pamplona. Una investidura al dictado de la futura presidenta del Gobierno de Nafarroa y exalcaldesa de Iruñea. Yolanda Barcina había exigido dos días antes al PSN que se posicionara a favor del candidato de UPN a la Alcaldía de Iruñea, Enrique Maya, o se abstuviera, pero que en ningún caso concediera el voto a su candidato Juan Moscoso, condicionando de esta forma el pacto abierto para la formación del Gobierno foral. Y así fue. Los tres votos en blanco del PSN no eran necesarios pero propiciaron la investidura de UPN bloqueando cualquier posibilidad de gobierno alternativo liderado por Barkos (NaBai). La abstención solo se entiende como prevención para evitar que el resto de fuerzas de izquierda votasen al aspirante socialista. Un parto municipal en cualquier caso más intrigante de lo que se esperaba. De hecho, tras la constitución de la nueva Corporación se vivieron minutos de vértigo hasta que Ignacio Polo (UPN), el concejal de mayor edad, sacó de la urna las trece papeletas con el nombre de Enrique Maya, las que depositaron los once concejales de UPN y los dos del PP, y otras once con el de Uxue Barkos, con los siete votos propios, los tres de Bildu y otro de Ezkerra. Los tres votos en blanco, sin duda, procedían de los tres ediles socialistas que mantuvieron en vilo su posición hasta el último momento, aunque todo apuntaba a una salida cómplice con los regionalistas.
Al no alcanzar ningún candidato la mayoría absoluta necesaria (14), salió elegido Maya como lista más votada. Este juró el cargo y recibió la vara de mando de la ciudad, la medalla y la insignia al nuevo regidor. Maya interpretó la maniobra del PSN, que desactivó los 14 votos que sumaban con NaBai, Bildu y Ezkerra, como "un voto de confianza" que, pese a no proceder de un pacto previo, es "una puerta a posibles acuerdos". El PP apoyó a UPN por entender que no había un pacto expreso entre regionalistas y socialistas, mientras que Bildu y Ezkerra reforzaron a Uxue por si acaso, al no tener noticias certeras de los movimientos del PSN. Como telón de fondo, las proclamas de mayor democracia se escuchaban desde la plaza consistorial de los concentrados del 15-M.
Compromisos La ceremonia comenzó a las 18.00 horas siguiendo el solemne protocolo y con la presencia de un centenar de invitados. Constituida la mesa, el secretario del Ayuntamiento dio el visto bueno a las credenciales remitidas por la Junta Electoral de Zona y uno a uno los 27 ediles juraron o prometieron su cargo, algunos de ellos "por imperativo legal", tras lo que se inició la elección de alcalde, que recayó finalmente en el aspirante de UPN. El nuevo regidor, exgerente de Urbanismo, dijo llegar al cargo con ilusión y espíritu conciliador. Enrique Maya expresó su deseo de estar a la "altura de la ciudad, con amplitud de miras para lograr que sea más próspera" en los próximos cuatro años. Un mandato que coincide con una etapa de crisis y "cuando la gente lo pasa mal, exige soluciones".
El primer edil señaló que el nuevo Ayuntamiento, con sus seis grupos municipales, es un "fiel reflejo de la sociedad", una pluralidad que valora como un activo para la búsqueda de consensos por el bien común. Todo ello para que la "ciudad siga progresando, promoviendo debates constructivos y anteponiendo el interés de la ciudad por encima de todo". Un reto para el que parte con un "espíritu receptivo y dialogante".