vitoria - Si el Gobierno Vasco tuviera una bola de cristal para vaticinar quién apoyará sus Presupuestos, ahora mismo solo podría atisbar una nebulosa de rostros de los partidos de la oposición, sin ningún socio predeterminado de antemano. El consejero Pedro Azpiazu permanece a la espera de que cada grupo le plantee su contrapropuesta, con demandas concretas y tasadas en cifras. En ese momento, el Ejecutivo vasco verá los márgenes de cada partido para negociar, y comprobará qué propuestas son más asumibles. Por ahora, no puede esbozar un dibujo de sus posibles socios ni anticipar si tendrá continuidad el acuerdo con el PP que le permitió aprobar las Cuentas de este año. A la coalición PNV-PSE le basta con desactivar la enmienda a la totalidad de uno de los tres grupos de la oposición (EH Bildu, Elkarrekin Podemos y PP). Tiene un mes para hacerlo, hasta la votación del 11 de diciembre. Una vez superada esa fase, se cerraría la negociación de las enmiendas parciales, y la votación definitiva tendría lugar el día 22. PNV y PSE se encuentran a un escaño de la mayoría absoluta, una aritmética que permite fórmulas flexibles de apoyo, como un respaldo crítico de un solo partido en forma de abstención de toda o de parte de su bancada.
De las declaraciones de la oposición, y sobre todo del PP, se desprende que la clave la tendrá la reforma fiscal, una cuestión que no es competencia del Gobierno Vasco, sino de los partidos y las Juntas Generales. PNV y PSE han llegado a un acuerdo, pero necesitan un tercer socio para aprobarla en las Juntas de Álava. Es un debate estratégico y de gran trascendencia política tanto para el PP como para EH Bildu, de ahí su repercusión en la negociación presupuestaria. Las opciones de acordar con Alfonso Alonso dependerán de la ambición con la que acuda a la mesa fiscal y, muy en concreto, dependerán de si sus planteamientos sobre el Impuesto de Sociedades supondrían desfigurar el acuerdo.
La dificultad radica en que sus demandas obligarían a replantear la reforma de PNV y PSE, y hacerlo precisamente en el punto que más esfuerzo ha costado cerrar a ambas partes. La revisión pactada por jeltzales y socialistas apuesta por mantener el tipo de Impuesto de Sociedades en el actual 28%, aunque se eliminarán varias deducciones para evitar que las empresas puedan realizar ingeniería fiscal para pagar menos al fisco. El PP, sin embargo, pide claramente una reducción de impuestos para las empresas. Está por ver cómo se concreta. Su escenario ideal consiste en situar los tipos en un 25%, aunque se desconoce si pretende hacerlo de una tacada o se prestaría a una reforma gradual, a lo largo de varios ejercicios fiscales.
PNV y PSE tendrían que acceder conjuntamente a modificar un planteamiento que han tardado meses en acordar. El socialismo se ha opuesto todo este tiempo a rebajar los impuestos a las empresas, y hacerlo ahora a petición del PP colocaría a Idoia Mendia en una posición comprometida ante el electorado de izquierdas y en la pugna con EH Bildu y Elkarrekin Podemos. La duda estriba en si el PP está dispuesto a modular su propuesta o, incluso, hacer abstracción de la reforma fiscal y negociar los presupuestos basándose exclusivamente en las Cuentas, sin fijar otro tipo de condicionantes al margen que tengan que ver con los impuestos.
La reforma fiscal también podría acordarse con EH Bildu. No en vano, los acuerdos económicos que han suscrito PNV y PSE en Álava se han firmado con las formaciones de izquierda y, muy especialmente, con la coalición abertzale, aunque algunos movimientos de la coalición en el territorio han provocado fricciones y problemas de confianza con el PNV. En cualquier caso, todas las opciones están abiertas.
El otro factor que puede influir en las conversaciones es la política en Madrid. En la negociación de los Presupuestos vascos de este año, el PP se mostró dispuesto a dialogar desde el primer momento y no planteó condiciones de máximos. Se especuló con que, en realidad, buscaba la correspondencia del PNV en la votación de los Presupuestos estatales en el Congreso de los Diputados. En esta ocasión, sin embargo, no puede esperar un apoyo del PNV, que no va a negociar con Rajoy mientras siga en vigor la intervención de Catalunya. Sin esa expectativa en el horizonte, Alonso podría rechazar el proyecto presupuestario de Azpiazu. Los populares vascos se han expresado con frialdad en las últimas jornadas, asegurando que no deben nada al PNV ni al PSE.
sin prórroga Las negociaciones fiscales corresponden a los partidos, y en el Gobierno Vasco no se pronuncian sobre ello. Lo que sí tienen claro es que la opción ahora es lograr un acuerdo presupuestario y no colocarse en el escenario de una prórroga. Esa prórroga entraría en vigor automáticamente si el 31 de diciembre no hubiera un acuerdo, pero el Gobierno Vasco confía en que lo haya y recuerda que aún no tiene elementos de juicio porque se encuentra a la espera de recibir las contrapropuestas de los grupos. Será entonces cuando se vea el peso que tendrá la reforma fiscal en las demandas de cada uno, y si hay juego más allá.