20 de diciembre. El PP gana las elecciones (123 diputados). Le siguen PSOE (90), Podemos (69) y Ciudadanos (40).
13 de enero. Comienza la XI Legislatura. El socialista Patxi López se convierte en presidente del Congreso.
2 de febrero. El Rey propone a Pedro Sánchez como candidato.
26 de febrero. Los militantes socialistas apoyan el acuerdo del PSOE y Ciudadanos.
1-2 de marzo. El Congreso rechaza la investidura como presidente de Pedro Sánchez en primera votación.
4 de marzo. En segunda votación, Sánchez no logra la mayoría simple.
30 de marzo. Iglesias renuncia a estar en un gobierno con el PSOE.
3 de mayo. El Rey firma el decreto de convocatoria de elecciones para el 26 de junio.
26 de junio. Elecciones generales. El PP es el partido más votado (137 diputados), seguido del PSOE (85), Unidos Podemos (71) y Ciudadanos (32).
9 de julio. Pedro Sánchez dice que el PSOE liderará la oposición pero insiste en el ‘no’ a Rajoy.
13 de julio. La Ejecutiva de Ciudadanos decide votar en contra de Rajoy en la primera votación y abstenerse en la segunda.
18 de julio. El PP logra la presidencia del Congreso.
19 de julio. Constituidas las Cortes. Ana Pastor es elegida presidenta con los 169 votos del PP y Ciudadanos.
26-28 de julio. Nueva ronda de consultas del Rey. Mariano Rajoy acepta someterse a la investidura.
20 de agosto. PP y Ciudadanos firman un acuerdo de investidura con 150 medidas.
30-31 de agosto. Debate de investidura. El candidato a la Presidencia del Gobierno ofrece siete pactos de Estado. No obtiene la mayoría absoluta.
2 de septiembre. Debate de investidura. El Congreso vuelve a rechazar la investidura de Rajoy, que no logra la mayoría simple requerida.
1 de octubre. Pedro Sánchez dimite como secretario general del PSOE. Javier Fernández se coloca al frente de la gestora.
23 de octubre. El Comité Federal del PSOE acuerda abstenerse en la segunda votación.
24-25 de octubre. Quinta ronda de consultas del Rey. Rajoy acepta someterse a la investidura.
27 de octubre. El Congreso rechaza en primera votación la investidura de Mariano Rajoy.
29 de octubre. El Congreso aprueba en segunda votación la investidura de Rajoy, con 170 apoyos, 111 votos en contra y 68 abstenciones.
madrid - Mariano Rajoy Brey, reelegido ayer presidente del Gobierno, el sexto de la democracia y el más longevo, 61 años, es registrador de la propiedad, pero ha dedicado su vida profesional a la política, en la que empezó de la mano de Manuel Fraga en su Galicia natal. Su trayectoria en la política está vinculada a su personalidad, ya que es un hombre tranquilo, discreto, trabajador y perseverante, armas que ha empleado durante su presidencia en funciones y ante el bloqueo político de los últimos diez meses y que le han llevado a repetir otro mandato en el palacio de la Moncloa.
Presidente del Gobierno desde diciembre de 2011 y presidente del PP, ha sido además vicepresidente primero del Gobierno (2000-2003) y cinco veces ministro, siempre en ejecutivos presididos por José María Aznar.
Lleva casi un año sin cambiar de discurso, impertérrito frente a los vaivenes de otros y reclamando el derecho a gobernar como ganador, por dos veces, de unas elecciones. Y, finalmente, lo ha conseguido.
“Voy a intentar formar gobierno”, dijo Rajoy la noche del 20 de diciembre, en la que perdía su holgada mayoría absoluta y veía cómo sus rivales empezaban a hablar de sacarlo de la Moncloa. Pero ya entonces, admiten los suyos, previó el fracaso de una coalición por la izquierda y auguró una nueva cita con las urnas.
“Reclamamos el derecho a gobernar” propugnaba seis meses después, la noche del 26 de junio, un Rajoy mucho más satisfecho que había logrado su objetivo: unos mejores resultados que le dieran más legitimidad para pedir el apoyo a la investidura. “Estoy dispuesto a negociar cuanto sea necesario todas las decisiones” dijo Rajoy ante el Congreso en su discurso de esta investidura, y, con esta promesa de diálogo cierra un ciclo de casi un año en el que se ha dedicado, sobre todo, a esperar.
Y en el caso de Rajoy no se cumple el dicho: cuando él espera, nunca desespera. Decidió esperar -a otro momento- cuando declinó solemnemente ante el Rey ser candidato; esperó también mientras contemplaba impasible la fallida investidura de Pedro Sánchez. Y esperó a que pasara el plazo y se convocaran nuevas elecciones mientras recorría España en una imparable precampaña. Pero también esperó mientras se sucedían algunas de las tormentas más estruendosas que ha vivido el PP, como la marcha de la histórica Rita Barberá o el inicio del juicio de la trama Gürtel.
Y por supuesto ha esperado pacientemente a que se produjera lo que pocos preveían hace unos meses: el viraje del PSOE del “no” a la abstención. El resultado de un terremoto que se ha saldado con la caída de Pedro Sánchez como la Secretaría General -y su salida del Congreso ayer mismo- y que ha dejado a los socialistas más débiles que nunca.
imagen de impasible Rajoy a veces se resiste a que impere esa imagen de impasible que le ha acompañado en su carrera política, y, durante el debate de investidura, se afanaba en recordar que si habían salido tantas cosas adelante en su primer mandato no era, precisamente, porque él y su gobierno se hubiesen quedado quietos. Ha tenido asimismo un papel activo en las negociaciones de su partido con Ciudadanos que han llevado a lograr el sí de la formación naranja. Él y Albert Rivera cerraron los últimos flecos de un pacto que le ha permitido, junto con el firmado con Coalición Canaria, acudir a la investidura con 170 escaños.
Y desde luego, Rajoy no se quedó parado mientras aguardaba a que el destino se pusiese de su parte: ha pasado año y medio de interminable campaña electoral.
Un tiempo que le ha servido para tratar de cambiar esa imagen de gobernante alejado de la calle, presidente del “plasma” o cabeza de un partido con mayoría absoluta en el Congreso, a la de un líder cercano, con sentido del humor, amante de los aperitivos y del dominó que se ha recorrido pueblos de todo el país en busca de votos.
Rajoy vuelve a ser presidente del Gobierno sin la coletilla de “en funciones” que le lleva acompañando más de 300 días. Será una Presidencia muy diferente a la anterior, en la que Rajoy tendrá que demostrar si él y los miembros de su nuevo Ejecutivo tienen las dotes para la negociación que no necesitaron en más de cuatro años de mayoría absoluta.