr la Presidencia y conformar un Ejecutivo galáctico, pero también para hacer oposición, derribar un gobierno, lograr la Presidencia y... etc., etc. Bienvenidos a la nueva política.
En Euskadi, aunque por distintos motivos que no por casualidad tienen que ver con un cambio de gobierno, tuvimos también un alto cargo al que jocosamente se apodó El breve: Carlos Urquijo, delegado del Gobierno español en Euskadi de infausto recuerdo que después regresó para vengarse de la afrenta y confirmar y aumentar lo infausto. Ahora, el Ejecutivo de Sánchez va a sustituir al sustituto de Urquijo por Jesús Loza, de quien todo el mundo destaca su carácter dialogante, su defensa de los derechos humanos, su carácter afable, su cercanía a las víctimas del terrorismo, su apuesta por la vía Nanclares, su proverbial búsqueda del consenso y, en definitiva, su perfil radicalmente distinto a sus predecesores del PP.
Basta echar un vistazo a la nómina de los delegados del Gobierno de las etapas populares para echarse a temblar: Enrique Villar -un torrente de visceralidad española-, Urquijo, De Andrés.
La figura del delegado del Gobierno español en Euskadi es en sí misma hiriente. Es cierto que el perfil del titular del cargo marca su función y que a buen seguro Jesús Loza destinará sus buenos oficios y su bonhomía a destensar conflictos, generar confianzas, promover diálogos, generar acuerdos y, en definitiva, a normalizar la convivencia, pero algo así no debería quedar al albur de la personalidad de cada cual. El PSOE tiene en cartera un modelo de Estado federal al que aspira a llegar mediante una reforma de la Constitución. Por definición, la figura de un delegado en un Estado federal está de sobra. Así que podríamos estar ante el penúltimo nombramiento de un delegado del Gobierno en la CAV y Nafarroa. ¿O no? Veremos hasta dónde quieren llegar los socialistas con su propuesta de reformas.
En cualquier caso, Jesús Loza tiene trabajo por delante, sobre todo para deshacer. Aquí, pero también, y más, en Madrid.