londres - El líder del primer partido de la oposición británica, el laborista Jeremy Corbyn, afronta una rebelión interna en su formación por su rechazo al plan del primer ministro, David Cameron, de bombardear posiciones del Estado Islámico (EI) en Siria. Corbyn sorprendió a su grupo parlamentario al comunicarle por carta que no aceptará la estrategia presentada por Cameron en el Parlamento para lanzar ataques aéreos en Siria, en contra de la opinión expresada por varios miembros del llamado gabinete laborista en la sombra. “No creo que la actual propuesta del primer ministro para bombardear Siria vaya a proteger nuestra seguridad y, por lo tanto, no puedo apoyarla”, señaló Corbyn a sus diputados.

Ante los visibles desacuerdos internos, el líder de la oposición suspendió ayer una visita a la circunscripción de Oldham West & Royton, en el noroeste de Inglaterra, para quedarse en Londres a fin de reunir apoyos a su posición contraria a los bombardeos.

Corbyn esperaba estar en Oldham para hacer campaña de cara a la elección parcial que se celebrará el próximo 3 de diciembre en esa circunscripción al quedar vacante el escaño después de la muerte del diputado laborista Michael Meacher el pasado octubre. “Lamentablemente, Jeremy Corbyn no visitará Oldham por los asuntos relacionados con Siria”, dijo ayer una portavoz del Partido Laborista.

Acérrimo opositor a cualquier intervención militar británica en Oriente Medio, Corbyn fue una de las principales voces contrarias a la guerra de Irak de 2003, lo que le llevó a participar en numerosas manifestaciones en contra del conflicto junto con el grupo Stop the war coalition, del que fue presidente. Consciente de la división que su propuesta ha generado en las filas opositoras, el primer ministro británico, David Cameron, pidió ayer a los diputados laboristas que apoyen su estrategia. Cameron, temeroso también de una posible rebelión entre sus diputados conservadores, ha dejado claro que sólo solicitará la votación si está seguro de ganarla porque una derrota supondría un “golpe publicitario” para el EI y sus seguidores. - Efe