Bilbao. El viernes, después de que la justicia prohibiera la marcha anual por los presos, el PNV tenía dos opciones sobre la mesa y las dos entrañaban sus riesgos: convocar una marcha diferente con la izquierda abertzale para evitar que determinados sectores desobedecieran a los tribunales y estallaran los incidentes; o quedarse al margen. Finalmente optó por dar un paso adelante, para lo que exigió un compromiso de la izquierda aber-tzale con que la marcha se desarrollara en silencio y sin símbolos. Aunque no se cumplió, no hubo incidentes ni males mayores. En ese sentido, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, aseguró ayer en Donostia que se siente "decepcionado" por el desarrollo de la protesta, aunque no se arrepiente de haber convocado la marcha. "La izquierda abertzale tiene que explicar por qué no sucedió así [en silencio y sin carteles], si es porque no supo o no pudo contener a una parte de sus bases", dijo, pesaroso porque no se haya aprovechado para "hacer algo grande" con "la fuerza del silencio".

Sin embargo, Ortuzar viró después su discurso y pasó a señalar al PP, con quien llegó a asegurar sentirse aún más decepcionado. Después de que el presidente del PP de Bizkaia, Antón Damborenea, sostuviera que el PNV "nunca" ha ido a manifestaciones con las víctimas de ETA, mientras sí acompaña a Sortu para defender a los presos, el burukide tachó de "infamia e inmoralidad" esas declaraciones, y recordó que los jeltzales impulsaron la primera marcha contra la organización armada, además de haber denunciado las violencias de distinto signo. "Seguramente yo he estado en más manifestaciones contra el terrorismo que el señor Damborenea", sentenció, para pedirle después una rectificación.

El presidente del EBB se refería a la manifestación del 28 de octubre de 1978. En ese contexto, cuando la democracia aún se encontraba en pañales tras la muerte del dictador Francisco Franco y el Gobierno vasco de Leizaola continuaba en el exilio, muchos sectores seguían observando a la organización armada con cierto romanticismo por su acción contra el régimen. Era el momento de posicionarse, y el PNV decidió dejar claro incluso entonces y desde el primer minuto que apostaba por las vías exclusivamente pacíficas para defender los derechos de Euskadi. Su decisión de convocar la marcha le granjeó cierta incomprensión incluso en determinados sectores del nacionalismo democrático, y le costó que dos de sus batzokis fueran atacados. Uno de ellos llegó a amanecer con impactos de bala. La propia ETA (m) emitió un comunicado para considerar "dolorosa" la convocatoria jeltzale.

Sin embargo, el PNV se decantó por manifestarse para mostrar su disconformidad con la pervivencia de ETA tras la dictadura ya que, en lugar de dar por zanjado el asunto con la Ley de Amnistía y encauzar sus demandas a través de la palabra, optó por seguir con las armas. La manifestación se convertía así en una declaración de intenciones y adquiría mayor simbolismo: el EBB lanzaba un mensaje inequívoco a favor de las vías pacíficas para todos aquellos que entrevieran en sus objetivos independentistas una connivencia con los medios de la organización armada.

Bajo el lema Por una Euzkadi libre y en paz, los jeltzales movilizaron a cerca de 50.000 personas. La marcha la secundaron PSOE, ORT, PTE, PSE, CC.OO., UGT y SU, mientras Alianza Popular y la izquierda abertzale quedaban al margen de la manifestación del PNV.

LA POSICIÓN DEL PP El discurso del PP no es nuevo, ya que no es la primera vez que acusa al PNV de mostrarse tibio contra ETA, pero sí resulta llamativo que recupere ahora ese mensaje, propio de legislaturas pasadas y de los años más duros. En las últimas semanas, el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz comenzaba a desempolvar ese discurso al asegurar que los homenajes a los presos excarcelados no se producirían con la Policía y la Guardia Civil, insinuando así cierta pasividad por parte de la Ertzaintza y del Gobierno vasco que se encarga de dar instrucciones a los agentes.

El mensaje podría ayudarle a distraer la atención de los sectores más inmovilistas, que podrían encontrar así otro culpable y no centrarse tanto en criticar al Gobierno español por no haber evitado las excarcelaciones. No obstante, el discurso contra el PNV pasaría por alto la tradición humanista del partido y que, según defendió Andoni Ortuzar, fue el primero en convocar una marcha contra ETA, en alusión a la de 1978.