vitoria - En las últimas semanas, preocupado por el devenir de la crisis territorial en Catalunya, el lehendakari ha multiplicado sus apelaciones al diálogo. Ha pedido al presidente español que reconozca la realidad catalana y ofrezca soluciones políticas. Tras la dura intervención de las fuerzas de seguridad estatales para reprimir el referéndum del domingo y, en vista de que el Estado no plantea ninguna oferta política y aumenta el riesgo de que se tomen decisiones que fracturen la convivencia, Iñigo Urkullu se sentó el lunes delante de su ordenador para teclear una carta en busca de auxilio internacional. Tal y como reveló ayer la europarlamentaria jeltzale Izaskun Bilbao, Urkullu envió una carta al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para pedirle su “intervención” en esta crisis, y para que se abra un “diálogo sin condiciones” entre el Estado y Catalunya. Juncker conoce a Urkullu y valora su pragmatismo a la hora de afrontar la ampliación del autogobierno, pero por ahora no se antoja sencilla la mediación europea que pide el lehendakari para Catalunya.

El lehendakari relata cómo han quedado sin respuesta sus llamamientos a Rajoy y al rey Felipe VI, o cómo están respondiendo con actitudes que no van en la dirección de garantizar la convivencia de “realidades nacionales diversas” y evitar la fractura social. Opina que Bruselas “debe impulsar el desbloqueo dada la incapacidad que impera”. El lehendakari no pone condiciones a la mediación ni propone en qué parámetros tendría que producirse, si bien es conocida su apuesta por un referéndum legal y pactado. En su carta, no obstante, pide un “diálogo sin condiciones y con voluntad de acuerdo”.

Este llamamiento se produce en un momento de máxima tensión. El Parlament podría aprobar el lunes una declaración unilateral de independencia, y se especula con que el Estado responda suspendiendo la autonomía catalana e, incluso, detenga a los principales cargos del Govern. A Urkullu le preocupa la fractura social y la tensión que puedan generar estas decisiones. La carta la escribió antes del mensaje ofrecido el martes por el rey español, una intervención que ha multiplicado la preocupación del lehendakari.

Urkullu trata de convencer a Juncker para que se implique alertándole del riesgo de inestabilidad que existe no solo para el Estado español, sino para la Unión Europea. “Estamos ante un problema de proporciones históricas y, si no se aborda con rigor y visión política, puede desencadenar, también por extensión a otras realidades, escenarios delicados para la Unión Europea, en un tiempo como el que nos hallamos de reflexión sobre el proyecto de la propia Unión”, argumenta en la carta, a cuyo contenido ha tenido acceso este diario. Urkullu se presenta “desde la humildad” de presidir un gobierno de una “nación sin Estado”, y apuesta por que impere la “cordura política” y se abran cauces de diálogo.

El emplazamiento del lehendakari no es un brindis al sol porque Juncker ya conoce a Urkullu. Ambos se reunieron el pasado mes de mayo, cuando el presidente de la Comisión convocó al lehendakari a su despacho para interesarse por el modelo económico vasco, y agradecerle su apuesta por la estabilidad después de la firma del acuerdo presupuestario entre el PNV y Mariano Rajoy. De hecho, apalabraron una futura visita de Juncker a la comunidad autónoma vasca, previsiblemente el próximo año.

En cualquier caso, de momento no entra en los planes de la Unión Europea mediar en este contencioso. Es un asunto que preocupa mucho de puertas adentro porque puede desencadenar una crisis política a nivel europeo, y tener consecuencias económicas poco después de haber superado el gran cataclismo del sector financiero, donde uno de los principales afectados fue el propio Estado español. Además, puede provocar un efecto dominó en otras naciones sin Estado. Sin embargo, la actuación de Bruselas no ha ido más allá de alguna apelación al diálogo. Juncker forma parte del Partido Popular Europeo, y tiene en su equipo de gobierno al exministro de Rajoy Miguel Arias Cañete, aunque también se rodea de socialistas como Pierre Moscovici.

la petición de puigdemont Durante todo este tiempo, no se ha producido ninguna reunión entre Juncker y Puigdemont. Hay quien lo interpreta como una señal de la presión diplomática que está ejerciendo España para evitar esa foto, y también como una señal patente de la consigna europea de no entrometerse en asuntos internos de los estados, pero otras versiones apuntan a que el soberanismo no quiere esa reunión si no lleva aparejado un pronunciamiento de Juncker a favor del diálogo. Puigdemont, en cualquier caso, también está reclamando la mediación europea con intensidad. La declaración unilateral de independencia puede ser una vía para presionar a las autoridades comunitarias.

Urkullu, por su parte, lanza algún dardo en su carta. “Considero también, y me duele decirlo, que el sentido de Estado y el fin último de la estabilidad europea no están brillando, y mucho me temo que ni esté en la agenda política de quienes con responsabilidad político-institucional de Estado debieran contemplarlo. En este sentido, considero que hay que evitar cortocircuitos innecesarios e interesados que impidan restablecer un diálogo positivo”, plantea.