Donostia. "HEMEN ez da ezer amaitu. Horrelako erantzunak eduki behar ditugu Euskal Herri guztian. Horrelako erantzunekin geldituko ditugu epaiketa politiko guztiak. Estatuei hankak geldituko dizkiegu!". La proclama, lanzada por uno de los participantes en Aske Gunea de Donostia minutos después de que la Ertzaintza detuviera a seis de los ocho condenados por pertenecer a Segi, es clara: el movimiento de resistencia ha llegado para quedarse.
"La consagración de la resistencia pasiva como forma de no violencia activa que supone Aske Gunea no es tanto el cierre definitivo de un paradigma -dicho cambio se produjo ya hace un tiempo-, sino el inicio de un nuevo ciclo de protesta en el que el protagonismo ciudadano es mucho más activo", declara el profesor del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UPV/EHU Mario Zubiaga.
En palabras del dirigente de Sortu y de EH Bildu Joseba Alvarez, los doce días en los que la acampada del Boulevard trató de evitar la detención de los ocho condenados por el Tribunal Supremo son "el paso de la solidaridad al compromiso personal de los que allí estaban. Un compromiso personal con unos métodos de lucha que son nuevos, como son los de la desobediencia civil".
Aunque, señala Zubiaga, "será recordado como un hito en el proceso de transformación de los repertorios de protesta en nuestro país", la desobediencia civil tiene otros precedentes en Euskadi, como recuerda el propio profesor: "Movimientos pioneros como el antimilitarista o el ecologista han utilizado con profusión estos modos. Desde Lemoiz a Leitzaran, desde el movimiento insumiso al antirrepresivo, en Nafarroa con Itoitz o en Iparralde con la actividad de los Demos".
Aun así, Aske Gunea tiene un antecedente claro: la detención de tres jóvenes el 19 de enero de 2013 tras una manifestación de Eleak en la capital guipuzcoana. Aquellos arrestos, pocas horas antes de que la Real Sociedad derrotara al FC Barcelona en Anoeta y en plena víspera del día de San Sebastián, pasaron más desapercibidos para la opinión pública que Aske Gunea.
Lo reconoce Alvarez: "La experiencia anterior de los jóvenes de Orereta finalmente dio un diseño que no terminó de convencer. Buscábamos una forma nueva y no se sabía exactamente cómo". "Se hizo un trabajo de reflexión antes de poner en marcha Aske Gunea", continúa el dirigente de Sortu y de EH Bildu, y "después vino el acompañamiento a los posibles detenidos a sus domicilios, planteamientos de frescura y color, de resistencia pasiva sin caer en provocaciones? Desde hace unos años veníamos diciendo que había que pasar a un nuevo tipo de lucha, pero nadie sabía exactamente en qué se traducía".
¿Por qué? Responde Alvarez: "Por un lado, ETA había dejado de actuar; por otro, había una coalición de izquierda en las instituciones (EH Bildu), pero no estaba muy claro qué forma iba a tomar la lucha en las calles".
Durante doce días, el Boulevard donostiarra se convirtió en el punto de encuentro de jóvenes que al principio se retiraban a casa a las 20.30 horas, pero que cuando se supo que la Audiencia Nacional había emitido las órdenes de arresto contra Mikel Arretxe, Egoi Alberdi, Oier Lorente, Adur Fernández, Aitor Olaizola, Imanol Vicente, Nahikari Otaegi y Ekaitz Ezkerra, decidieron acampar.
Desde el martes 16 hasta el viernes 19, a Aske Gunea -en marcha las 24 horas, marcado por el color naranja y la permanente sensación de que la operación policial era "inminente"- se convirtió en el punto de llegada de centenares de personas. Parte de ellas, alertadas por unas redes sociales que han tenido un papel protagonista en esta movilización con etiquetas como #askegunea o #resist8.
El 19 de abril
Una intervención policial "proporcionada"
"No se puede hacer la lucha social en la Red, pero si la haces en la calle, el uso de las redes sociales permite completar este trabajo", asegura Alvarez, quien rechaza algunas de las acusaciones realizadas por el PP -como el cocinar en el Boulevard o el impago de tasas por ocupar la vía pública-. Además, denuncia que "en los primeros días, bien porque se pensó que sería pequeño o por intereses políticos, la mayoría de los grandes medios guipuzcoanos y mediáticos de televisión cerraron, bloquearon el acto. El trabajo hecho en la Red ha roto esa barrera".
La decisión y el mensaje eran claros: las detenciones serían en pleno centro de la capital donostiarra. Los impulsores de Aske Gunea advirtieron de que cualquiera que utilizara la violencia cuando llegara la Ertzaintza, sería un infiltrado, y no "uno de nosotros".
En torno a las 6.00 horas del viernes 19, cerca de 200 agentes de la Brigada Móvil de la Ertzaintza acudieron al Boulevard donostiarra. Con la orden interna de que evitar el uso de la porra -la gran mayoría ni siquiera la portó y tan solo se vio en algún momento del repliegue de los vehículos policiales-, la Policía dirigida por Gervasio Gabirondo cerró los accesos a la zona y sacó durante dos horas una a una a las centenares de personas que habían decidido pasar la noche en la carpa del Boulevard.
Que la actividad armada de ETA haya dado paso a este tipo de resistencia, aseguran desde Seguridad, no supone que la Ertzaintza se plantee de salida grandes novedades. Fuentes del Departamento consultadas por este diario aseguran que no hay razones para cambios especiales y que se trabajará teniendo en cuenta las circunstancias de cada operativo. Esta operación, que requirió de "muchos recursos", fue "proporcionada respecto al número de manifestantes", aseguran las mismas fuentes, que insisten en que "no hubo motivo para una preparación especial, más allá de las circunstancias concretas".
Además, recuerdan que, en este tipo de situaciones, el cuerpo policial "interviene al final. Si (este fenómeno) fuera creciendo, antes de llegar a la cuestión policial están las ordenanzas y los permisos municipales".
El cumplimiento de la legalidad ha sido un motivo de discordia política en esta última semana, cuando sobre todo el PP ha denunciado el "incumplimiento" de las ordenanzas donostiarras. Para Alvarez, "decir que un hecho, porque no cumpla una ordenanza, es antidemocrático o que supone una amenaza para nadie, es mentira. El problema de fondo es el que es y si hay partidos que se escudan en cumplimientos legales, que lo hagan. Claro que la ley hay que cumplirla. No solo en la desobediencia civil, que en principio puede pasar incluso por encima de la normativa de manera que no sea agresiva si la considera injusta, sino en hostelería u otros sectores lucrativos".
Cuestionado por si la de la desobediencia civil puede ser la vía para abrir una confrontación con el Estado español, Zubiaga asegura que "es la expresión perfecta de una unilateralidad abierta siempre a la negociación de buena fe. Hacer lo justo, aunque sea ilegal, apelar a la voluntad democrática de la ciudadanía frente a marcos legales e institucionales que impiden esa expresión, obedecer a las propias instituciones cuando responden a la voluntad popular y desobedecerlas cuando son expresión de la voluntad ajena...".
Confrontación con el Estado
200s personas pendientes de juicios
Para el profesor de la UPV/EHU, "estas actitudes son lógicas cuando el interlocutor al que se enfrenta la mayoría de la sociedad vasca pretende imponer una ley basada en una voluntad democrática que no se desea compartir. En esta tesitura solo queda apelar a la voluntad del propio demos y actuar social e institucionalmente de forma unilateral". En este sentido, "los catalanes se han dado cuenta por fin de que la bilateralidad con España es siempre un brindis al sol... Es posible que en nuestro país falte poco tiempo para compartir tamaña obviedad".
Alvarez recuerda que "quedan pendientes un centenar de jóvenes a la espera de juicio o sentencia y, por otro lado, más de un centenar de personas" involucradas en sumarios como el de las herriko tabernas o el que resultó de la operación policial de Segura. "Todas ellas son específicamente de organizaciones de carácter político, juvenil o institucional, sin nada que ver con la kale borroka o la lucha armada ni nada parecido", detalla el dirigente de EH Bildu, quien apuesta por que "si por parte del Estado no se toma una medida que los pare, habrá que aumentar la presión porque si no, la judicatura seguirá sus pasos y les tocará a los del siguiente sumario".
Con la vista puesta en ese futuro inmediato, Zubiaga considera "muy posible que la filosofía del herri harresia o muralla popular se refuerce, en tanto en cuanto los actores políticos vascos, pese a estar de acuerdo en su mayoría (PNV, EH Bildu y PSE-EE) en la necesidad de desactivar la persecución penal de la disidencia política, son incapaces de romper la estrategia del Gobierno español, por medio de la acción política convencional". Porque, a su entender, "la cerrazón y el bloqueo solo se superará cuando la Ertzaintza se vea incapaz de romper esa muralla y tenga que desobedecer las órdenes de los tribunales españoles". Ese día, aventura Zubiaga, "la funcionalidad de la resistencia ciudadana se invertirá y deberá servir para proteger a las instituciones vascas".