Bruselas - Francia dio ayer una respuesta inmediata a los atentados que sacudieron París el pasado viernes y que han costado ya la vida a 132 personas. El Ejército galo bombardeó, a última hora de la tarde de ayer, masivamente, un campamento del grupo terrorista Estado Islámico cerca de Raqqa (Siria), considerado el feudo de los yihadistas en ese país.
Según el Gobierno francés, los bombardeos franceses tuvieron como principal objetivo “un puesto de mando” del EI que también servía como centro de reclutamiento y de depósito de armas y municiones.
Además, los aviones también destruyeron un campo de entrenamiento del grupo yihadista, agregó.
En total se lanzaron una veintena de bombas desde diez cazas, un ataque de mayor envergadura de los que hasta ahora venía haciendo la aviación francesa en Siria.
Desde hace más de un año, la aviación francesa operaba contra EI en Irak, pero el pasado septiembre se ampliaron a Siria los bombardeos, justificados por Francia en la necesidad de su “legítima defensa” contra un grupo que golpea a su país dentro de sus propias fronteras.
Mientras, la investigación continua para esclarecer lo ocurrido la fatídica noche del 13 de noviembre en París. La pista terrorista que ha conducido desde Francia a Bélgica tras los atentados de París ganó fuerza ayer con claros vínculos que han desembocado en siete detenciones y han dejado al descubierto que al menos parte del ataque fue organizado desde Bruselas.
El ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, dijo ayer que los atentados del viernes en París fueron preparados en el exterior y “movilizaron a un equipo de actores en Bélgica, que se beneficiaron de complicidades en Francia”.
Uno de los focos de la atención policial se encuentra en la ciudad de Bruselas y en la comuna de Molenbeek, distrito multirracial conocido por ser un lugar en el que han vivido o se han ocultado en el pasado numerosos presuntos yihadistas y terroristas.
El autor de la matanza en el Museo Judío de Bruselas, Mehdi Nemmouche en 2014, los dos presuntos yihadistas abatidos por la Policía en enero en Verviers, el cabecilla de la célula terrorista desmantelada entonces Abdelhamid Abaaoud, o la hermana del presunto terrorista Ayoub El Khazzani, autor del ataque el pasado agosto en un tren Thalys con destino a París, todos han pasado por Molenbeek.
También Abdelkader Belliraj, líder de una red terrorista islamista desarticulada en Marruecos en 2008, dejó su huella en ese distrito bruselense.
Hasta el momento en Bélgica fueron detenidas siete personas, todas en Molenbeek y en otras zonas de Bruselas, por su presunta vinculación con los atentados de París, en los que fallecieron al menos 129 personas, entre ellas tres ciudadanos belgas.
La cooperación francobelga ha permitido determinar que dos de los terroristas suicidas eran franceses y residían en la región de Bruselas.
Uno de ellos, de 20 años, perpetró un atentado suicida junto al Estadio de Francia, mientras que el otro también murió tras detonar su cinturón de explosivos frente al restaurante Comptoir Voltaire, muy cerca de la sala de conciertos Bataclan.
La Fiscalía federal belga pudo confirmar asimismo ayer que se han encontrado dos coches con matrículas belgas en París, uno cerca de la sala de conciertos Bataclan y otro en los alrededores del cementerio parisino de Père Lachaise.
Estos vehículos fueron alquilados a principios de la pasada semana en la región bruselense.
La policía francesa hizo ayer un llamamiento a los ciudadanos para que aporten cualquier testimonio sobre el eventual paradero de Salah Abdeslam, nacido en Bruselas, que había alquilado el Volkswagen Polo con el que los asaltantes de Bataclan llegaron a la sala de conciertos. El sábado fue sometido a un control por gendarmes franceses junto a la frontera belga en otro coche en el que viajaba con otros dos individuos. Los agentes tras verificar las identidades de todos los dejaron marchar.
Uno de los ocupantes del coche estaba fichado en Bélgica y cuando se supo que Salah Abdeslam había alquilado el Polo, la Policía belga puso en marcha una operación en Molenbeek y practicó varias detenciones, en particular, la de su hermano, Mohamed. No obstante, no dio con Salah, y al desconocer su paradero ayer la Fiscalía belga emitió una orden de detención internacional, que ha sido recogida por Francia.
Un tercer hermano identificado como Ibrahim, es uno de los terroristas suicidas que murió al hacer estallar su chaleco de explosivos en los atentados. Abdeslam puede haber huido, según la Fiscalía belga.
Por otra parte, también se supo ayer que Serbia ha identificado a uno de los sospechosos de los ataques como un refugiado que responde a las iniciales A. A. y que entró en el país el pasado día 7 de octubre y pidió asilo, según informó ayer la agencia Tanjung que citó fuentes del Ministerio del Interior serbio. El diario serbio Blic asegura se llamaba Ahmed Almuhamed, cuya identidad coincide con la del refugiado que entró en Grecia el 3 de octubre y cuyo pasaporte fue hallado en París después de los ataques.
psicosis La tensión entre la población francesa tras los atentados es palpable. Ayer se vivieron momentos de pánico en la plaza de la República de la capital francesa. El ruido provocado por el estallido de una bombilla en un restaurante provocó una estampida humana entre la multitud que se concentraba en el emblemático escenario en señal de duelo por los atentados del viernes.
Cientos de personas, reunidas espontáneamente en la plaza, salieron corriendo en busca de refugio en cafés y calles colindantes, mientras la policía despejaba la plaza y sus alrededores, según relataron testigos.
La policía informó poco después de que el movimiento no respondió a ningún hecho que pusiera en peligro la seguridad ciudadana.
Según el diario Le Parisien, el desencadenante fue el estallido de una bombilla en uno de los restaurantes cercanos a la plaza, lo que motivó una reacción defensiva de un policía que provocó el pánico en la gente. Con motivo de los atentados del pasado viernes en París Francia aplica desde el sábado el estado de emergencia, que prohíbe las concentraciones de un gran número de gente en lugares públicos.