MADRID - Mariano Rajoy tiene fecha de caducidad: este próximo lunes. La dirección del Museo de Cera de Madrid anunció ayer que el expresidente abandonará el lunes la colección del museo, por lo que este fin de semana será “la última oportunidad” para conocer de cerca su figura, mientras que la de Pedro Sánchez esperan tenerla expuesta antes de un mes. Si la figura de cera de Rajoy sabe ya cuál es su destino, es toda una incógnita lo que puede pasar con el Rajoy de verdad, el de carne y hueso, el registrador de la propiedad que lleva más de media vida metido en política, desde 2004 como presidente del PP y desde 2011 hasta ayer como presidente del Gobierno español.
Las dudas comenzarán a despejarse este próximo martes, paradójicamente el mismo día en que está prevista la reaparición de José María Aznar en un acto público. Ese día está convocada reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP. El pasado jueves, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, no aclaró cuál será su futuro. Ya se sabía que la moción de censura iba a prosperar y preguntada expresamente por si Rajoy prevé quedarse como líder de la oposición, Cospedal se limitó a decir que los asuntos relacionados con la estructura del partido lo comunicarán “en su momento”. Ayer, otro colaborador de Rajoy, el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Rafael Hernando, aseguró que “estará donde quiera”. Otra persona que conoce bien a Rajoy es el expresidente del Congreso Jesús Posada, quien señaló ayer que no le ve “hundido”, pero afirmó desconocer si seguirá al frente del partido .“Este partido tiene muchos años, ha hecho mucho por España, hemos trabajado en todas partes y vamos a seguir”, apuntó.
Con todo, son muchos los que dudan de que Rajoy vaya a quedarse el Congreso como jefe de la oposición. Y ponen como ejemplo lo sucedido con el lehendakari Ibarretxe cuando, y pese a que el PNV fue el ganador de las elecciones, fue desalojado de Ajuria Enea tras la entente PSE-PP. Entonces el lehendakari renunció al acta y propició la regeneración del partido.
La clave en esta ocasión es saber cuánto tiempo va a durar el Gobierno de Sánchez antes de que el líder socialista convoque elecciones. A Sánchez le interesa alargar este periodo lo más posible para cargarse de argumentos de cara a los comicios. Además, Sánchez cercenaría las opciones del otro gran derrotado de la moción de censura, Albert Rivera.
Por lo que respecta al PP, quizá tampoco le vendría mal un periodo socialista más o menos. Sánchez tendría que afrontar el gobernar con un Congreso fraccionado, la efervescencia demoscópica de Ciudadanos iría perdiendo fuelle y el PP tendría tiempo para foguear al sustituto de Rajoy.
En las quinielas para suceder a Rajoy, y a la espera de un mirlo blanco, siempre aparecen los mismos. El gallego Alberto Núñez Feijóo, que encabeza los pronósticos, volvió a señalar ayer que se debe a los militantes gallegos. “Me quedan dos años de mandato y mi compromiso es cumplir con mis obligaciones como presidente de la Xunta”, sentenció.
Otros dos nombres son Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Ambas han protagonizado sonados encontronazos dentro del Ejecutivo aunque de cara a la galería han tratado de mostrar cordialidad y camaradería. Sáenz de Santamaría ha sido la mano derecha de Rajoy y puede tener puntos a favor ante una Cospedal a la que, al final, le puede pasar factura lo relacionado con Bárcenas. En un segundo plano se situaría gente como Fernando Martínez-Maíllo, Javier Maroto o Pablo Casado, aunque a éste le puede pesar su currículum académico, al igual que sucedió con Cristina Cifuentes.
prerrogativas Tratamiento de presidente, apoyo diplomático en sus viajes al exterior e infraestructura a su servicio, con funcionarios a su cargo, seguridad, coche oficial y sueldo vitalicio. Es lo que le queda a un presidente del Gobierno español cuando abandona La Moncloa, y es lo que le quedará a Mariano Rajoy. La pensión para un expresidente asciende actualmente a 90.155 euros, que se hacen efectivos en pagos trimestralmente. José Luis Rodríguez Zapatero es el único que rechazó tanto su indemnización por cesantía como a su sueldo vitalicio, optando en su lugar por entrar a formar parte del Consejo Permanente de Estado.