el reconocimiento del daño causado por parte de ETA no ha venido acompañado por un esclarecimiento de los asesinatos que nunca ha reivindicado a pesar de que la principal hipótesis apunte a su autoría. La organización sigue sin reconfortar a las familias ni ofrecer datos sobre el paradero de los cuerpos, en el caso de los tres jóvenes gallegos asesinados en 1973. En la nota explicativa que acompañaba al documento hecho público ayer en Gara y Berria, ETA da carpetazo al asunto asegurando que “ha reivindicado todas las acciones que ha realizado en sus periódicos comunicados”. “ETA ya ha aclarado qué es lo que ha hecho”, dice, dando a entender que no hay ningún atentado más que reivindicar.
Son varios los casos emblemáticos a los que ETA sigue sin dar respuesta. Se da la circunstancia de que existe, además, una demanda institucional clara por parte del Gobierno Vasco para que esclarezca esos asesinatos. Hace menos de un mes, el secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, presentaba un informe de la UPV/EHU y realizaba un llamamiento “por humanidad y empatía” para saber qué ocurrió con los tres jóvenes gallegos asesinados en marzo de 1973 cuando cruzaron la muga hacia Iparralde para ver una película prohibida por el franquismo. Las investigaciones apuntan a que fueron interceptados por un grupo de militantes de ETA, que los confundieron con policías españoles. José Humberto Fouz, Fernando Quiroga y Jorge Juan García fueron torturados, asesinados y enterrados, sin que a día de hoy se tenga la menor pista sobre el paradero de sus cadáveres. La sobrina de Fouz, Coral Rodríguez, ha librado una batalla personal para exigir públicamente a ETA que le dé alguna pista sobre la sepultura de su tío y sus dos amigos. La exsenadora y exparlamentaria vasca del PSE volvió a repetir su alegato en la Ponencia sobre Memoria y Convivencia, el pasado mes de noviembre. En ese momento, reprochó a ETA que busque paralelismos con el IRA y, no obstante, no tome nota de los pasos que dio para localizar a los desaparecidos.
Las investigaciones apuntan al miembro de ETA Tomás Pérez Revilla, asesinado más tarde por los GAL. También se cita su nombre en otro caso sin esclarecer con un modus operandi prácticamente idéntico. En concreto, se apunta a su participación en la muerte de dos jóvenes policías destinados en Donostia. El caso es muy similar al de los tres jóvenes gallegos. El 4 de abril de 1976, los dos agentes novatos, José María González y José Luis Martínez, cruzaron la muga para ver una película, y también fueron abordados y secuestrados por varios individuos. El hallazgo de sus cadáveres un año después evidenció que habían sido sometidos a torturas brutales. Les faltaban varios dedos. El Estado francés reaccionó deportando a once miembros de la organización, y encontró la documentación de los dos jóvenes en el registro del domicilio de un integrante de ETA político-militar.
También se cita la muerte de tres jóvenes comerciales que vendían material didáctico para aprender euskera, y que fueron confundidos por ETA con policías de paisano. Los hechos ocurrieron en Tolosa el 24 de junio de 1981. La organización negó haber acabado con la vida de Ignacio Ibargutxi y los hermanos Juan Manuel y Pedro Conrado Martínez Castaños. ETA también ha negado el asesinato del taxista Juan José Uriarte, primo del obispo emérito de Donostia Juan María Uriarte, en 1985; y el atentado de la cafetería Rolando en Madrid en 1974, donde murieron civiles. El caso de Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, es más controvertido porque hay varias hipótesis, aunque una de ellas es su muerte en el marco de la lucha de facciones en ETA en 1976.