entre los miembros del Parlamento Vasco hay titulados en magisterio, en ciencias de la información, en biología, en ingeniería informática, en filología, etc. Además, muchos han obtenido títulos de especialista universitario, máster, posgrado, etc. Podría así pensarse que hay diversidad disciplinar y que, en lo que a ese aspecto se refiere, la cámara vasca es reflejo de la diversidad formativa y profesional de la sociedad a la que representa.
No es así. En total, son entre 20 y 25 las titulaciones obtenidas o estudios realizados por los parlamentarios (la falta de precisión se debe a que, sorprendentemente, en la web del Parlamento no figura la información de todos sus miembros). No son pocos los titulados en materias relacionadas con la educación (6), en ciencias económicas y empresariales (6), en comunicación (5), en formación profesional de ramas industriales (4), y en política y sociología (3). Pero la titulación mayoritaria, con diferencia, es la de licenciado en derecho: al menos 26 lo son, lo que representa algo más de una tercera parte de la cámara. ¿Tiene todo esto alguna importancia? ¿O es una mera anécdota estadística?
En mi opinión, una adscripción disciplinar tan sesgada puede influir en la orientación de la labor parlamentaria y en el resultado de su actividad. Por una parte, la lógica que aplicamos unas y otras personas al abordar un asunto depende bastante de la formación recibida. En este caso, es notable la escasez de personas con perfil tecnológico, científico o sanitario, a la par que abundan los titulados en disciplinas del campo de las ciencias sociales. Y por otra parte, creo que la propensión a reglamentar es más acusada en las personas que cuentan con formación jurídica que en quienes carecen de ella. Esto me parece de especial importancia, porque si bien es cierto que las decisiones clave en materia legislativa se toman en instancias diversas (Gobierno Vasco, direcciones de partidos), también lo es que el Parlamento puede actuar como cantera de esas otras instancias y que los parlamentarios tienen capacidad para incidir en la elaboración de las leyes. ¿Podría estar ahí, en parte, el origen de la inflación normativa que sufrimos?
Además de los estudios, también es importante la actividad profesional que han desarrollado los parlamentarios en los últimos años, pues es una fuente de experiencia importante para su desempeño como representantes del pueblo. Si podemos asumir que son políticos profesionales quienes se han dedicado a la política con carácter exclusivo o casi exclusivo durante, al menos, las dos últimas legislaturas, más de la mitad de los 75 parlamentarios vascos lo serían (una vez más hay que precisar que, sorprendentemente, no consta la actividad profesional anterior de algunos parlamentarios). Cruzando la información relativa a los estudios con la del desempeño profesional, se comprueba que el prototipo de parlamentario vasco es licenciado en derecho y se dedica profesionalmente a la política.
Creo que ese esquema no es bueno, y no porque, uno a uno, haya nada que reprochar a quienes se ajustan al mismo -nada más lejos de mi ánimo-, sino por la excesiva influencia que puede tener un perfil tan marcado, en el conjunto, en la actividad política y legislativa. Habría interesantes consideraciones que hacer en relación con los procedimientos de selección de las élites políticas. Y también merecería la pena reflexionar acerca del escaso reconocimiento que tiene la actividad política, en general, y parlamentaria, en particular. Pero eso quedará para otra ocasión. Ahora me interesa la diversidad, que, también aquí, debería ser un bien a preservar, pues enriquecería el debate parlamentario y -estoy seguro- mejoraría el producto de su actividad.