Hajra Catic lleva dos décadas buscando a su hijo Nihad. Nino, como lo llamaba, tenía 26 años cuando desapareció tras la toma de la ciudad bosnia de Srebrenica por tropas serbobosnias bajo el mando del general Ratko Mladic Una ciudad asediada durante años y en la que fueron ejecutados más de 8.000 hombres musulmanes en cuestión de horas tras la caída de la ciudad el 11 de julio de 1995. Los habitantes del enclave, huyeron confiados hacia Potocari, un pueblo que en teoría estaba protegido por cascos azules holandeses de la ONU. Pensaron que serían protegidos por los soldados holandeses allí estacionados. Se equivocaron. Dos días después, las tropas serbobosnias comenzaron las ejecuciones masivas. Más de 23.000 mujeres y niños fueron expulsados de la zona en los días posteriores, y más de un millar de los 8.371 hombres ejecutados siguen aún desaparecidos.
Hajra Catic es la presidenta de la asociación Madres de Srebenica, una organización empeñada en pedir justicia y en buscar a familiares desaparecidos en el genocidio. “Mi marido fue hallado en una fosa común. Encima habían tirado basura. Estaba completo, con todos los huesos”, indica Hajra, quien desea hallar aunque sea el más mínimo rastro de su hijo. “Es feo decirlo así, pero si pudiera elegir, me gustaría que Nino estuviera también en una fosa común en lugar de a la intemperie estos 20 años, porque muchos huesos se los llevaron los animales y las inundaciones”, explica.
Las Madres de Srebrenica aseguran que en total hubo unas 10.700 víctimas, más de las contabilizadas oficialmente, aunque se estima que hubo familias enteras que perecieron y cuya desaparición no fue registrada porque no hay quien las busque. Hasta la fecha han sido localizados e identificados por pruebas de ADN 6.800 víctimas, pero muchas otras están en proceso de identificación. Sus restos se han depositado en el Centro Memorial de Potocari, cerca de la ciudad, y donde ayer fueron trasladados los restos mortales de otras 136 víctimas identificadas para que el sábado reciban sepultura durante la conmemoración de vigésimo aniversario de la peor matanza cometida en Europa desde la II Guerra Mundial.
El Tribunal penal internacional de La Haya para crímenes de guerra cometidos en la ex Yugoslavia (TPIY) y el Tribunal Internacional de Justicia calificaron este crimen de genocidio. Sin embargo, Serbia y la República serbobosnia, (una de las dos entidades en que se dividió Bosnia tras la guerra) rechazan que se produjera un genocidio, si bien reconocen la matanza, por la que Belgrado incluso ha pedido perdón.
Esta semana, el pleno del Parlamento Europeo ha pedido tomar las medidas necesarias para “acelerar en el Tribunal Penal Internacional de la ex Yugoslavia (TPIY) los procesos judiciales y apelaciones sin demoras indebidas” a los responsables de la matanza de Srebrenica. La corte de La Haya, cuyo mandato termina en 2017, todavía procesa a 14 acusados, entre ellos sus responsables político y militar, Radovan Karadzic y Ratko Mladic, respectivamente.
Los musulmanes de Srebrenica, que antes de la guerra constituían la mayoría de la población, sienten que no hay justicia para ellos. El enclave, poblado hoy por una mitad de serbios y cada vez menos musulmanes, forma parte de la República serbobosnia, que niega el genocidio y minimiza el crimen. Se suma el temor de que los juicios por genocidio del TPIY contra los principales responsables de la masacre nunca concluyan por enfermedad o muerte de los acusados.