MADRID. Corría el mes de mayo y el PSOE, que acaba de perder en las urnas casi todo su poder territorial, para las generales optó por cerrar filas en torno a Rubalcaba en lugar de embarcarse en unas primarias como había querido inicialmente José Luis Rodríguez Zapatero.
"Es la persona que quieren nuestros compañeros y nuestros votantes, es querido y apreciado por los nuestros, respetado por los adversarios y temido por algunos, por los terroristas de ETA".
Así presentó Zapatero a Rubalcaba cuando le propuso como candidato. El presidente cedió después de que el líder socialista vasco, Patxi López, reclamase un Congreso del PSOE, y de que la ministra de Defensa, Carme Chacón, denunciando esos movimientos, renunciase públicamente a competir en primarias.
'ESPRINTER' Y "REHEN"
Zapatero definió a Rubalcaba como un 'esprinter', capaz de ganar unas elecciones en 10 meses. Al final la carrera ha sido incluso más corta, menos de seis meses desde entonces, pero la ha perdido y con peor resultado de lo inicialmente esperado. Cuando aún se dudaba de si el cartel sería él o Chacón, entre sus partidarios había quien veía seguros 140 escaños.
En la recta final, cuando las encuestas auguraban ya lo peor para el PSOE, sus fieles y algunos no tan fieles se apresuraban a dejar claro que la derrota no se le podía achacar al candidato ni a su campaña, sino a que la tendencia de cambio era ya imparable por la crisis y el desgaste del Ejecutivo. Rubalcaba, dicen, ha sido "rehén" de una imagen de Gobierno ineficaz que ha promovido la derecha y, pese a todo, él era "el único" que podía escapar.
Los vaivenes económicos tampoco le han ayudado en su empeño. El PSOE contaba con llegar a las elecciones, gracias al adelanto electoral, con un atisbo de recuperación, incluso en el empleo, pero la crisis de deuda de agosto dio la vuelta a los pronósticos. La reforma constitucional pactada por Zapatero y el líder del PP, Mariano Rajoy, en aquellas fechas, jugó también en su contra.
En mayo de este año, Rubalcaba decidió ser candidato mientras daba mítines para la campaña de las autonómicas, pero guardó un escrupuloso silencio hasta que Zapatero le propuso; se presentó al proceso de primarias que se abría oficialmente y proclamó su empeño de perseguir "no una derrota digna", sino una "victoria democrática". Obsesionado con cumplir las formas, dejó su puesto en el Gobierno un día antes de ser proclamado oficialmente.
"PROFESOR RUBALCABA"
Ese día, 9 de julio, Rubalcaba dio su primer discurso, lanzó sus primeras propuestas --impuesto a la banca y a las grandes fortunas, reforma del sistema electoral-- y marcó el tono que imprimiría a su candidatura: didáctico y pausado, "profesor Rubalcaba" como ha dicho él mismo en alguna ocasión, muy distinto a las arengas y al tono emocional que suele imprimir Zapatero en sus mítines.
Su proclamación tuvo cierto impacto en las tendencias electorales, al menos en la encuesta del CIS que se publicó a finales de julio, en la que PSOE había recortado tres puntos de distancia respecto al PP, situándose en 7,1 puntos, y Rubalcaba ganaba de sobra en valoración a Rajoy, con 4,62 puntos frente a 3,58. En la última encuesta del CIS la distancia se había reducido casi al mínimo: 4,54 para Rubalcaba y 4,43 para Rajoy.
Consciente de ese activo del candidato, el PSOE diseñó una precampaña muy centrada en su persona-- "Rubalcaba, sí" fue su primer lema--, pero a medida que se han ido acercando las elecciones ha ido poniendo cada vez más en valor las siglas del PSOE, una marca muy deteriorada desde que en mayo de 2010 Zapatero anunció sus recortes para cumplir con el calendario del objetivo de déficit marcado por Bruselas.
Es más, en sus últimos mítines su línea argumental fue pedir el voto para un "PSOE fuerte" como única vía para combatir no ya una mayoría absoluta del PP sino su "poder absoluto". Eso fue después del debate con Mariano Rajoy, el momento de la campaña más "personalizado". Las encuestas dieron como ganador al 'popular' pero en Ferraz no le dieron importancia y subrayaron que su candidato había conseguido lo que quería en ese debate, movilizar indecisos. Sin embargo, el resultado electoral revela una brecha de16 puntos entre el PP y el PSOE, en línea con lo que auguraban las encuestas.
Rubalcaba ha ido modulando el tono en esta campaña, cada vez más emotiva, pero también su discurso. Después de la crisis de deuda de agosto, el candidato no podía seguir diciendo que la salida de la crisis está a la vista. Su discurso de campaña pasó más bien por decir que la crisis aún será larga, y que sería el PSOE el que en esa situación garantizaría la protección social.
FIN DE ETA
Con las encuestas irremediablemente en contra, Rubalcaba ni siquiera ha podido rentabilizar el anuncio de cese de actividad armada de ETA, aunque sus 'teloneros' en los mítines han reivindicado sin cesar su protagnismo en ese éxito. Aun antes del anuncio de la banda, el 20 de octubre, el terrorismo de ETA era ya una preocupación menor para los españoles.
Así las cosas, muy pocos en el PSOE se han atrevido a criticar la campaña, al margen de algún reproche, en privado, a no haber aprovechado más para reivindicar la acción del Gobierno y no centrarse tanto en denunciar lo que haría el PP, colocándose casi como el líder de la oposición. Sólo en los últimos días, con la prima de riesgo en máximos y con la caída de los gobiernos griego e italiano ha cobrado protagonismo esta línea argumental en la campaña.
Como antes de ser proclamado candidato, Rubalcaba guarda silencio sobre el día después, sobre si liderará la oposición o aspirará a ser secretario general del PSOE, ambición que le atribuían sus detractores como principal móvil para haber sido candidato. En el discurso en que ha reconocido la derrota ha pedido que el PSOE celebre un Congreso, pero no ha desvelado sus cartas.
DE TODO EN EL PSOE
Antes de ser 'número uno', Rubalcaba lo ha sido casi todo en el PSOE, desde que en 1982, en el primer Gobierno de Felipe González, fue nombrado director del gabinete técnico de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación. Fue ministro de Educación en 1992 y portavoz del Gobierno en el último Ejecutivo de González, en 1993.
Ha sido diputado por Toledo, Madrid, Cantabria y Cádiz y portavoz parlamentario socialista entre abril de 2004 y de 2006, en el primer Gobierno de Zapatero. Rubalcaba optó por José Bono en el 35 Congreso del PSOE que encumbró a Zapatero, pero luego tuvo un papel clave en la campaña de Zapatero en 2004, hasta el día antes de la cita electoral. En plenas protestas contra el PP para reclamar la verdad de la autoría del atentado del 11-M, Rubalcaba proclamó la frase "los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta".
Como portavoz parlamentario, Rubalcaba negoció el Estatuto catalán y, desde abril de 2006, como ministro de Interior, se implicó personalmente en la negociación con ETA y vivió directamente su fracaso, con el atentado del 30 de diciembre en el aeropuerto madrileño de Barajas. El 20 de octubre de 2010 Zapatero le hizo vicepresidente de su segundo Gobierno, del que salió unos meses después, el 8 de julio de 2011, para ser proclamado candidato.