Mueven blancas y arrancan la partida avanzando peón de rey. Negras repiten para tapar el avance y las blancas responden ofreciendo su peón de alfil, que podría ser comido por el peón negro que se movió anteriormente. Es lo que en el ajedrez se llama gambito de rey. Si las negras aceptan el sacrificio del peón blanco, el desarrollo posterior de su partida está muchas veces marcado por la ausencia del peón de rey propio en su carril, lo que da una ligera ventaja táctica a blancas en el centro del tablero. Perdón por la pedantería pero entre tanto jaque, mate y jaque-mate acumulado en el pasado y el futuro inmediato de Hasier Arraiz no he podido escaparme de la comparación de su caso con una partida de ajedrez.

La sentencia pactada en la Audiencia Nacional entre la Fiscalía, las acusaciones de AVT y Dignidad y Justicia y los acusados en el caso Segura ha sido percibida por los acusadores particulares como un gambito de rey. Un sacrificio en forma de pena menor para que los 35 no tuvieran que volver a prisión a cambio de reconocer que fueron instrumentalizados por ETA y que sus intentos de hacer política reconstruyendo una estructura que sustituyera a la ilegalizada Batasuna respondían a la estrategia de la organización. En esencia, el todo es ETA del que hoy día reniega hasta su bruñidor, Baltasar Garzón, aplicado con un criterio táctico de evitar un mal mayor. Considera el presidente de la asociación Dignidad y Justicia, Daniel Portero, que aquellos 35 peones sacrificados no le han dado la partida. Que la iniciativa sigue siendo de blancas y que, según denuncia, firmaron un acuerdo que no se ha cumplido porque la inhabilitación que pretendían no alcanza a las próximas elecciones autonómicas vascas. Por eso declina ahora el gambito de rey de Hasier Arraiz y no aceptan el sacrificio de su peón. Prefieren jugársela a por la corona aunque en el camino se arriesguen ahora a perder la partida.

Porque, y esto es interesante, Portero admitía en entrevista a con este diario que aquel pacto en la Audiencia Nacional (AN) estaba motivado por sus propias dudas. Consideraban que había muchos elementos que les hacían temer que perderían aquel juicio. El único factor diferenciador entre lo interpretado por la Audiencia Nacional y lo que ahora debe juzgar el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco es la propia sentencia de la AN, donde se reconoce la culpa a cambio de la reducción de pena.

Pese a los términos, ocurre que el procedimiento judicial no es una partida de ajedrez. Ciertamente, el tablero y las fichas empiezan de cero cada vez que se llega a juicio oral pero el caso Segura llevó a una conclusión judicial en unos términos determinados por parte de un tribunal que siguió escrupulosamente el procedimiento garantista propio de una democracia. Que el mismo caso, con las mismas pruebas y las mismas voluntades de rechazo de la violencia públicamente expresadas llevase a conclusiones distintas por conveniencia de parte sería una vitoria pírrica en términos, precisamente, de dignidad y de justicia porque cuestionaría ambas.