Centenares de personas entonaron de nuevo los cánticos reivindicativos a las puertas del Parlament para culminar una jornada taquicárdica. La fecha de ayer, que debía servir para desencallar en parte el bloqueo institucional en el que se encuentra la Generalitat , quedó desvestida de contenido a primera hora de la mañana. Las especulaciones sobre cómo se desarrollaría el Pleno de investidura han sido constantes las últimas semanas y hasta el último momento la posibilidad de que Carles Puigdemont hiciera acto de presencia, o por lo menos lo intentara, era una hipótesis que no se descartaba. El enredo empezó antes de hora y pilló a muchos periodistas de camino. Con pocos minutos de antelación, el presidente del Parlament anunciaba su comparecencia y soltaba la bomba: aplazaba, que no suspendía, el Pleno, para asegurar los derechos de Carles Puigdemont, tal y como este le había pedido por carta. Esta decisión no ha sido ni consultada ni notificada a JxCat ni a la CUP. Dirigentes de la antigua Convergència señalaban que tampoco se había informado al propio president, que continuaba, desde algún lugar sin especificar, trabajando en su discurso de investidura. Durante todo el día unos y otros se acusaron de falta de diálogo y poca transparencia. Los diputados de ERC no se dejaron apenas ver por los pasillos del Parlament. El desconcierto era mayúsculo y los grupos parlamentarios se apresuraron a posicionarse frente a los periodistas en ruedas de prensa que no tenían fin. Bienaventuradas fueron las palabras del líder popular, Xavier García Albiol, cuando, preguntado por si vaticinaba nuevas elecciones los próximos meses, acertaba contestando que en política catalana no se pueden hacer previsiones ni de 24 horas.
La jornada en el Parlament se dio por terminada a primera hora de la tarde. A las 15.00, hora prevista para iniciar el pleno, la CUP, simbólicamente ocupó sus cuatro escaños y se hizo la foto de rigor. Pocos minutos después, decenas de periodistas se agolpaban en el hemiciclo a la espera de que la misma foto la protagonizaran los diputados de JxCat, tal y como había insinuado la dirigente Elsa Artadi. Treinta minutos y un largo repertorio de disculpas después, la misma Artadi anunciaba que no se produciría la foto pero que, a cambio, harían declaraciones en la sala de prensa, para decir que se sumaban a las concentraciones convocadas en la calle.
Las medidas de seguridad para acceder al Parlament eran ayer muy intensas. Con el parque cerrado de nuevo al público, furgones de los Mossos d’Esquadra custodiaban las calles adyacentes y cada cinco metros el perímetro del recinto estaba asegurado por un agente armado. Todos los vehículos se revisaron con atención, incluido el maletero del taxi en el que llegó Xavier Domènech de En Comú Podem, y los vehículos de limpieza o de jardinería.
Las inmediaciones del parque de la Ciutadella eran un hervidero y es que los Comités de Defensa de la República (CDR), la ANC y Òmnium no habían desconvocado las movilizaciones. La seguridad no pudo mantener el cordón policial y, antes de las 16.00 horas, los manifestantes habían invadido los jardines. Centenares de personas avanzaban con caretas de Puigdemont hacia las puertas del Parlament. Los helicópteros, que días atrás habían dado cierta tregua a los barceloneses, sobrevolaban de nuevo el recinto. Los momentos de tensión entre los manifestantes y la policía catalana subían de tono por momentos, y las entidades convocantes ANC y Òmnium se apresuraron a pedir la desmovilización y a recordar que no contemplaban la violencia como recurso. Haciendo caso omiso, un amplio grupo de personas aguantó hasta la caída del sol y, vehiculado por los CDR, decidió pasar la noche al raso. A partir de las 20.00 horas, las primeras tiendas de campaña hicieron acto de presencia. Según los responsables de la coordinadora de CDR, prolongarán la acampada hasta que se proclame una nueva fecha para llevar a cabo la investidura. Hasta ese momento, algunas decenas de personas se acomodaron como pudieron ante las puertas del recinto parlamentario, dispuestas a pasar las primeras horas de una fría noche. Al cierre de esta edición, los Mossos d’Esquadra no intervinieron para desalojar el espacio que, de forma habitual, es desalojado y cerrado hasta su apertura a las 10.00 de la mañana.