Bagdad. La comunidad chií de Irak fue ayer el blanco de una ola de atentados que causó la muerte de al menos 73 personas y amplió la brecha entre la población chií y suní del país, inmerso además en una grave crisis política desde el pasado diciembre. El ataque más sangriento tuvo como objetivo un grupo de peregrinos que se dirigía al santuario chií de Kerbala para celebrar la festividad del arbaín, que marca el fin de los 40 días de luto guardados por la muerte del imán Husein, nieto de Mahoma y venerado por el chiismo.

Un total de 44 personas murieron y 81 más resultaron heridas al detonar un terrorista suicida el cinturón de explosivos que llevaba adosado al cuerpo cerca de Nasiriya, según fuentes policiales.

Este atentado se cometió apenas unas horas después de que la explosión consecutiva de dos coches bomba causara la muerte de al menos 16 personas y heridas a otras 31 en el barrio mayoritariamente chií de Kazamiya, en el norte de Bagdad. Un primer coche bomba estalló en la plaza de Al Oruba y, poco después, un segundo vehículo deflagró en la plaza de Al Zahra.

Otros atentados en bagdad El incidente de Kazamiya no fue el único registrado ayer en la capital iraquí, donde 13 personas murieron y 37 resultaron heridas en otras dos explosiones en el barrio de Ciudad Sadr, también mayoritariamente chií y duramente castigado durante la guerra sectaria que protagonizaron suníes y chiíes entre 2006 y 2007, tras la invasión estadounidense. Los atentados de ayer, el peor brote de violencia en Irak de este año, se producen en un contexto de grave crisis política entre los líderes de la comunidad chií y suní, desatada después de la retirada de Irak de las tropas de Estados Unidos. La orden de arresto emitida en diciembre contra el vicepresidente Tarek al Hashemi, un suní al que el primer ministro Nuri al Maliki acusa de dirigir los escuadrones de la muerte y de estar vinculado con el terrorismo, desató el conflicto, agravado el día 26 por una serie de atentados contra chiíes que dejaron más de 63 muertos. Al Hashemi ha encontrado refugio en la región autónoma del Kurdistán iraquí, cuya población es mayoritariamente suní aunque no árabe como en el resto del país.

Al Hashemi pertenece al bloque político Al Iraqiya, una coalición laica formada tanto por chiíes como por suníes que es el segundo grupo parlamentario con 82 diputados a pesar de haber sido el más votado en las elecciones de marzo de 2010. Este bloque decidió boicotear las sesiones del Parlamento a partir del 18 de diciembre, el mismo día de la salida del último soldado estadounidense del país, en protesta por el hecho de que Al Maliki controle todos los puestos clave.