UN caudal de declaraciones, recuerdos y valoraciones provenientes de todos los ámbitos políticos inundó ayer las redacciones de los medios de comunicación vascos y estatales: había fallecido Juan Mari Bandrés, abogado y político donostiarra, fundador y único presidente de Euskadiko Ezkerra. Su papel en algunos de los pasajes más importantes de la época de la Transición, como el proceso de Burgos o la disolución de ETApm, le hacen valedor de un hueco en la historia.
Juan María Bandrés Molet, nacido en Donostia en 1932, era hijo de un navarro republicano y de una getariarra de origen catalán. Cursó el bachillerato en el colegio de Mundaiz, de donde salió un joven católico progresista. Su época universitaria discurrió estudiando Derecho entre Oviedo, Santiago y Valladolid, licenciándose finalmente en 1957. Junto a la política, las leyes fueron la pasión de su vida.
Comenzó a ejercer como abogado en pleno régimen franquista, y pronto se caracterizó por una defensa enconada de los derechos humanos, denunciando la generalizada práctica de la tortura en las comisarías y caracterizándose por defender a los sectores más indefensos de la época. Fue el abogado del primer activista de ETA condenado a muerte, Iñaki Sarasketa, involucrado en la muerte del guardia civil José Pardines.
Fue la primera de las defensas de miembros de la organización armada. También fue el abogado de los encausados en el Proceso de Burgos, labor que le catapultó a la fama. La prensa conservadora le etiquetó como "el abogado por excelencia de ETA", y fue víctima de diversas acciones que llevaban la impronta de la extrema derecha.
A partir de entonces, Bandrés se encargó de la defensa tanto de activistas como políticos vascos, pero a la vez comenzaba a compaginar su actividad en el ámbito del derecho con una incipiente labor política. Asimismo, se convierte en un ferviente defensor de la amnistía para los presos políticos vascos. Esta cuestión se convierte en caballo de batalla para Bandrés, que supeditará su participación política a la consecución del, como él lo llamaría más tarde, "milagro". En esta época funda la coalición Euskadiko Ezkerra, cercana a los polimilis, que concurrirá finalmente a los comicios de 1977, en las que el propio Bandrés saldría elegido diputado.
Fue miembro del Consejo General Vasco, el gobierno pre-autonómico, y participó en la ponencia que debatió el Estatuto de Gernika. Durante esta época, sus alocuciones en el Congreso levantaron ampollas por su proximidad a las tesis de ETApm, grupo en activo por entonces. Más tarde, su contribución sería esencial para la disolución de esta organización armada. A pesar de todo, se supo ganar el respeto y la admiración de sus adversarios políticos, en especial en el seno del socialismo y el nacionalismo.
Buena parte del mérito de ello se lo debía a su gran capacidad comunicativa, que le dotaba de un discurso ordenado, claro y comprensible no solo para la política, si no también para el resto de la ciudadanía. Un discurso que ABC calificó en su época de "diabólicamente bien construido pero escandalosamente tendencioso e hiriente".
Su carrera política, siempre al frente de Euskadiko Ezkerra -fue su primer y único presidente- le llevará por la senda de todos los parlamentos habidos y por haber: parlamentario vasco, diputado, senador e incluso eurodiputado. La formación política se rompe finalmente en 1993, y ahí concluye también la trayectoria política de Bandrés. "EE no consigue inyectar en el PSOE su dosis de ética política y comportamientos generosos, y el sector nacionalista se vuelve a la casa del padre (PNV). Y punto final, hay acaba la historia de EE", comentaba el propio Bandrés en una entrevista a ETB.
Aparcada la vía política, continuó su incansable labor en el ámbito de los derechos humanos hasta que un grave derrame cerebral le obligó a desaparecer de la vida pública en 1997. Tras una larga enfermedad, ayer se apagaba definitivamente la llama de Juan Mari Bandrés a los 79 años de edad.
TANATORIO
La política vasca, de luto
Buena prueba de la admiración y respeto que causaba Bandrés en todos los ámbitos fueron las personalidades que desfilaron ayer por el tanatorio donde descansaban sus restos: José María Setién, obispo emérito de Donostia; María San Gil, expresidenta del PP vasco; el exdiputado jeltzale José Ramón Beloki; el consejero de Interior, Rodolfo Ares; el exalcalde de Donostia, Odón Elorza; o los abogados Xabier Gurrutxaga y Martin Auzmendi, entre otros.
Pero la noticia del fallecimiento tuvo su repercusión incluso en las más altas esferas de la política estatal: el lehendakari Patxi López o los candidatos socialista y popular a presidente del Gobierno español, Rubalcaba y Rajoy, también se quisieron sumaron a las condolencias.
De todos modos, el trabajo llevado a cabo por Bandrés durante años en el campo de la abogacía no será engullido por la historia. Las centenares de carpetas correspondientes a las personas que defendió y asesoró jurídicamente han sido recopiladas por su familia y entregados al archivo-biblioteca de los padres benedictinos de Lazkao. Desde ayer, allí pervive también la memoria de Juan Mari Bandrés, abogado y político, incansable defensor de los derechos humanos.