Pertenece usted a la rara especie de intelectuales comprometidos con la política.
-Soy de la especie de los que ponían como primer problema intelectual el compromiso, el engagement francés, que lo heredamos tanto los cristianos de izquierda antifranquistas como los marxistas. Es un compromiso moral con la política, uno tiene que estar comprometido. Eso es lo que le lleva a uno a actuar en política.
Fue consejero en los gobiernos PNV-PSE, pero después ha sido muy crítico con esos pactos.
-Es algo en lo que no coincido ni con miembros del PNV ni con otros del PSE. Ramón Jáuregui todavía se enfada conmigo cuando hago una crítica retrospectiva al gobierno de coalición. Jáuregui es para mí un gran amigo y un buen político, honrado, pero después de haber ganado las elecciones, por asegurar el gobierno, aceptamos que el lehendakari fuera del partido que no había ganado y esto nos metió en un mal camino. Yo lo que le reprocho a Ardanza es que habiendo quedado segundo le nombraron primero y él lo aprovechó para alterar el equilibrio, haciéndole renunciar al PSE a objetivos fundamentales. Él lo verá como un elogio pero yo no.
¿Y ahora cómo vería un acuerdo socialistas-nacionalistas?
-No sé si lo volvería a repetir. Para el futuro, me tendrían que convencer otra vez. En principio, no veo clara esa alteración. Me tendrían que convencer de que eso es bueno para los ciudadanos de este país.
¿Cómo ve al PSOE?
-Desde mi pertenencia al partido, no estoy en edad de tener una función activa continua, pero pienso que el Partido Socialista tiene que vencer las inercias. El desprestigio de los partidos fundamentalmente se debe a la crisis económica, y también hay una corrupción importante, que es indignante. Pero la crisis es lo que da entrada a otras fuerzas que amenazan la función decisiva que deberían tomar los partidos grandes, tanto en España con el PSOE y el PP, como en Euskadi con el PNV
¿De ahí surgen fenómenos como Podemos?
-Es imprescindible analizar lo que ha pasado. No es tanto por un desprestigio moral de los partidos como por una crisis económica que ha ocasionado daños importantes que han puesto en quiebra el sistema y el bipartidismo actual. No quiero decir con eso que sea bueno el bipartidismo, sino que también es bueno que haya alternancias.
En 1995, o sea hace veinte años, escribió un libro, Crisis y descomposición de la política. Era premonitorio...
-No sé si premonitorio. Lo que me produce es por un lado una sensación agridulce porque algunos de los problemas de crisis que denuncio allí se han ido produciendo, más o menos, que tampoco soy el gran profeta, y también porque, en la medida que se han ido produciendo, a uno le entra la vanidad personal de cómo he acertado.
¿Usted pasaría por ser de la “casta”?
-Me parece absurdo. Más en mi caso. Yo, entonces, pertenezco a una casta de los que luchando contra Franco fui detenido, torturado y condenado por un consejo de guerra, y luchando por la democracia he sufrido un atentado contra mi vida por parte de ETA. - E. Santarén