barcelona - La ciudadanía de Barcelona lanzó ayer un grito unánime en homenaje a las 14 víctimas y los 126 heridos de diferente consideración que dejaron los atentados de la capital catalana y la localidad costera de Cambrils, en Tarragona. La plaza de Catalunya fue el altavoz con el que los catalanes proclamaron a los cuatro vientos una frase que se ha convertido en lema a las pocas horas del zarpazo terrorista: “No tinc por (no tenemos miedo)” fue la respuesta unánime que 100.000 personas dieron ayer a la barbarie yihadista en el transcurso de una masiva concentración silenciosa de un minuto de duración.

El rey Felipe VI; el presidente español, Mariano Rajoy; y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, coparon la representación institucional enviada desde Madrid, en la que también estuvo el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. Junto a ellos estaban situados en primera fila el president de Catalunya, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que no pudo contener sus lágrimas. Los líderes de los principales partidos estatales, como Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos), también acudieron a una concentración que contó con la asistencia del grueso de los consellers del Govern, de la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y representantes de los principales partidos catalanes. El protagonismo de la concentración, no obstante, recayó en la ciudadanía -30.000 personas abarrotaron la plaza y otras 70.000 se quedaron en las inmediaciones debido a la falta de espacio- que después de la concentración coreó sus consignas para dejar claro a los terroristas que ni Barcelona ni Catalunya tienen miedo y, de esta forma, dar así una lección de entereza frente al shock padecido unas horas antes. Barceloneses y visitantes se entremezclaron durante el sentido acto para posteriormente recorrer la Rambla en sentido inverso a la furgoneta que causó anteayer el pánico en la céntrica calle causando 13 muertos y 126 heridos. La ola de solidaridad generada tuvo palabras de elogio por parte de Puigdemont. “El no tengo miedo que ha sonado espontáneo expresa la mejor arma que una sociedad decente, de convivencia, pacífica y que ama la libertad, debe dar a la amenaza terrorista”, aseveró. “La respuesta de la ciudadanía ha sido el retorno a la normalidad con la conquista del espacio público, sin miedo”, sostuvo poco después de celebrarse la concentración. “Tenemos que enviar un mensaje de serenidad, de que nos podemos ayudar todos en el combate para derrotar al terrorismo con la conquista de la normalidad”, defendió el president, que alabó la respuesta ofrecida por catalanes y los visitantes a los trágicos sucesos.

Para entonces, la Rambla ya se había convertido en un espacio de homenajes espontáneos con distintos puntos de ofrendas por todo el recorrido. La solidaridad siguió brotando con fuerza en una ciudad que despertó del mal sueño vivido anteayer con rapidez. Convertida en el epicentro del mortal ataque, la Rambla recuperó la normalidad pocas horas después con la habitual gran afluencia de personas. Algunos de los históricos quioscos del paseo, que fueron testigos directos de la tragedia, optaron por subir sus persianas y volver a la actividad pese a todo, aunque la masacre estaba presente en todas las portadas de la prensa y en cualquier conversación; en contraste, la mayoría de floristerías de la Rambla, que la dotan de su tradicional colorido, permanecieron cerradas.

En otro de los grandes puntos de interés turístico, la Sagrada Familia, se vieron largas colas de visitantes, aunque algo menores de lo habitual. Mucha menor afluencia se registró, en cambio, en otros dos edificios simbólicos de Gaudí, la Pedrera y la Casa Batlló. El Mercado de la Boqueria, justo donde el agresor detuvo la furgoneta, estuvo cerrado.

altares a las víctimas En el punto más alto de la Rambla, dos grandes altares concentraron el recuerdo a las víctimas, uno de ellos en el inicio del paseo y otro a pocos metros, en la Fuente de Canaletes, lugar de celebración de los aficionados del FC Barcelona y cuya base quedó ayer sepultada por centenares de ofrendas que escalaban por toda la fuente hasta sus grifos. Varias personas se acercaban para colocar banderas de distintos países y mensajes de apoyo en varios idiomas, como Peace (Paz), Barcelona stands united against terrorism (Barcelona está unida contra el terrorismo), Nunca seremos esclavos del miedo, El corazón roto de Barcelona o el ya consabido No tinc por (No tengo miedo). Junto a esas pancartas, se amontonaron flores, velas, globos con corazones y peluches.

El mosaico de Joan Miró en el que la furgoneta detuvo su trayecto fue otro gran punto de homenaje. El mural del reconocido artista se encontraba oculto bajo una alfombra de ofrendas y un enorme corro de personas la rodeaban en silencio, algunas de ellas sin poder contener las lágrimas. - DNA / Efe