BILBAO. Al PP se le multiplican los agujeros en su embarcación. Si ayer se desayunó con el anuncio de que el vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras, pasaba a engrosar las filas de Vox, la escisión radical gestada por Santiago Abascal y Ortega Lara; horas después se supo que Jaime Mayor Oreja renunciaba a ejercer como cabeza de lista del partido e integrar la candidatura en los comicios europeos del próximo 25 de mayo. Mariano Rajoy tardó minutos en descartar cualquier conexión entre ambas decisiones, pero a nadie se le escapa que la posición ideológica de ambos y su postura respecto a las políticas del presidente español, sobre todo en materia antiterrorista, dibujan un escenario donde la formación de Génova ve cómo se le complica el horizonte, tanto electoral como a la hora de poner en práctica sus medidas.
Conocida la marcha del expresidente del PP catalán, había cobrado fuerza la idea de que Rajoy podría recurrir nuevamente al exministro de José María Aznar para actuar de contrapeso. Pero nada más lejos de la realidad. El PP divisa cómo su ala más derecha, desencantada, emprende la aventura en solitario; y ahora queda la incógnita de si se condena a emplear una conducta en la misma sintonía, principalmente en asuntos que -como el proceso de paz- afectan a Euskadi, o finalmente modula el mensaje y opta por el centrismo del que dicen renegar sus disidentes.
Mayor Oreja comunicó su negativa al líder popular el 9 de enero en persona y el pasado viernes, durante la convención de Barcelona, se la ratificó por teléfono, aunque no ha trascendido cuál será su futuro por mucho que el propio Rajoy se apresurara en señalar ayer que "seguirá con nosotros y en la actividad política". "A nadie le puede sorprender la decisión que he adoptado", se limitó a decir el primero. Eso sí, deja al presidente en la tesitura de tener que elegir pronto un candidato que responda al perfil de dirigente veterano, "del partido de toda la vida", recolectando boletos el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, si bien parece no estar por la labor. Las encuestas internas que manejan en Génova, y que otorgan un escaño a Vox, han acrecentado el nerviosismo que ya era plausible a sabiendas de los malos resultados que se auguran en cotos imbatibles como Madrid o la Comunidad Valenciana.
La renuncia de Mayor Oreja se produce en pleno cisma con un sector del PP que se alinea con las víctimas del terrorismo críticas con la política contra ETA, como quedo retratado en el tributo a Gregorio Ordóñez y en el cruce de palabras entre Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite, y la líder del PP de la CAV, Arantza Quiroga. Y si la hermana del político popular asesinado ya se decantó por UPyD; la vicepresidenta de esta asociación, Maite Pagazaurtundua, también se apunta a ir como número dos de la lista magenta en los comicios europeos, constatándose cómo el PP va sufriendo mordiscos en su tradicional espacio electoral. Quien fue candidato a lehendakari -para el recuerdo aquella campaña de 2001 y el fracaso del bloque constitucionalista-, e incluso aspirante a la sucesión de Aznar -de ahí su fría relación con Rajoy-, no ha desdeñado nunca en presentarse como autor intelectual de la política antiterrorista que defienden Abascal y Ortega Lara, aunque Oreja fuera quien promovió el mayor acercamiento de presos conocido. Fue él quien dijo que "las víctimas siempre tienen razón" y quien trató de convencer a la ciudadanía española de que el expresidente Zapatero había puesto en marcha una negociación con ETA para "romper España". De ahí que ahora no haya podido traicionarse y sumarse a la lista popular europea, aunque le cueste igualmente dar el paso hacia Vox al alardear de haber sido quien ha trazado históricamente las líneas maestras del PP en esta materia. Un "conflicto emocional", describen miembros del partido.
los mastines y el pastor La división generacional en Génova y la pugna entre los dos PP es diáfana. A Rajoy no le quedó otra que tirar de manual, respetar su decisión y elogiar su labor, matizando que lo de Vidal-Quadras es algo "diferente". "Lo siento de veras, presidente, pero me voy". Así arranca la carta que el político catalán dirigió a su máximo dirigente para anunciarle su adiós, acusándole de "fatalismo escéptico", de falta de "pasión" y "aceptación del riesgo", particularmente en relación con el desafío soberanista en Catalunya. "Un partido no es un rebaño flanqueado por mastines que sigue dócilmente a su pastor", sentencia Vidal-Quadras, quien en los últimos meses ha mantenido constantes llamadas críticas a una mayor democracia interna en el PP. En la misiva evoca diferentes percances que asegura haber soportado. El eurodiputado alude a su encontronazo con Aznar cuando éste lo sacrificó en 1996 por los pactos del Majestic con Jordi Pujol. También recuerda cuando fue "obligado" a no presentarse a la reelección como presidente del PP catalán ese mismo año "por las razones que todo el mundo conoce". Pero es en relación con la legislatura de Rajoy donde pone más énfasis para denunciar la "insuperable dificultad" que le impide continuar como afiliado al PP. "Cuando hasta el presidente de honor [por Aznar] se ha preguntado por qué Ortega Lara no está en el PP y Bolinaga está en la calle, algo raro está sucediendo que merece cierta atención", sentencia, lamentando a su vez que los "separatistas catalanes" ya hayan "fijado el día y la pregunta para la liquidación de España como nación". Junto a la carta, se despide con un vídeo remitido a todos los cargos municipales en el que pone su broche: "Yo no he cambiado".
Hay quien se pregunta ya cuál será el próximo movimiento que agriete al PP. El foco se pone en Carlos Iturgaiz y María San Gil, expresidentes del PP de la CAV antes de que Basagoiti implantara la política pop que ambos dos y el propio Mayor Oreja se afanaron en rebatir. Otro paso en este sentido supondría todo un dardo en la línea de flotación del proyecto de Rajoy, de por sí seriamente cuestionado. Y con la caverna mediática en el otro bando.