madrid- No sorprende a estas alturas los bandazos del socialismo español respecto al tema catalán. Como tampoco que el PSOE supure por sus poros centralismo, a lo sumo autonomismo aunque ahora propugna una receta de Estado federal que no evita que el PSC siga perdiendo militantes y votantes. Pero las fricciones siguen ahí. Ayer mismo se volvió a comprobar el escaso grado de tolerancia que tienen los barones socialistas al hecho nacional catalán con el aluvión de críticas que recibió Felipe González por su tímida alusión a que una reforma constitucional debería incluir el término de nación aplicado a Catalunya.
Si el pasado domingo el expresidente del Gobierno español enfadó a los independentistas catalanes por comparar en el diario El País la situación actual de Catalunya con “la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado”, en alusión al nazismo y al fascismo, ayer desde el rotativo catalán La Vanguardia rebajaba el tono y precisaba que no quiso decir “que haya una intención fascitizante o conducente al fascismo hoy en Cataluña”, si bien insistía en que “el modelo de convivencia social” se ha deteriorado.
Preguntado sobre si la reforma constitucional que pide el PSOE debe incluir el término nación aplicado a Catalunya, González responde sin ambages. “Absolutamente, sí. No tengo ningún problema en reconocer la identidad catalana y en que se garantice constitucionalmente”. Eso sí, precisa que “la cuestión de la identidad fundamentalmente está ligada a la lengua y a la cultura”. Esta idea va en la línea de lo que defiende la secretaria general del PSE Idoia Mendia, quien no se opone a incluir el término nación referido a Euskadi, eso sí, con la condición de que sea “en sentido cultura, pero si es nación relacionada con soberanía, no llegaremos a buen puerto”, avisó el pasado julio.
no es prioritario Sea fue fuere el sentido que le quiere da Felipe González, sus declaraciones fueron la excusa para que los barones socialistas, reunidos ayer en Madrid, salieran en tromba para poner pie en pared. En ausencia de Susana Díaz, de baja por maternidad, el número dos de los socialistas andaluces, Juan Cornejo, sostuvo que “no es prioritario” en este momento abordar si Catalunya debe considerarse o no una nación en la reforma constitucional. También la secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, la catalana Carmen Chacón, opinó que “no hay que caer en nominalismos en un momento como este”.
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, desligó el término nación a todo lo que no sea España. “La gran nación que tenemos es la española”, afirmó. El asturiano Javier Fernández se declaró partidario de “hablar del Estado” y de cómo afrontar los problemas de España, más que “de los pueblos y naciones”. El primer secretario y candidato del PSC, Miquel Iceta, volvió a quedarse solo a la hora de enarbolar la bandera del catalanismo tras recordar que aplicar el término nación es la opción que él ha apoyado siempre.
Una opinión muy alejada en todo caso a las manifestadas esta semana por exdirigentes del PSOE como Alfonso Guerra o Manuel Chaves. Ayer mismo el expresidente andaluz, al igual que lo hizo el que fuera vicepresidente del Gobierno español, afirmó que, ante el “desafío” del 27-S, “violar el bloque constitucional es equiparable a un golpe de Estado”.
Atar en corto al PNV Idoia Mendia aprovechó el contexto de la campaña electoral catalana para sacar pecho ante sus compañeros del Comité Federal de sus acuerdos con el PNV, con los que han “atado en corto” a los jeltzales, según dijo, y sirven entre otras cuestiones “para evitar que en Euskadi tomemos la peligrosa senda rupturista a la que los nacionalistas han llevando a Cataluña”.