Pamplona - Después de 36 y 34 años de los asesinatos de Germán Rodríguez y José Miguel Etxeberria, Naparra, sus familiares acudieron por primera vez ayer al Parlamento para contar en primera persona los detalles de cada caso con el fin de avanzar hacia un reconocimiento y reparación verdaderos. Los hermanos de los dos navarros, asesinados a manos de la policía y el Batallón Vasco Español respectivamente, reclamaron en el Parlamento una implicación institucional para poder poner luz sobre las sombras que rodean los casos y pidieron asimismo que se continúe trabajando para que todas las víctimas, procedan de la violencia que procedan, puedan tener un reconocimiento, una reparación y una investigación en torno a las causas de su muerte que permitan esclarecer lo acontecido. El Parlamento, llamó a participar en una sesión de trabajo a estas dos familias, en el marco de la elaboración de la ley de las otras víctimas que presentó Izquierda-Ezkerra.

34 años buscando El hermano de José Miguel Etxeberría Naparra, Eneko Etxeberria, fue el encargado de abrir la sesión de trabajo. Relató ante la comisión cómo fueron acogiendo las noticias primero de desaparición y después de la muerte de Naparra. Recordó que tanto el secuestro como el asesinato fue reivindicado por el Batallón Vasco Español y que desde hace 34 años la familia lucha para conocer el paradero de los restos mortales de su hermano para poder descansar. Emocionado por momentos, Eneko recordó que su padre se fue hace seis años sin haber conseguido encontrar a su hijo y se preguntó si serán necesarios 34 años más para que puedan dar con el cuerpo, tal y como les está pasando ahora a las víctimas del franquismo. Asimismo puso en valor que, a pesar de haberse encontrado en todo momento con un “muro” en la justicia española y francesa, la ONU el pasado año reconoció su caso como una clara “desaparición forzosa”, lo que supone un delito de lesa humanidad que no prescribe hasta que no aparezcan sus restos.

36 años de silencio “Agradezco que después de 36 años una institución me haya llamado para poder expresarme”. Con esta rotunda frase abrió su turno de intervención el hermano de Germán Rodríguez, Fermín, que lamentó “la impunidad que ha reinado estos años” y censuró que “nadie ha sido juzgado y nadie ha sido condenado por estos hechos”. “Mi hermano que fue testigo de la barbarie que aconteció en la Plaza de Toros del 8 de julio de 1978, salió indignado a la calle al igual que otros muchos para expresar su protesta”, dijo. “Lo raro fue que no hubiera más víctimas, podrían haber muerto muchas más personas, quedando clara la intención de matar”, señaló, para lamentar que nadie les ha dicho todavía “quién disparó, quién lo ordenó, ni porqué”.