madrid - La cada vez más que probable repetición de las elecciones ante el bloqueo de las negociaciones para conformar gobierno puede dar una segunda oportunidad a una convergencia de fuerzas de izquierdas a nivel estatal. Lo que no fue posible en las urnas el pasado 20 de diciembre podría serlo ahora el 26 de junio. Podemos, por boca de su líder, Pablo Iglesias, se avino ayer a explorar las fórmulas para confluir con IU-UP a la contienda electoral en una candidatura de unidad, una situación que no fue posible meses atrás pese a las largas negociaciones que mantuvieron para conseguir un encaje efectivo. Es un escenario “difícil”, remarcó el secretario general, pero lo volverán a intentar.
Sin pronunciarse por ahora sobre cuál debería ser la fórmula más provechosa para la posible alianza, Iglesias insistió en los pasillos del Congreso de los Diputados en que resulta indispensable abrir un cauce comunicativo con Garzón. Para una fase posterior quedaría el análisis de la receta a implementar. Habitualmente ambiguo en la apuesta por la transversalidad como eje de acción política del partido morado -una estrategia por la que sí apuesta su número dos, Iñigo Errejón- para ir ganando terreno por la izquierda hasta edificar una mayoría social del cambio bajo esa tendencia, sin embargo Iglesias se mostró “partidario de abrir ese diálogo”, aún reconociendo que “las posiciones hasta ahora han estado distantes”. Las conversaciones para fraguar algún tipo de confluencia comenzaron en octubre y fueron varias las fórmulas que se barajaron -incluso con fichajes de renombre provenientes de IU que se integrarían en las listas de la formación asamblearia-, aunque finalmente ninguna de ellas prosperó y cada partido concurrió con sus siglas. Ninguno dio el paso en diciembre, aún cuando sus programas compartían multitud de iniciativas electorales de calado económico y social.
“Creo que tengo que hablar con Alberto Garzón. Es difícil, es complejo, pero creo que nos debemos esa conversación”, resumió un Pablo Iglesias que hasta la fecha se ha mantenido reticente sobre edificar una confluencia con IU. Más explícito fue Errejón, que ayer volvió a apelar a la “transversalidad” para “construir una mayoría popular nueva en la que no sobra nadie y son bienvenidos aquellos que quieren fortalecer las candidaturas del cambio”. No obstante, el secretario de Política llamó a esquivar uno de los males que ha aquejado a la izquierda estatal durante las últimas décadas. “No se trata de hacer sopas de siglas o sumas de siglas”, enfatizó, “sino una candidatura transversal”.
beneficios y contras La confluencia podría dar positivos réditos tanto a uno como a otro. Los electorales son evidentes, ya que la suma de votos de Podemos e IU-UP, integrados en una candidatura unitaria que sumaría más de seis millones de votos, les permitiría obtener hasta 13 diputados más de los que alcanzaron el 20-D. El sorpasso al PSOE hubiera sido casi una realidad. La mayoría de sondeos también dibujan un escenario diferente al de hace cuatro meses al penalizar a los de Iglesias con un importante desgaste y trasvasar parte del botín electoral cosechado a IU, que incluso llegaría a quintuplicar su actual representación de dos miembros en el Congreso. El movimiento, por lo tanto, aminoraría la caída de la formación morada aupando a Izquierda Unida a una mejor situación.
Pero Iglesias y Garzón deben actuar a contrarreloj para eliminar las reticencias que la convergencia electoral generan en las dos fuerzas, especialmente en el caso de IU. Existen algunos sectores de esta forrmación que no ven con buenos ojos ese matrimonio electoral -como en el caso del propio coordinador federal o Izquierda Abierta, el ala liderada por Gaspar Llamazares-, sobre todo porque invisibilizaría unas históricas siglas, que algunos, es más, vienen considerando que podrían volatilizarse ante el empuje del partido de los círculos.