Madrid - Carlos Fabra, el durante décadas todopoderoso político de Castellón, donde presidió la Diputación dieciséis años y el PP provincial veintidós, ingresó ayer en la prisión madrileña de Aranjuez después de que la Audiencia Provincial castellonense le condenara a una pena de cárcel de cuatro años por cuatro delitos fiscales, y el Gobierno le denegara el indulto. Fabra ya había expresado su intención de ingresar en una cárcel de la Comunidad de Madrid, ya que su familia y muchas de sus amistades residen aquí. Además, su decisión habría estado condicionado por el hecho de que el equipo médico que le trasplantó el hígado y que le ha tratado posteriormente también reside en la capital.
El ingreso en prisión de Carlos Fabra llega un año después de conocerse la sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón, y once después del inicio de la instrucción de la causa que se puso en marcha con la denuncia del empresario Vicente Vilar, que había sido amigo íntimo del exmandatario, que le denunció por haber mediado en distintas instituciones públicas para favorecer la concesión de las licencias para los productos fitosanitarios que comercializaba en su empresa Naranjax y de haber obtenido dinero a cambio. El juicio contra Carlos Fabra, en el que la Fiscalía Anticorrupción le solicitaba 13 años de prisión por los delitos de tráfico de influencias, cohecho y contra la Hacienda Pública, se celebró finalmente en octubre de 2013.
La Sección Primera absolvió a Fabra de los delitos relacionados con la corrupción y le condenó a cuatro años de prisión por cuatro delitos contra la Hacienda Pública cometidos en cuatro ejercicios por defraudar 693.000 euros. Fabra interpuso entonces un recurso ante el Tribunal Supremo que fue rechazado, así como un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
Nacido en Castellón en 1946 en el seno de una saga de políticos castellonenses -su padre y otros miembros de su familia fueron presidentes de la Diputación-, entró en la política de la mano de UCD, pero fue con el PP con el que fraguó una carrera que le convirtió en un peso pesado del partido.
El aeropuerto de Castellón Desde que en 1995 accediera a la presidencia de la Corporación provincial, se convirtió en el rostro más visible y mediático de Castellón, tanto por su forma de ejercer la política como por su personalidad, que le ha llevado a afirmar alguna vez que es “más famoso que José Tomás”. A este político que lleva gafas de sol oscuras, desde que de niño perdiera un ojo se le recordará por promover el aeropuerto de Castellón, inaugurado en marzo de 2011 y todavía sin tráfico de aviones.
Aficionado a los toros y al golf, ha sido agraciado en varias ocasiones con premios de lotería, e incluso el grupo municipal de Compromís de Ontinyent (Valencia) hizo unas papeletas con su imagen y la frase La lotería que siempre toca, aunque tuvo que pagarle a Fabra 12.956 euros por intromisión en el derecho a la imagen.
En junio de 2011 abandonó la presidencia de la Diputación de Castellón y un año después hizo lo mismo con su puesto al frente del PP provincial. El relevo se produjo después de que la oposición pidiera reiteradamente su dimisión tras haber sido imputado por delitos contra la Hacienda Pública, cohecho y tráfico de influencias, y los plenos de la Diputación se convirtieran en espectáculos mediáticos, con intervenciones y réplicas más que subidas de tono.
Sin embargo él afirmó que dejar sus cargos era una decisión “personal” -que coincidió con un trasplante hepático en 2010- y explicó que renunciaba a ellos “tremendamente feliz” y sintiéndose apoyado por los ciudadanos en las urnas. La tradición familiar de los Fabra queda ahora en manos de Andrea, la única de sus hijas que decidió dedicarse a la política y que actualmente ocupa un escaño en el Congreso. - Efe