El Cairo. La sala contuvo la respiración en el momento en que Hosni Mubarak, el hombre que gobernó Egipto durante 30 años sin pestañear, entró en camilla en la jaula desde la que será juzgado, una imagen que pertenece ya al imaginario colectivo de la primavera árabe. Apenas unas decenas de personas, entre abogados y periodistas, presenciaron la escena en el auditorio de la Academia de Policía, una ciudadela de dimensiones mastodónticas que sirve desde ayer como fortín para el juicio más esperado de la historia egipcia.

Rodeando a los espectadores, policías de paisano por doquier se encargaron de establecer no menos de siete controles para todo aquel autorizado a entrar en el tribunal. En torno a la Academia de Policía -donde Mubarak mantuvo la última reunión con su entonces ministro del Interior y ayer compañero de jaula Habib el Adli-, centenares de agentes de policía y unidades antidisturbios custodiaban el acceso al fortín. Cualquier medida de seguridad parecía poca para poder presenciar algo que la gran mayoría de egipcios jamás habría llegado a imaginarse: el paso de Mubarak de rey a reo. Aunque las fuertes medidas de seguiridad no impidió que se produjeran enfrentamientos entre seguidores y detractores de Mubarak fuera de la Academia de Policía que dejaron 61 heridos.

El expresidente egipcio se mostró activo pese a estar postrado en la camilla, y no dejó de intercambiar comentarios a lo largo de la sesión con sus hijos Alaa y Gamal, también juzgados y que se ocupaban de proteger a su padre en la jaula. Con rostro pálido, el rais movió inquieto sus brazos y en ocasiones dio síntomas de cansancio, lo que no le impidió declararse inocente de todos los cargos con la misma voz vigorosa con que dio sus últimos discursos al frente de la nación. "Niego todas estas acusaciones", dijo Mubarak, que respondió a la pregunta del juez Ahmed Refat con un micrófono. Alaa y Gamal, vestidos de blanco y con un libro en la mano, también se declararon no culpables y repitieron la misma frase que su progenitor.

Este histórico juicio supone la primera aparición pública de Mubarak desde el pasado 10 de febrero, un día antes de renunciar a la Presidencia tras 18 de protestas. El exmandatario y sus vástagos podrían enfrentarse a la pena capital si son considerados culpables de planear el ataque contra los participantes en la revuelta popular, en la que fallecieron casi 850 personas. Un miembro de la Fiscalía egipcia leyó las acusaciones contra Mubarak, entre ellas, que el expresidente acordó con su ministro del Interior el asesinato de manifestantes en las protestas que estallaron el 25 de enero. Según la Fiscalía, Mubarak y Al Adli permitieron a los policías disparar contra los manifestantes y atropellarlos con su vehículos, y no utilizaran sus poderes para prohibir estas acciones.

Corrupción Asimismo, Mubarak aceptó para él y sus dos hijos cinco villas y otras propiedades por un valor de 39 millones de libras egipcias (6,5 millones de dólares) del empresario Husein Salem, detenido en España, a cambio de cederle terrenos privilegiados en la localidad de Sharm el Sheij. Otro de los cargos que se le imputan es el supuesto acuerdo con el exministro de Petróleo Sameh Fahmi sobre la venta de gas a Israel, por un precio inferior a su valor real en el mercado, a través de una compañía de Salem, que es juzgado en ausencia.

La comparecencia de Mubarak ante el tribunal despertó dudas hasta el último momento, debido a su delicado estado de salud. El exmandatario estaba ingresado en el hospital de Sharm el Sheij bajo arresto cautelar desde que sufrió un ataque cardiaco durante uno de los interrogatorios judiciales el 12 de abril. La televisión egipcia emitió en directo la sesión como respuesta a las demandas de transparencia de los manifestantes de Tahrir. Asimismo, se habilitaron pantallas gigantes en las calles para que todos los egipcios pudieran seguir el juicio.

Estaba previsto que la sesión fuese corta, de alrededor de una hora, pero las innumerables peticiones tanto por parte de la defensa como de la acusación alargaron la jornada y propiciaron que más de un agente de paisano aprovechase para echar una cabezada discreta. Aunque se ha prometido un juicio expedito, los abogados temen que el proceso pueda alargarse -la próxima sesión será el 15 de agosto- lo que a buen seguro garantiza más estampas inéditas para el álbum de la revolución egipcia.