Vitoria. Como en cualquier campaña de la Segunda Guerra Mundial, la electoral para conseguir entrar en Ajuria Enea el 21 de octubre -oficiosamente ya lanzada- tiene sus reyertas, sus ofensivas y sus repliegues, los cuarteles generales en los que se reúnen los dirigentes de cada bando y sus jefes de operaciones. También las tácticas y las estrategias.
El objetivo de todas las formaciones es el mismo: alcanzar el número de votos necesario para cumplir sus expectativas. ¿Cuáles son esas metas? En algunos casos, tener la mayoría suficiente para gobernar o abrir negociaciones de cara a la investidura. En otros, tener los escaños suficientes para conformar el grupo parlamentario. Y, en el caso de la mayoría de las 20 listas en liza, entrar en la Cámara de Vitoria.
Lo único seguro a día de hoy es que en la próxima legislatura estarán en el Parlamento los cuatro grandes ejes políticos del país: PNV, EH Bildu, PSE y PP. ¿Hay sitio para más? El politólogo Juan José Domínguez, el analista político Ion Ansa y el sociólogo Jon Urresti coinciden en que por Araba UPyD puede tener sitio para un escaño.
Para el primero, "el PSE le morderá bastantes votos al PP en Araba y, en función de lo que le quite el PSE, como ocurrió en las andaluzas -donde se preveía que el PP arrasara-, UPyD se va a jugar el escaño". Urresti asegura ver "más posibilidades de que sea un parlamento a cuatro", aunque le reconoce una "pequeña posibilidad" a la formación de Maneiro, ya que "si la participación no es muy alta, podría estar en ese 3,3%-3,5% que es más sencillo de lograr en Gasteiz".
Más difícil lo tienen Ezker Batua y Ezker Anitza, escindidas durante esta legislatura en la que Mikel Arana estaba en el Parlamento. Así lo certifica Ansa: "Los problemas internos y la división sufrida recientemente han hecho que su debilidad se traduzca en una campaña que, a mi juicio, no está explotando bien sus potencialidades como opción política, hasta el punto que no puedan contrarrestar el factor voto útil de los segmentos que buscan un cambio en la política desde la izquierda, perdiendo así la oportunidad de aglutinar esos posibles votos".
Escenarios de la batalla
Los 'caladeros' de voto
Como en Normandía, El Alamein o Stalingrado, la batalla del Parlamento tendrá sus escenarios señalados. Cuestionados por cuál puede ser la zona de Euskadi clave con vistas a la Lehendakaritza, los tres expertos lanzan tres ideas. Por un lado, la diferencia con la que el PNV derrote a EH Bildu en Bizkaia; por otro, qué distancia logre la coalición independentista sobre la formación jeltzale en Gipuzkoa y, finalmente, quién gane en Araba.
Así, Urresti, también director de Gizaker, matiza y aporta: "En los tres se reparten 25 representantes y la pugna estará en todos los territorios, pero, además de la incógnita de Araba, la clave estará en las segundas posiciones que se cojan en Bizkaia y Gipuzkoa". Para esto, asegura este sociólogo, la resistencia de los jeltzales en Gipuzkoa debería centrarse en mejorar sus últimos resultados en Donostialdea y localidades costeras como Zarautz, Zumaia, Deba y hasta la zona de Eibar; mientras que las opciones de EH Bildu de mejorar las marcas de las últimas citas electorales en Bizkaia respecto al PNV pueden ubicarse en el Duranguesado y Lea Artibai.
Ion Ansa, tras opinar que populares y socialistas "bajan, pero no tanto como a priori podrían hacer pensar eufóricas interpretaciones de la realidad hechas por sus adversarios políticos", sugiere que el PNV "apuesta por núcleos como Bilbao para asegurarse una cómoda mayoría, mientras que EH Bildu busca la aglutinación de fuerzas que han votado a Bildu y Aralar más nuevos caladeros situados en claves de transformación social". Para Domínguez, esa gran batalla que puede marcar la configuración del próximo Parlamento e incluso el inquilino de Ajuria Enea se puede situar en el caso de la pugna entre PNV y Bildu "en todo el Duranguesado; la que enfrente a PNV y PSE se verá más en la Margen Izquierda; y en Gipuzkoa apenas hay pelea, salvo en Donostia capital, que es donde se jugarán arrancar algún escaño".
El propio Domínguez advierte de que el PNV no solo se las verá con EH Bildu, que en Gipuzkoa también puede ser analizada como un examen de la gestión de Bildu, sino que en determinadas zonas su rival a batir sería el PSE: "No tienen nada que ver unas generales con autonómicas, pero las últimas generales han sido las elecciones con cambio de gobierno en las que menor participación ha habido. Siempre ha habido un pico de participación, algo que no ha ocurrido ahora, lo que apunta a que en Euskadi hubo un electorado que no fue a votar. Pero hablamos de un electorado más bien abertzale, por lo que tengo dudas de qué ocurrirá con el electorado del PNV. Desde hace tres lustros hay un 20% del electorado que votaba PSOE para Madrid y PNV para Vitoria. Habrá que ver qué ocurre".
parlamento real
Vuelta a la legalidad
Otra de las claves que resolverán las próximas autonómicas es si la oferta independentista de izquierdas, ya en el gobierno en Gipuzkoa, ha tocado techo o no. Para Domínguez, quizá no, "aunque eso no quiere decir que van a subir a la estratosfera. Hay que atender al reparto de escaños vasco. Teniendo en cuenta los últimos resultados de las forales y las del Congreso, no es nada descabellado que en Gipuzkoa saque 11, asientos, más unos 5 o 6 de Araba, ya son 16-17. A eso, que ya es un buen resultado, hay que sumarle lo de Bizkaia".
A esto se le añade que el ejército de votantes de EH Bildu parece el más motivado. En ello coinciden el propio Domínguez, Ansa y Urresti. Según el segundo, "más que el electorado de la izquierda abertzale, veo motivado al electorado nuevo que ha atraído la coalición soberanista y de izquierdas. Es una cita para confirmar la fidelización de este nuevo electorado, al que veo ilusionado por la posibilidad real de ser primera fuerza".
Coincide Urresti: "El voto de EH Bildu tiene un condicionamiento político muy fuerte: años ilegalizado, ganas de estar en sitios que no ha estado en años… hace que su electorado no piense solo en unas elecciones o en una gestión de un gobierno, sino una reafirmación, un aquí estamos".
Domínguez coincide y añade el "riesgo" de que PNV y PSE se dejen votos por el camino ante un escenario en el que se dé por hecho un posible pacto postelectoral: "Sus votantes se pueden, más que desmotivar, tranquilizar. Además, el PNV llega de ganar unas elecciones, como las de 2009, con un candidato con mucho carisma como Ibarretxe, cuya referencia permanece en el recuerdo ante un candidato como Urkullu de diferentes características".
Urresti avisa de que "si no se vota a PSE o PNV, eso no se va a poder dar, por lo que cada partido, el PNV, el PSE, el PP o EH Bildu, tendrá que movilizar a los suyos". Algo que en el último caso lo da por sentado: "El votante de EH Bildu está tan movilizado que pueden hacer una campaña de muy baja notoriedad y los resultados serían los mismos".
A su vez, esa estrategia "moderada" de la coalición independentista, con apariciones como la del balcón del Hotel Carlton de Bilbao -sede del primer Gobierno Vasco presidido por José Antonio Aguirre en 1937-, puede hacerse con votantes que en su día optaron por Ibarretxe, mientras que el PNV, "a través de vender su experiencia de gestión en época de crisis, de trabajo, puede atraer a gente del PSE y el PP que no es militante, pero que en las generales han podido votar por Rajoy o Rubalcaba", tal y como afirmaba Domínguez en referencia al voto que puede oscilar entre socialistas y jeltzales dependiendo del tipo de elección. "Cada uno siempre busca sus periféricos, nichos de mercado que puedan estar entre una opción u otra", asegura Urresti, que asegura que esta "batalla electoral" no deja de tener planteamientos similares a las de "cualquier estrategia de venta".