EL próximo domingo se celebra el Día de la Memoria, que por una cosa o por otra, acaba año tras año sin poder celebrarse con total normalidad. Pero más allá del recuerdo y homenaje que merecen las víctimas de la violencia política sufrida en nuestro país, hablamos hoy de otro tipo de memorias. Los seres humanos hemos desarrollado una capacidad increíble para mantener en nuestra memoria lo que nos apetece y olvidarnos por completo de todo aquello que no nos interesa tanto. No hablo de los lapsus que pueden deberse al deterioro cognitivo por causa de la edad, enfermedad, accidente, experiencias traumáticas u otras circunstancias. Hablo de esa memoria selectiva de la que todos -el que esté libre de pecado que tire la primera piedra- hacemos gala. Hasta -mirando al fútbol- el Athletic, que hace bien poco deleitaba con jugadas de veinte pases sin perder el balón, asombrándonos con vertiginosas paredes entre Iraola, Herrera, De Marcos, Susaeta? pocos meses después se muestra incapaz de dar dos pases seguidos sin que el esférico pase a pies del contrario. ¿Cómo se le ha podido olvidar? Misterios de la vida. Lo cierto es que esos lapsus de memoria se sufren, en mayor medida con las experiencias más cercanas mientras recordamos con gran detalle otras mucho más lejanas en el tiempo.
Esto le ha ocurrido a Patxi López, sin ir más lejos, que no duda en alardear sin ningún rubor de los lapsus provocados por su memoria. Cuando se hizo público que Fagor se preparaba para solicitar el concurso de acreedores, el secretario general del PSE acusó al Gobierno vasco de echar en un saco sin fondo los 50 millones de euros que inyectó en esa empresa. Alguien tuvo que salir a explicarle que 27 de esos millones se los dio precisamente el Gobierno del que él fue lehendakari. En su defensa, todo hay que decirlo, podemos decir que tal vez él nunca llegó a enterarse de ninguna de esas dos circunstancias.
Lo que sí resulta especialmente grave es que a una persona que haya ostentado tan alta representación institucional, ante la caída de una empresa señera en Euskadi, ante el riesgo de pérdida de empleo de sus trabajadores y trabajadoras, de los de la industria auxiliar, ante el impacto del cierre de la empresa en toda la sociedad vasca, lejos de alguna aportación positiva, lo único que se le ocurriera fuera tratar de obtener ventaja política, sacar la escopeta y tirar con perdigón lobero al actual Ejecutivo vasco, aunque acabara disparándose en su propio pie.
Para evitar este tipo de lapsus o inoportunos olvidos, parece buena técnica la que usan los dirigentes y exdirigentes del PP en los temas que a ellos les preocupan: acumular documentación y guardarla a buen recaudo. Siempre puedes hacerte el olvidadizo y acordarte solo de lo que te interesa, pero en caso de que sea necesario y sobre todo, para que sirva de advertencia a compañeros con tentaciones de hacerte daño o de dejarte tirado ante la Justicia, haces saber que lo tienes todo debidamente anotado. Así lo declaró Pablo Crespo, ex secretario de Organización del PP gallego en televisión el domingo pasado. Y sin necesidad de decirlo, en las fotos del publirreportaje de algún dominical con motivo de la presentación de la segunda parte de su libro de memorias, José María Aznar lo dejó muy claro posando para el fotógrafo blandiendo sus famosos cuadernos de la misma forma que Bin Laden posaba con su AK-47 o igual que los americanos y soviéticos con los misiles en la guerra fría, que ahora se libra en las entrañas de Génova.