Si, tal y como parece, Mariano Rajoy no presenta su dimisión antes de la votación de hoy en el Congreso de los Diputados y, por tanto, prospera la moción de censura contra él, se hará realidad lo impensable hace solo unos días: Pedro Sánchez se convertirá en presidente del Gobierno español.
Escuchando ayer los discursos, el tono y la actitud del líder socialista desde la tribuna se sentía el impulso casi irrefrenable de mirarle fijamente a los ojos, apuntarle con el dedo y preguntarle: ¡Quién eres y qué has hecho con Pedro Sánchez!
Porque el Sánchez que hoy se convertirá en presidente gracias a los votos de Pablo Iglesias y Podemos es el mismo que hasta ayer mismo les acusaba de populistas peligrosos. Y es el mismo que apoyó incondicionalmente la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Catalunya, asumió sin pestañear el encarcelamiento de los líderes independentistas, pidió endurecer el delito de rebelión e insultó al president Torra llamándole supremacista y racista y, aun así, ayer prometió abrir un diálogo y por ello recibió el apoyo de los partidos soberanistas. Cosas veredes, amigo Sancho. Y también es el mismo que acusaba al PNV de mercadear y apuntalar a Rajoy, de tener la misma política que el PP y que despreciaba las inversiones para Euskadi fruto del pacto presupuestario pero que ayer se comprometió a respetarlo. Veremos lo que dice y hace sobre el nuevo estatus. ¿Abrirá también un diálogo?
Sí, es el mismo Sánchez que recibirá los votos de EH Bildu -otrora proetarras- para que un socialista heredero político de Felipe González sea presidente de España.
En efecto, gran parte de la política consiste en gestionar las contradicciones, las propias y las ajenas.
En cualquier caso, desde hoy habrá un nuevo presidente por pura incomparecencia de Mariano Rajoy. Su vergonzante ausencia del Congreso durante toda la tarde en un debate histórico y trascendental puede indicar muchas cosas -desde el punto de vista político y humano- pero resume su incapacidad para afrontar la realidad. Y la realidad del PP se llama corrupción.
Ahora, llega la era Sánchez. Todo son incógnitas. Es tiempo de vértigo, mucho más allá del llamado gobierno Frankestein. Habrá que ver si desde La Moncloa es capaz de abordar y resolver las cuestiones que defendía desde Ferraz (las pensiones -¿pondrá la mínima a 1.080 euros?-, la igualdad de género...) al mismo tiempo que aborda y resuelve otras cuestiones de modo radicalmente distinto a como las planteaba como líder del PSOE (Catalunya, Euskadi...) Lo dicho, son tiempos de mucho vértigo.