Barcelona - En tanto que el 27-S fue una especie de plebiscito, no sería justo establecer una comparativa respecto a lo que hoy acontezca en Catalunya pero sí merece especial atención averiguar qué daños sufrirá Convergència tras su refundación y bajo su nueva marca, si ERC se alzará con una victoria con la resonancia que tuvo su éxito en las últimas europeas, comprobar quién gana el duelo entre Ciudadanos y En Comú Podem, y cuál será el tamaño del batacazo del bipartidismo. Todo, a expensas de que la CUP, ausente en esta cita y que ha pedido la abstención -hay dirigentes incluso han solicitado el apoyo a Pablo Iglesias-, acabe por decidir si finalmente valida la investidura de Artur Mas en la asamblea del próximo domingo donde se plantearán cuatro escenarios a sus militantes, dos de ellos favorables al jefe del Govern.

Los sondeos previos auguran un posible empate entre cinco fuerzas, relegando al bipartidismo español al furgón de cola, y mantienen en duda si habrá una alta participación, como se espera en el conjunto del Estado, tras la masiva afluencia de hace solo tres meses. El cabeza de lista de Democràcia i Llibertat (DiL), el convergente Francesc Homs, ha intentado persuadir al electorado soberanista -más proclive a abstenerse en las generales- de que este 20-D representa un paso más para hacer posible la independencia, y para ello ha tenido el respaldo explícito de Mas tratando de evitar la fuga de votos de los electores más recelosos ante un posible pacto con la formación anticapitalista.

Con la reforma constitucional en clave federal como bandera, la exministra y candidata del PSC, Carme Chacón, ha centrado su campaña en criticar al PP y presentar el socialismo como única alternativa para “echar” a Mariano Rajoy, además de hacer continuos llamamientos a no dispersar el voto de izquierdas hacia Podemos. Todo en pura clave españolista, aspecto donde quien más frutos cosecha es Ciudadanos, adalid de la unidad de España en Catalunya al erigirse como la principal fuerza de la oposición en el Parlamet. La marca naranja, abanderada por Juan Carlos Girauta, eclipsado por Albert Rivera, apela al voto útil antisecesionista, como si un éxito hoy dejase herido el proceso para la ruptura. El PP ha tratado de amarrar los sufragios del área metropolitana con la carta del ministro Jorge Fernández Díaz mientras Alicia Sánchez-Camacho recorría los pueblos en busca de indecisos.

Desde la otra bancada, En Comú Podem, con Xavier Doménech de líder, se ha visto arropado en algunos de sus mítines por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, así como por los rostros más mediáticos, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, recibiendo llamadas desde el bando republicano para subirse a la ola independentista. La convocatoria de un referéndum, la derogación de la reforma del artículo 135 de la Constitución, que supedita los derechos sociales al pago de la deuda, y la devolución de los 61.000 millones del rescate de los bancos son algunas de las propuesta moradas.

¿el adiós de duran? ERC, con un Gabriel Rufián muy activo y que gana peso en la organización, se ha afanado en instar a no quedarse en casa para poder consolidar la hoja de ruta soberanista, esta vez sin críticas a quien siempre era enemigo electoral, CDC. Las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP han sido el principal blanco de las invectivas de Unió, en una campaña donde los democristianos han tratado de seducir a los catalanistas moderados. Duran i Lleida, que puede quedar fuera del Congreso, ha combinado los ataques a sus antiguos socios convergentes, acusándolos de entregarse a los antisistema, con advertencias sobre el anticatalanismo de Ciudadanos y, pese el mazazo del 27-S que dejó a Unió fuera del Parlament, se ha ofrecido como garante de su propuesta estrella: un Concierto Económico similar al vasco.