El Cairo. El Ejército egipcio dio ayer a los Hermanos Musulmanes un plazo de 48 horas para sellar su reconciliación con las actuales autoridades, constituidas tras el golpe de Estado que derrocó el 3 de julio al presidente Mohamed Mursi. "No seremos los primeros en actuar, pero sin duda reaccionaremos con contundencia a los llamamientos en favor de la violencia o el terrorismo pronunciados por los líderes de los Hermanos o sus simpatizantes", advirtió un portavoz militar.
Un día antes de que seguidores y detractores del depuesto presidente vuelvan hoy a salir a las calles de Egipto para defender sus posturas, el Ejército se comprometió ayer a "proteger" a todos los "manifestantes pacíficos, independientemente de su ideología".
Previamente, había hecho público un comunicado en el que sugería un endurecimiento de sus tácticas. Así, aunque prometió "no apuntar las pistolas contra su pueblo", adelantó que emprenderá actuaciones "contra la violencia oscura y el terrorismo, que no tienen ni religión ni nacionalidad".
Nuevas protestas El jefe de las Fuerzas Armadas, Abdelfatá al Sisi, llamó el miércoles a la población a manifestarse para respaldar la acción militar y policial contra la "violencia" y el "terrorismo". La Presidencia interina también respaldó el llamamiento de Al Sisi, criticado por las principales organizaciones islamistas, incluidos Hermanos Musulmanes.
Frente a esta convocatoria, los Hermanos Musulmanes y grupos afines pidieron a sus seguidores que salgan también a la calle para rechazar el golpe militar y exigir la restitución del depuesto presidente Mursi.
En el texto la última oportunidad, las Fuerzas Armadas subrayaron que el terrorismo y la violencia "no coinciden con la naturaleza y la conducta del gran pueblo egipcio".
También insistieron en que la "revolución del 30 de junio expresó la voluntad del pueblo y no fue un golpe militar como algunos intentaron hacer creer a Occidente", en referencia a las protestas contra Mursi que pedían elecciones anticipadas.
Egipto vive polarizado desde el golpe de Estado que derrocó al presidente Mohamed Mursi el 3 de julio. Desde entonces, la violencia ha repuntado en el país norteafricano, con constantes enfrentamientos entre partidarios y detractores del depuesto presidente que han dejado más de un centenar de muertos.
Ambas partes defienden el carácter pacífico y legítimo de sus respectivas manifestaciones, aunque uno de los miembros del despliegue de seguridad previsto para este viernes ha reconocido que se preparan para una nueva jornada de choques.