Prietas las filas

Como si se tratara de un iceberg, todavía no hemos visto más que la pequeña parte que asoma sobre la superficie de la financiación del PP. A pesar de la espectacularidad de lo poco que hemos visto hasta ahora -sobres, cuentas millonarias en Suiza, comisiones, sobresueldos?-, la gigantesca mole que permanece aún sumergida bajo la superficie es lo que realmente podría hacer saltar por los aires tanto al Gobierno de Mariano Rajoy como a la actual cúpula dirigente popular, si es que alguna vez acabamos por saber lo que todavía no hemos visto. Aquí, en este último condicional reside gran parte del quid de la cuestión, porque que nadie se lleve a engaño. Estamos hablando del Estado español y estamos acostumbrados a ver cómo los diferentes gobiernos han negado por activa y por pasiva financiaciones ilegales, corrupciones, tramas terroristas, y han puesto en marcha todos los mecanismos políticos, judiciales y mediáticos para conseguir inmunidad cuando ya era imposible seguir escondiéndolo.

Hablamos del Estado español. Parafraseando a Dolores de Cospedal en ese vídeo que circula por las redes sociales, ¿ustedes se imaginan que en algún país europeo se consienta que permanezcan en sus cargos los dirigentes de un partido o gobierno, si se supiera que han manejado dinero negro, han evadido, han manejado cuentas en Suiza, sin que tuvieran que dimitir? ¿Alguien espera que en los países europeos, donde recientemente han dimitido miembros de Gobierno por cosas como que los servicios secretos realizaran escuchas ilegales, por copiar parte de una tesis doctoral o por atribuir a su cónyuge una infracción de tráfico para evitar perder puntos en el carnet de conducir, entiendan que al sur de los Pirineos todo permanezca igual? Y eso ciñéndonos al espacio europeo, sin necesidad de recordar a aquel ministro de Exteriores de Japón que dimitió por recibir una donación de, no se lo pierdan, 435 euros de una ciudadana extranjera, algo prohibido en la legislación nipona.

Soy realista. Los dirigentes del Partido Popular y su clac mediática van a resistirse como gato panza arriba. Repetición como un mantra de las consignas de Génova, cierre de filas, negación de lo evidente, desprestigio de cualquier información incómoda, presión al entorno de Bárcenas para desactivar las bombas de las pruebas que pueda aportar y sobre todo, mucha presión al entorno judicial para que asuma sus tesis. Presión que muchas veces ni siquiera es necesaria pues, para muestra un botón, quien ha sido nombrado como máximo árbitro constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, no solo hace gala en sus sentencias de su alineamiento con las tesis más conservadoras y centralistas del PP, sino que aparece en la lista de donantes y afiliados de ese partido político cuando ya pertenecía al Tribunal Constitucional, según consta en el sumario del caso Bárcenas. Si para cuando lean estas líneas, este señor no ha dimitido ya de su cargo como Presidente del Tribunal Constitucional, sería la guinda que confirmara al Estado español como país bananero por antonomasia.

La inmensa soledad de la mayoría absoluta en el Parlamento español y el desprestigio de la alternativa encarnada por el enfangado durante décadas Rubalcaba, garantiza de manera interna que el Gobierno de Rajoy permanezca encastillado. Queda por ver si resistirá a la presión de los mercados internacionales condicionados por las descarnadas informaciones del sainete de la financiación popular publicadas en prestigiosos medios de comunicación europeos y norteamericanos.